Si analizamos las Revoluciones encontraremos un núcleo épico originario. La leyenda acompaña la gesta de este núcleo, de aquí surge la imagen fuerte del líder.
El núcleo de la Revolución Cubana fueron los combatientes del Moncada, del Granma y de la Sierra. Todos estos eventos tienen como característica principal, ser acciones generadoras de una gran fraternidad, de "lazos que no se pueden disolver como los nombramientos".
En la Sierra el núcleo originario vivió de acuerdo a la ley central del Socialismo: "La suerte del todo depende de la suerte de cada uno, y la de cada uno depende del todo." Esa fraternidad hizo fácil y posible entender el camino hacia la construcción socialista, era su desarrollo natural. Ello explica la extraordinaria solidez del Socialismo Cubano, capaz de existir aun tras el derrumbe del campo socialista.
La leyenda sirvió de base a la creación de una nueva cultura. A partir de allí, el cubano cambió: los valores no fueron los mismos, la sociedad se estructuró de otra manera, las tareas y las formas de encararlas fueron otras. La sociedad emprendió el cambio total que es una Revolución.
Todo se vio reflejado en el lenguaje, aparecieron nuevas palabras, y las ya conocidas adquirieron nuevo significado: Guerrillero fue sinónimo de entrega y de acción total, Compañero, de trato de hermanos, Comandancia, de dirección, Puesto de Mando, de organización, CDR, de tejido social, Partido, de Revolución, Fidel, de líder, Trabajo Voluntario, de realización, Imperio, de enemigo, Internacionalismo, de deber que construye, Plaza de la Revolución, de voz de la sociedad, Gusano, de traidor.
El espíritu del núcleo originario se socializó, impregnó con su ejemplo a toda aquella sociedad. Eso construyó su base espiritual, una integración social amorosa que explica la gesta heroica de ese pueblo.
Otra es la historia de la Revolución Rusa, allá el núcleo originario no tuvo la convivencia fraterna: la lucha clandestina en las ciudades obligaba a una vida solitaria, la importancia vital del todo no era directa, cotidiana, la suerte de uno dependía de la habilidad individual, las relaciones de los documentos superaban las relaciones de las personas.
La Revolución Bolivariana es hija directa de una gran epopeya, la lucha armada civil-militar contra el pacto de punto fijo. Los militares, como Manuel Ponte Rodríguez, el Capitán Manuit, el Teniente Tulio Martínez, Fleming Mendoza, y los civiles como Fabricio, Américo Silva, Argimiro, Douglas, fundieron sus esfuerzos en aras de la causa revolucionaria.
Lamentablemente, en esa etapa la Revolución fue derrotada y se derrotó a sí misma, y la conducta, el ejemplo de ese núcleo, no se socializó.
El 4 de febrero fue el revivir de la épica que, desde Bolívar, acompaña a este pueblo. Ese núcleo, ese ejemplo, debe socializarse, la épica del 4 debe impregnar a toda la sociedad.
Debemos sentirnos orgullosos, es un honor participar en las nuevas batallas históricas. Las grandes tareas de hoy, la Misión Vivienda, las elecciones próximas, deben ser ocasión para fundirnos con la épica de nuestra historia.
¡Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez!
El núcleo de la Revolución Cubana fueron los combatientes del Moncada, del Granma y de la Sierra. Todos estos eventos tienen como característica principal, ser acciones generadoras de una gran fraternidad, de "lazos que no se pueden disolver como los nombramientos".
En la Sierra el núcleo originario vivió de acuerdo a la ley central del Socialismo: "La suerte del todo depende de la suerte de cada uno, y la de cada uno depende del todo." Esa fraternidad hizo fácil y posible entender el camino hacia la construcción socialista, era su desarrollo natural. Ello explica la extraordinaria solidez del Socialismo Cubano, capaz de existir aun tras el derrumbe del campo socialista.
La leyenda sirvió de base a la creación de una nueva cultura. A partir de allí, el cubano cambió: los valores no fueron los mismos, la sociedad se estructuró de otra manera, las tareas y las formas de encararlas fueron otras. La sociedad emprendió el cambio total que es una Revolución.
Todo se vio reflejado en el lenguaje, aparecieron nuevas palabras, y las ya conocidas adquirieron nuevo significado: Guerrillero fue sinónimo de entrega y de acción total, Compañero, de trato de hermanos, Comandancia, de dirección, Puesto de Mando, de organización, CDR, de tejido social, Partido, de Revolución, Fidel, de líder, Trabajo Voluntario, de realización, Imperio, de enemigo, Internacionalismo, de deber que construye, Plaza de la Revolución, de voz de la sociedad, Gusano, de traidor.
El espíritu del núcleo originario se socializó, impregnó con su ejemplo a toda aquella sociedad. Eso construyó su base espiritual, una integración social amorosa que explica la gesta heroica de ese pueblo.
Otra es la historia de la Revolución Rusa, allá el núcleo originario no tuvo la convivencia fraterna: la lucha clandestina en las ciudades obligaba a una vida solitaria, la importancia vital del todo no era directa, cotidiana, la suerte de uno dependía de la habilidad individual, las relaciones de los documentos superaban las relaciones de las personas.
La Revolución Bolivariana es hija directa de una gran epopeya, la lucha armada civil-militar contra el pacto de punto fijo. Los militares, como Manuel Ponte Rodríguez, el Capitán Manuit, el Teniente Tulio Martínez, Fleming Mendoza, y los civiles como Fabricio, Américo Silva, Argimiro, Douglas, fundieron sus esfuerzos en aras de la causa revolucionaria.
Lamentablemente, en esa etapa la Revolución fue derrotada y se derrotó a sí misma, y la conducta, el ejemplo de ese núcleo, no se socializó.
El 4 de febrero fue el revivir de la épica que, desde Bolívar, acompaña a este pueblo. Ese núcleo, ese ejemplo, debe socializarse, la épica del 4 debe impregnar a toda la sociedad.
Debemos sentirnos orgullosos, es un honor participar en las nuevas batallas históricas. Las grandes tareas de hoy, la Misión Vivienda, las elecciones próximas, deben ser ocasión para fundirnos con la épica de nuestra historia.
¡Sin Chávez no hay Socialismo, sin Socialismo no hay Chávez!