Si estudiamos
la historia de la dominación desde una perspectiva global, sólo considerando
los hechos que nos den idea de su movimiento general, podremos construir un
paisaje que nos permitirá ubicar a nuestra Revolución. Veamos.
La dominación es la constante en la historia de la
humanidad, podemos decir, parafraseando a los clásicos, que la historia de
la humanidad es la historia de la dominación. Y aquí surgen las preguntas
más importantes, el cuestionamiento que ha motorizado a la historia: ¿Por
qué el humano ha permanecido milenios bajo sistemas dónde unos pocos expolian
el trabajo de muchos? ¿Cuál es el secreto de la permanencia de esa
dominación? ¿Es posible vivir de otra manera? ¿Cómo superar la explotación?
La búsqueda de respuestas ha tallado a la humanidad,
los pensamientos más luminosos giran alrededor de esta angustia, las epopeyas
son hijas de esta zozobra, las derrotas más duras de la especie son las que
evitaron la solución del enigma.
Los dominantes han basado su hegemonía en dos pilares
principales:
Uno, la superioridad intelectual, espiritual. El
conocimiento, la cultura, fue apropiada junto con lo material, la economía. Al
resto de la sociedad le fue transmitida la idea de inferioridad, de incapacidad
para lo grande, sólo se les permite la cultura necesaria para aceptar sentirse
inferiores.
El otro pilar, estrechamente ligado al anterior, es el
egoísmo, la fragmentación. Al dominado se le inoculan valores, conductas,
aprendizajes que no le permiten la unión, sólo es capaz de buscar soluciones
parciales, nunca sociales, no percibe a la sociedad.
No puede haber dominación sin estos dos pilares. Los
grandes liberadores de la humanidad claman por la unidad, contra el egoísmo, y
por elevar la autoestima de los dominados. Cristo unió en su "amaos los
unos a los otros" los dos anhelos. Bolívar, su último aliento fue un
llamado contra el egoísmo, a la unidad, "si mi muerte contribuye a que
cesen los partidos". Marx, igual, se dio cuenta que fragmentados
seremos esclavos, "proletarios del mundo uníos".
Es así, los sistemas de dominación desde hace milenios
se han basado en el egoísmo de los dominados, en la fragmentación, en su
permeabilidad cultural a la dominación, y esas dos características se han
perpetuado, ninguna Revolución las ha podido superar, su permanencia es la
explicación de la continuidad de la dominación.
La esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, la
monarquía, la democracia… y también los experimentos socialistas, todos han
mantenido las dos características de la dominación, unos más, otros menos, pero
en todos ha subsistido.
El Che advirtió sobre las armas melladas del
capitalismo, predijo que esas armas melladas, los atajos que se inventaron en
la Unión Soviética y en países como Yugoslavia, eran estímulo para el egoísmo y
a la larga esos intentos sucumbirían.
La Revolución es una conmoción que abre la posibilidad
de desmantelar los pilares de la dominación. Esa superación será la medida de
su avance: si no demuele los pilares que sustentan el pasado la posibilidad se
cierra y la Revolución fracasa.
¡Con Chávez!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario