Una Revolución
precisa del poder, del gobierno, para desde allí socializar el sueño. El
poder es necesario para hacer del pensamiento, de los valores, de la ética y de
la acción revolucionaria, un asunto nacional.
Si la Revolución alcanza el gobierno y descuida este
mandamiento, si se empantana en la lógica del pasado, si el
"claroscuro" del que nos hablaba Gramsci perdura, si lo viejo tarda
en morir, si su ética aún es hegemónica, entonces allí surgen los monstruos, el
fascismo, los pinochet.
El sueño es fundar unas relaciones amorosas donde cada
uno aporte de acuerdo a sus capacidades y reciba de acuerdo a sus necesidades.
Hacer de esas relaciones la naturaleza material y espiritual de la sociedad, su
ética.
Una revolución tendrá la dimensión, la trascendencia,
de acuerdo a las relaciones humanas que consiga establecer.
Las Revoluciones se consolidan en la medida que
movilizan a la sociedad alrededor de los nuevos valores: la Revolución Cubana
se socializó en las jornadas de alfabetización, en la zafra de los diez
millones, en la resistencia a la invasión de Playa Girón. Todas movilizaron a
la sociedad tras objetivos altruistas. Así se talló un pueblo capaz de
resistirlo todo.
La Unión Soviética lo hace en la guerra contra la entente,
en las jornadas de trabajo voluntario, en los domingos rojos. Esta
socialización de los nuevos valores hizo posible el comportamiento heroico en
la lucha que salvó a la humanidad del nazismo.
Ahora bien, la socialización de los valores
socialistas es un asunto ideológico y político, allí chocan las diferentes
ideologías que se mueven en la Revolución , e influyen de acuerdo a su fuerza
en el contenido de los medios de difusión nuestros. Veamos.
Tal como en 1958, con la Revolución Bolivariana se
abrió la puerta de la esperanza revolucionaria y, como en 1958, existen
dificultades para parir un bloque de clases que apuntale a los dirigentes
revolucionarios en su afán de avanzar hacia el Socialismo.
Las corrientes reformistas intentan horadar la pasión
libertaria de las masas que acompañan al Comandante Chávez, intentan llenarlas
de oportunismo, profundizar el espíritu logrero que viene de la renta
petrolera, que cada día se muevan menos por el sentimiento y cada vez más por
la recompensa material. El espíritu clientelar conspira contra la formación de
ese bloque.
¿Quiénes no desean que la Revolución socialice sus
valores? Los pequeños burgueses, que no pueden ir más allá de
una democracia burguesa, los burgueses por supuesto, la nata sindical
economicista que con el Socialismo se quedaría sin oficio, los vanidosos de
diferentes cortes y orígenes que defienden sus conuquitos y se agotan en
batallas sin trascendencia, y los marginales plagados de egoísmo.
¿Quiénes pueden acompañar la socialización del sueño?
Entre otros, los intelectuales orgánicos, que son pocos, los marginales que
aman al líder, los militares bolivarianos, y las bases obreras que han
conseguido superar el economicismo, tener conciencia de clase y encontrarse con
su papel histórico.
La batalla ideológica alcanza niveles definitivos,
hacerla consciente es comenzar a ganarla.
¡Con Chávez resteaos!
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