6.2.10

RUPTURA

Una Revolución es una ruptura cultural, es tomar por asalto a un nuevo mundo, al cielo, es la fundación de una nueva civilización.
Una Revolución supone, entonces, una nueva cultura que nace de las entrañas de las nuevas relaciones humanas.
Pero… ¿Cómo se producen las rupturas revolucionarias, cuáles son sus reglas?
Esas rupturas revolucionarias se inician de manera sorprendente, los políticos tradicionales no las comprenden, los teóricos son superados por la realidad que se resiste al vaticinio. La perplejidad sustituye al cálculo sesudo y castrante, la audacia teórica y práctica toma el timón. Son, como dijo el Che, alzamientos contra las oligarquías y contra los dogmas.
Así fue la Revolución de Octubre, que dio nacimiento a la Unión Soviética y sorprendió a las lecturas dogmáticas de los clásicos.
La Revolución Cubana aún asombra al mundo, su nacimiento fue heroico, y su permanencia más heroica todavía, rompe con la sensatez de los análisis.
El 4 de febrero, cuando nadie esperaba conmoción, un puñado de muchachos, tal como la prédica de Martí, tomó para sí el decoro de todo un pueblo. Y se alzó contra las oligarquías, las izquierdas agotadas y los dogmas rancios. Y fue así que nació esta Revolución, que hoy es expectativa de todo el continente.
La ruptura, que al inició es sorprendente, debe ser la constante: una Revolución avanza, se consolida en las rupturas. Cuando algo es aceptado, ya llega la hora de superarlo, de seguir avanzando.
Ahora bien, las rupturas son difíciles, riesgosas: se trata de romper con las costumbres, las tradiciones, las normas que son admitidas por las mayorías. El fracaso es una posibilidad, no existen redes de seguridad, el riesgo acompaña la acción revolucionaria, siempre.
Romper con lo aceptado, y hacer que lo nuevo ocupe su lugar, es un riesgo constante en de todas las revoluciones, pero lo es más para la Revolución nuestra, que es pacífica y aún se mueve en la lógica oligarca.
Revolución que no avanza, que se estanca, perece, de eso no hay dudas, pero al avanzar corremos riesgos de ser incomprendidos, es la paradoja de la Revolución Pacífica.
¿Qué hacer?
Debemos elevar el esfuerzo en la explicación de los pasos que da la Revolución, ubicarlos dentro de una estrategia clara, definida. El pueblo debe saber la importancia de cada medida, de cada paso, para eso es imprescindible que sienta como suyo el objetivo estratégico.
La masa debe entender la necesidad del cambio, explicarle que no es posible, que no es sostenible el sistema de vida capitalista, que allí no están las soluciones a los problemas. El mundo capitalista no es viable.
Debe apropiarse de la necesidad de cambiar los valores, la forma de relacionarse, entender la necesidad de una nueva civilización, de una nueva manera de vivir, de consumir, de producir. De la necesidad de que todo cambie.
Esa es la discusión y la práctica central. Allí debe la Revolución hacer énfasis, debe correr el riesgo de las rupturas para avanzar hacia ese nuevo mundo.
¡Chávez es Socialismo!

