En la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe celebrada en Cancún recientemente, sucedieron muchas cosas importantes, y otras no tan importantes, pero si estridentes. Veamos.
Primero, la denuncia de Cristina Kirchner, la Presidenta de Argentina sobre la violación de Inglaterra de los acuerdos que rigen la disputa que esos dos países tienen alrededor de la soberanía de las Islas Malvinas. Inglaterra, o mejor, el capitalismo inglés a través de una compañía privada instala una plataforma de perforación en ese territorio.
La Cumbre repudió el hecho en términos más bien fríos:
“insta a las dos partes a que se abstengan de adoptar decisiones que entrañen la introducción de modificaciones unilaterales en la situación mientras las islas estén atravesando por el proceso recomendado por la Asamblea General de las Naciones Unidas.”
Ahora bien, lo verdaderamente importante fue el discurso de Cristina, ella dice que la disputa es por petróleo y esa disputa por recursos energéticos será el signo de las luchas del siglo XXI.
Esa es la campanada de alerta que debemos oír los venezolanos: toda nuestra vida, nuestras luchas en este siglo que comienza, estarán signadas por la intención voraz del imperio de apropiarse de nuestros recursos energéticos, de la faja del Orinoco, de la plataforma gasífera, de Guayana.
El imperio es capaz de todo para conseguir energía, la necesita con la intensidad de un adicto. Ya vemos que en la Argentina viola cualquier ley, cualquier mandato de las Naciones Unidas, lo mismo hace en Irak, y lo mismo hará con nosotros a menos que lo detengamos, de la única manera que eso es posible: presentándole un pueblo unido, leal a sus dirigentes, dispuesto a que la aventura les salga muy cara, que la relación costos- beneficios no les sea favorable, ese es el único lenguaje que entiende el monstruo insaciable.
El segundo hecho importante, fue la declaración de rechazo del bloqueo a Cuba. La resolución fue enérgica, dice:
“Las Jefas y los Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe reunidos en la Cumbre de la Unidad, expresamos nuestro más enérgico rechazo a las medidas económicas coercitivas y unilaterales aplicadas por motivos políticos contra países soberanos, que afectan el bienestar de sus pueblos y están concebidas para impedirles que ejerzan su derecho a decidir, por su propia voluntad, sus propios sistemas políticos, económicos y sociales”.
Pero inmediatamente reconoce la inutilidad de los llamados y concluye:
“En consecuencia, reclamamos al Gobierno de los Estados Unidos de América que, en cumplimiento de las sucesivas resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas, ponga fin al bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene contra Cuba, que es contrario al Derecho Internacional, causa daños cuantiosos e injustificables al bienestar del pueblo cubano y afecta la paz y la convivencia entre las naciones americanas.”
Está claro, que el imperio no se detiene con resoluciones. Es la hora de la Unidad de los pueblos, y de la lucha.
¡Chávez es Socialismo!