La Revolución no ha acertado en la formación de sus cuadros revolucionarios. No hemos conseguido diseñar una estrategia de formación.
Es justo reconocer que la preocupación existe. Recordemos los intentos del motor Moral y Luces, los llamados constantes al estudio, los planes de lectura, etc. La pregunta que surge es:
¿Qué ha fallado en nuestra política de formación de cuadros?
Debemos comenzar por responder que la formación de cuadros es principal terreno de la lucha ideológica, allí afloran las diversas posiciones.
Una posición que surge de las ideologías pequeño burguesa y marginal es, lo innecesario de una política de formación de cuadros, ellos surgirán espontáneamente de lo profundo del pueblo, de la sabiduría popular.
De esta manera privan al pueblo humilde del conocimiento revolucionario universal acumulado en años de lucha contra la opresión, le niegan la formación de herramientas para entender su entorno y también las contradicciones universales, lo dejan sin instrumentos de análisis más allá del sentido común, de la intuición, del voluntarismo, lo convierten en fácil presa de la manipulación enemiga.
Otra posición que surge de los extravíos pequeño burgueses es pensar que un cuadro revolucionario sólo necesita la formación técnica, que la formación político-ideológica no es necesaria, se aprende en la práctica. De esta postura sólo pueden surgir oportunistas, individualistas o, en el mejor de los casos, tecnócratas.
Otra posición es aceptar la necesidad de formar los cuadros, pero usando un método y unos contenidos que confunden la hemorragia verbal, la pirotecnia, con la formación de cuadros revolucionarios.
La formación de los cuadros debe partir de la premisa de que no es espontánea. Debe ser impartida combinando la práctica con la teoría, dar a conocer el acervo teórico revolucionario universal, la biografía de los grandes luchadores revolucionarios, y adiestrar en el uso de ese conocimiento para entender nuestro momento histórico, para cambiar la realidad.
De la formación de cuadros deben salir militantes que con su conducta y su acción contribuyan a construir el Socialismo, que sepan diferenciar qué favorece y qué perjudica a la Revolución y procedan de acuerdo con ese criterio.
La labor de formación es responsabilidad de todos, pero mucho más de los factores formadores de opinión. Nada enseña más que el ejemplo de los dirigentes.
Pero, y siempre es bueno recordarlo, no estamos solos en el mundo, los oligarcas usan todas sus armas para impedir la formación de cuadros: aupan los errores, los falsos valores, le dan cabida en sus medios a los equivocados. Recordemos que Lina Ron escribe en el periódico de Patricia Poleo.
Atacan a unos y le abren las puertas a otros, buscan confundir, a sus programas llevan a otrora jefes guerrilleros, difunden desprestigios, transforman mentiras en verdades consolidadas, crean imagen, buscan minar el ejemplo de los líderes porque saben que eso es vital para la formación de cuadros revolucionarios.
Lina resume los defectos de una ideología no revolucionaria, pero también, estamos en el deber de reconocerlo con propósito de enmienda, resume nuestras fallas y debilidades ideológicas.
¡Chávez es Socialismo!