5.2.10

SIN ESTA TAREA NO HAY VICTORIA

Ya estamos en medio de la Campaña Admirable, vamos hacia el triunfo en las parlamentarias. El evento merece estudio.
Las batallas revolucionarias, cualquiera que ellas sean, se ganan en la emoción. Sólo un pueblo movido por razones sagradas es capaz de la entrega que conquista triunfos.
Entonces, los revolucionarios frente al reto de septiembre debemos tener como tarea principal dar razones sagradas al pueblo, una causa que lo emocione. No hacer de las elecciones un mero asunto técnico, no caer en la soberbia de pensar que el mandado está hecho, que sólo falta ir a buscarlo.
Nunca el revolucionario debe dar por seguro el apoyo popular, éste debemos ganarlo todos los días, renovarlo.
Al pueblo debemos explicar la importancia de las elecciones de septiembre: qué se decide en este evento, darle su alta dimensión.
Decirle que ellas no son la simple pugna por una diputación, allí se echa la suerte de la Revolución, la del Comandante, y la suerte del Continente, de la ALBA. Ese debe ser el centro de la campaña.
Explicar la conexión entre los resultados de septiembre y el destino de la sociedad.
¿Qué pasaría si ellos ganan?
Acabarían con las conquistas materiales que todos sabemos que son muchas y buenas. Pero, lo más importante, destruirían la posibilidad de seguir avanzando, asesinarían la Esperanza. Nunca en toda su historia este pueblo se encontró con su destino, se hizo dueño de su rumbo, como ahora con la Revolución.
El principal objetivo de la oligarquía, de ganar en septiembre, será borrar la dignidad del pueblo, conquistada con sacrificio y sangre. Ella no tolera, no puede tolerar, un pueblo cimarrón que sabe reclamar sus derechos. Contra el pueblo y sus dirigentes aplicarán una política de choque, tal como la Operación Cóndor de pinochet, ya se denuncia el aparecimiento de listas de víctimas.
Sumirían al país por siglos en una tenebrosa oscuridad, donde la miseria será la norma, la sumisión requisito indispensable para la sobrevivencia, y la rebeldía un pasaporte a la persecución cruel.
Debemos decir al pueblo ¿qué pasará con el triunfo de la Revolución?
Nos fortaleceremos, pueblo civil y militar, para enfrentar los embates de la oligarquía internacional y nacional. Garantizaremos la continuidad de la Esperanza, de la Revolución y del Comandante Chávez.
Con ese triunfo la Revolución seguirá su camino de perfeccionamiento, de depuración, de afinación de ideas. Podremos corregir, continuaremos fundando la nueva relación humana, sentaremos bases firmes para la paz, estrecharemos los lazos con el resto de la humanidad. En resumen, seguiremos construyendo el Socialismo.
Argumentos hay, razones sagradas para seguir luchando existen, es labor del partido llevarlas al pueblo, armarlo de ideas que dirijan la batalla electoral y las próximas luchas, sin duda, más exigentes.
Confinar la extraordinaria fuerza del partido sólo a lo técnico, es errar en la jerarquización de los objetivos: la conciencia, la emoción, la convicción, deben prevalecer sobre lo técnico.
¡Chávez es Socialismo!
¡Con Chávez es con lo que Chávez decida!

4.2.10

LOS CAMINOS DE LA TRANSICIÓN: SOCIALISMO O FASCISMO

La transición no es un proceso neutro, un tiempo apacible, al contrario, es un período de alta e importante turbulencia: allí se enfrenta la restauración en sus variadas formas contra la opción socialista. Los peligros se elevan al máximo.
En esta transición nuestra, las opciones son sólo dos: se avanza al Socialismo, o viene el fascismo necesario para estabilizar las formas capitalistas.
Se percibe que la transición es un período de combate, no es una autopista hacia el Socialismo, los errores, los extravíos, en esta etapa se pagarán caros.
La pregunta que surge es: ¿Cómo hacer para que el Socialismo triunfe en la batalla de la transición?
Lo primero es proteger la conexión del líder con el pueblo, y entender que sin Chávez no hay Revolución posible.
Lo segundo es consolidar un núcleo teórico, delinear los rasgos del Socialismo, sólo así podremos evaluar las acciones que tomemos en la transición, saber a quién beneficiamos, corregir, ajustar. Veamos.
El Socialismo tiene como objetivo central, como esencia, rescatar el sentido de sociedad que se ha perdido con el capitalismo fragmentador. Dicho en otras palabras, elevar la Conciencia del Deber Social.
Esta es la lucha principal, contra ese objetivo enfilan sus fuerzas capitalistas y reformistas. A nada temen más que a un pueblo que supera la fragmentación y adquiere conciencia de humanidad, de sociedad, porque un pueblo así será invencible.
Es por eso que capitalistas y reformistas estimulan el egoísmo, las salidas individuales, la desintegración.
Ahora bien, la conciencia, en última instancia, se entrelaza, se consolida en las condiciones materiales. Entonces, no es posible la conciencia socialista, rescatar el sentido de pertenencia a la sociedad, sin dar al trabajo su sentido social.
Si se trabaja para una fracción de la sociedad, sea ésta un Zuloaga, un Cudemus, un Uzcátegui, una compañía grande, o un “emprendedor” que montó un tarantín bajo el paraguas del Estado, el trabajo será nosocial y estimulará la conciencia egoísta, será soporte del capitalismo. No hay forma de evitarlo.
Sólo el trabajo cuyo producto sea propiedad de toda la sociedad será soporte de los cambios materiales y espirituales socialistas.
En la transición el Socialismo está en feroz lucha contra las formas no socialistas, principalmente las internas del proceso, éstas son las más peligrosas, han derrumbado revoluciones. Recordemos la experiencia Soviética, China, y recordemos las palabras de Fidel en la Universidad de La Habana alertando sobre el peligro interno.
En el caso nuestro, estudiando diversos factores, la fuerza internacional del ejemplo de Chávez, el odio de la experiencia de abril, el aprendizaje del pueblo que cada día conoce más su fuerza, podremos concluir que aplicarán aquí la política de choque que sufrió Chile, Allende. Por tanto, si el Socialismo se debilita, se debilita también el liderazgo de Chávez, y seguro vendrá el fascismo como “transición” a la democracia burguesa de una Bachelet o un Piñera.
¡Chávez siempre!

3.2.10

SALVEMOS LA ESPERANZA, CON CHÁVEZ SIEMPRE

Las revoluciones no son obras de dogmáticos, ni de reformistas. Tienen un alto grado de análisis del torbellino de la realidad, análisis que requiere navegación sin el prejuicio del dogma o del miedo al cambio, reclama la audacia que sólo brota de la pasión revolucionaria.
Esa pasión hizo posible superar el dogmatismo que dictaba que la Revolución sólo era posible en países con alto grado de desarrollo, y así se abrieron las compuertas de la Revolución Soviética.
La Revolución Cubana, desde sus inicios es una lucha perenne contra dogmatismos y reformismos, allá ha triunfado la emoción, sólo el sentimiento hizo posible que se intentara la Revolución en un país sin desarrollo capitalista, con un proletariado incipiente, a noventa millas del imperio, etc. Y sólo la pasión y la audacia teórica y práctica los llevó al triunfo.
Aquí en Venezuela, mientras muchos se deslizaban al campo enemigo o se refugiaban en la comodidad de un anarquismo declarativo, y otros, los menos, rumiaban su rabia inermes en sus buracos personales, aquí surgió un corrientazo que abrió las compuertas al río de la historia que estaba represado desde Bolívar y Zamora: un grupo de jóvenes, guiados por profundos sentimientos de amor, dejaron todo por ir a buscar la dignidad perdida. Eso fue el 4.
Después del 4 de febrero, el río de la historia arrasó con la parsimonia y trajo consigo los vientos de la Revolución. Desde ese día hemos avanzado en el camino revolucionario, más que nunca y más que nadie.
Ahora es menester un análisis audaz de la situación. Veamos.
Las revoluciones reales, se resumen, tienen como centro a una persona. Así ha sido siempre: Bolívar, Lenin, Fidel, Mao, Lumumba, Chávez, ilustran y afirman el fenómeno.
Los revolucionarios impregnados de mecanicismos y dogmatismos muchas veces no perciben la importancia del líder. Los reformistas, siempre inventan mil teorías para minar la conexión del líder con el pueblo. Los capitalistas, astutos y rigurosos en sus estudios, detectaron temprano este fenómeno y lo usan para su provecho: Asesinan a los líderes: al Libertador, a Sucre, a Zamora, a Fabricio, a Lumumba, Torrijos, Allende.
Ahora la Revolución Bolivariana es objeto de una ofensiva antisocialista que tiene un solo objetivo: debilitar el núcleo de la Revolución, al Comandante. Expliquemos.
La primera intención es desacreditar a Chávez. Si revisamos las declaraciones de voceros oligarcas nacionales y extranjeros, encontraremos una línea común que viene desde los tanques pensantes del norte: todos hablan del fracaso del proyecto, de la incapacidad del gobierno y de Chávez, todos anuncian que el gobierno está cayendo. Decretan: “sálvese el que pueda”.
Intentan confundir al pueblo, ganar las parlamentarias, y desde allí desarrollar el golpe fascista.
Al lado de esta corriente, está la vertiente del golpe tradicional, que por ahora parece no tener fuerza, y se limita a una labor de distracción. El reformismo interno, siempre ambiguo, contribuye a la debilidad.
El deber de la Revolución es defender al Comandante. No hay Revolución posible sin Chávez.
¡Con Chávez Siempre!

2.2.10

ZONAS SOCIALISTAS, ZONAS CHAVISTAS

El ataque final contra la Revolución Bolivariana ya fue decretado por la administración Obama. Quedaron atrás las ilusiones de los cándidos. Al avanzar la Revolución las definiciones se profundizaron, ahora sabemos con quién y hasta dónde cuenta la causa socialista.
El objetivo principal del imperio es el Comandante, saben que sin él la Revolución será irremediablemente derrotada. El deber de la Revolución es defenderlo.
Aquí surge una pregunta: ¿Cómo defender a Chávez?
La respuesta es una sola: ¡Defendiendo al Socialismo, impulsándolo!
Los dos, Chávez y el Socialismo, son componentes de una misma causa, los dos se complementan, se influyen, la suerte de uno es la suerte del otro.
Entonces, veamos cómo impulsar al Socialismo, cómo defender a Chávez. La única manera, hoy, es construir Zonas Socialistas, que bien podríamos, de acuerdo a lo dicho, nombrar también Zonas Chavistas.
En las Zonas Socialistas, Chavistas, las relaciones humanas y económicas son socialistas. Es decir, los medios de producción son de propiedad social administrados por el Estado, de acuerdo a una planificación central. Estos son requisitos indispensables para la construcción socialista, sin ellos no es posible elevar la Conciencia del Deber Social. Esta conciencia se sustenta en el trabajo para toda la sociedad, imposible en el trabajo para una fracción de ella.
En las Zonas se establecen relaciones humanas de acuerdo al precepto “de cada uno según su capacidad y a cada uno según su necesidad”. Éstas, al tener una elevada conciencia, serán guía y ejemplo para el resto de la sociedad. El trabajo dejará de tener la compulsión de la necesidad de sobrevivencia, y al ser trabajo para la sociedad, al ser destinado para satisfacer necesidades y no al lucro de los capitalistas, el trabajador dejará de ser un extraño para el producto de su trabajo: sabrá su destino y su finalidad, así tendrá la satisfacción del deber cumplido, se adquirirá sentido social. El humano se reencontrará con la humanidad y con él mismo.
La relación entre las fábricas será la relación de unidades productivas que pertenecen a una misma causa. Entre ellas no habrá intercambio de mercancías, sino de necesidades. Se regirán por el Sistema Presupuestario de Financiamiento que implementó el Che en Cuba.
Estas Zonas Chavistas sólo serán posibles si la clase obrera supera la etapa del economicismo y da el salto hacia la construcción del Socialismo, que es su mayor reivindicación.
¿Qué pasará si no somos capaces de construir las Zonas Socialistas?
Al no construir las Zonas Socialistas, dejaremos al Socialismo en una situación de debilitamiento progresivo, sin existencia real y concreta, sin contornos definidos, a merced de las formas antisocialistas propuestas por reformistas y oligarcas, y a los planes políticos que de ellas se desprenden. El proceso entrará en una espiral descendente, recordemos que el capitalismo no puede resolver los problemas sociales.
Así, el Comandante quedará expuesto a las fuerzas de la restauración. Poco a poco todos los campos de la Revolución irán debilitándose y la derrota será inevitable.
¡Sólo el Socialismo salva a los humildes y a Chávez!

1.2.10

EL MAESTRO ALLENDE

El filósofo George Santayana escribió una vez: “Quien no aprende de la historia estará condenado a repetirla.” La historia ha demostrado que la sentencia es verdadera, quien ignore la historia está condenado a repetirla con una gran carga de sacrificio para las sociedades incautas.
Para nosotros en Venezuela, una de las experiencias históricas que debemos estudiar con mucho rigor, es la Revolución de Chile. Allende es para nosotros un maestro, de él debemos aprender.
La Revolución de Allende, guardando por supuesto las diferencias culturales de los dos pueblos, es muy parecida a la nuestra: las dos pretenden ser pacíficas, tienen los mismos enemigos, sufren las mismas agresiones. Sin duda, de ella debemos aprender, repetir su desenlace sería una catástrofe.
Las Revoluciones son un milagro hecho por el humano. Son muchísimos los factores que intervienen en ella, y muchísimos los errores que pueden conducir a la derrota del proceso, por tanto, es importantísimo el estudio de las experiencias pasadas, sólo así la humanidad aprende a construir asombros.
Veamos algunas enseñanzas de la Revolución de Allende.
Primera enseñanza: las clases dominantes son capaces de todo con tal de mantener su dominación, son capaces de crear la mayor ilusión de “democracia,” y también de apelar a la más feroz dictadura. Por tanto, las fuerzas revolucionarias no deben sustentar su política en la creencia del respeto oligarca a las leyes, ellos no tienen más ley que la defensa del Capital.
En Chile violaron los más elementales códigos, los fundamentales derechos, sin ni siquiera sonrojarse. Pinochet y Frei son las dos caras de la misma dominación oligarca.
Segunda enseñanza: Las alianzas con la oligarquía son como el beso de judas: traición. Las oligarquías no son humanas, son personificaciones del Capital, están poseídas por el dios dinero, obedecen a sus mandatos, no tienen otra voluntad.
Abrazarse a las oligarquías no salva a las revoluciones. Al contrario, el pueblo, la masa que apoya a la Revolución se confunde, es presa del escepticismo, se aparta, y en ese momento la oligarquía saca sus garras y da el zarpazo.
Tercera enseñanza: La ofensiva de las oligarquías contra las revoluciones se hace desde un frente externo, de fácil detección, y desde un frente interno, más difícil de percibir. Este frente interno es el más dañino en las revoluciones pacíficas, plantea fórmulas que extravían y debilitan.
Este frente interno, reformista, fue en gran medida el error del milagro chileno, la conciliación en Chile desconcertó a su base de apoyo popular y posibilitó la arremetida del aparato militar burgués.
Los reformistas son la expresión más peligrosa de la oligarquía, son una eficaz fuerza taimada, disfrazada, parte importante en el derrumbe de las revoluciones. Después hacen la historia y como el gato ocultan sus culpas imputando a los verdaderos revolucionarios. Así, los Reformistas chilenos salieron por el mundo a deformar aquella historia y a culpar al MIR Chileno de la derrota producida por la oligarquía y la concertación castradora.
¡Gloria a Salvador Allende y a Miguel Enríquez!
¡Chávez es Socialismo!
!Irreverencia en la discusión, Lealtad en la acción!

31.1.10

SALVEMOS AL SOCIALISMO, EVITEMOS DISTRACCIÓN

La Revolución lleva en su seno una profunda lucha de clases, es constante y generalizado el enfrentamiento del Socialismo con las diferentes formas de antisocialismo. Hoy vivimos una situación de confrontación, que no podremos entender sin situarla en medio de la lucha de clases. Esta confrontación presenta dos frentes. Veamos.
Uno, los intentos de desestabilización de la oposición: las guarimbas, las marchas, ataques armados por los fascistas de Mérida, manifestaciones “pacíficas” de las manitos blancas, también las declaraciones de voceros llamando al golpe, al magnicidio.
Este parece ser el flanco principal de la batalla. Nosotros pensamos que no, este frente distrae, ocupa más pantalla, más centimetraje en la prensa, pero no es el importante, no decide el destino de la Revolución, por lo menos, no en este momento, sólo tiene el efecto de ocultar, distraernos de la ofensiva más peligrosa.
La ofensiva más peligrosa se resume en un titular de la Agencia Bolivariana de Noticias: “Gobierno y empresarios se alían para construir modelo productivo socialista”. En este titular se resume toda una política que construye una situación sumamente peligrosa para la Revolución. Sin duda, es una política errada.
Empresario no construye Socialismo ¡Jamás! Esta afirmación casi no necesita argumentación. Aquí sólo diremos que capitalista, criollo, colombiano o gringo, siempre será un ladrón que se apropia del trabajo de los trabajadores.
Nos interesa explorar las consecuencias sobre el alma de la Revolución de esa política resumida en el titular.
Si planteamos que nuestro Socialismo puede ser construido por los capitalistas, estamos diciendo y aceptando que hay capitalistas buenos, que los que llaman al 0800 PRODUCE, y los cudemos, los perez abad, volmer, balsaminos, no explotan, no contaminan y que aceptan la planificación central, impulsan los consejos comunales, que no son enemigos del Socialismo… Más cándida no puede ser la posición.
Así estaremos despojando a la Revolución, a la causa socialista, de razones sagradas por las cuales luchar ¿Para qué hacerlo? ¿Contra quién luchamos? ¿Por qué ser socialista, si ser capitalista es aceptado y es “bueno”?
Todas esas dudas sembradas en el alma popular son terreno propicio para el desencanto y la inacción, que crecen con la confusión. Pero, lo más importante es que todo avance del capitalismo, necesariamente significa un avance en la conciencia egoísta capitalista en grandes sectores de la sociedad, y por lo tanto, una disminución brutal de las posibilidades socialistas.
¿Qué hacer?
Primero, reafirmar nuestro apoyo y fe en el Comandante y en la Revolución. Nunca este pueblo tuvo oportunidad real de construir un mundo mejor, de redimirse, como ahora con la Revolución y el Comandante. Reafirmar que en este país, en esta etapa, el Socialismo se hace con Chávez o no se hace.
Segundo, reafirmar la necesidad de construir Zonas Socialistas, desde donde se irradie la idea y el sentimiento socialista. Zonas para concretar el Socialismo, y para combatir al capitalismo.
Tercero. Reafirmar lo que dicen los Comandantes Fidel, Chávez y Evo: El Mundo en manos del capitalismo sucumbe en años.
¡Chávez es Socialismo!
¡Criticar es amar!