23.3.07

¡EDUCAR CONSTRUYENDO!

La Revolución no puede detenerse. A pesar de todas las dificultades, de todos los obstáculos, la Revolución debe discutir y construir el Socialismo. Veamos.

Venezuela es un país muy singular y excepcional, cuyo Pueblo ha padecido los vicios y descomposiciones provenientes de la cultura instalada en cien años de renta petrolera administrada por debilidades sumisas al imperio.

La Revolución Bolivariana encontró un país saqueado, una mayoría excluida, una elite oligarca con pasaporte americano, una clase media transculturizada, todos sometidos a miseria espiritual y material.

Los valores morales y éticos que sustentaban esa situación que permitía al imperio hacerse con la renta, a otros pocos con las migajas y llevaba al resto del país al abismo, eran la fragmentación social. Cada quien resolvía como podía, el Estado, al servicio de los oligarcas, abandonó a la sociedad. La noción de sociedad fue cambiada por la de viveza, el trabajo por la riqueza fácil, unos buscaban abrevar del gobierno, mientras otros, en la misma línea, buscaban ganarse el kino. El trabajo trocó su valor de formación de humanidad por depredación que había que evitar, o por simulación que había que actuar. El valor del hombre se medía por el carro y la vestimenta, unos consumían y otros soñaban con consumir, unos compraban cosas inútiles y otros las buscaban por los caminos verdes.

Esos días vivimos sumergidos en nubes de opio imperial.

La tarea principalísima de la Revolución es la sanación de la sociedad víctima del capitalismo rentista, para eso debemos modificar la economía y sustituir los valores, la conciencia capitalista que nos enferma. Es necesario rescatar el sentido de sociedad.

Iniciar un proceso intenso de sanación, que debe ser al mismo tiempo un proceso de construcción del Socialismo. Sólo el Socialismo sana, sólo adquiriremos nuevos valores trabajando como sociedad, obteniendo triunfos en el trabajo como sociedad.

Con ese fin planteamos la creación de escuelas de trabajo. Proponemos la construcción de fábricas que tengan poco personal de planta, y donde el grueso del trabajo sea abordado como una Acción Social Voluntaria. Expliquemos con un ejemplo.

Una fabrica de “x” producto: su construcción y su funcionamiento estarán a cargo de una institución, por ejemplo un ministerio, y será a su vez una escuela donde el contacto voluntario con la producción prefigurará la relación humana que restituirá la noción de sociedad, restaurará los valores de la solidaridad, del amor y sustentarán al Socialismo, dando cada uno según su capacidad, distribuyendo el producto en la sociedad de acuerdo con el principio de necesidad.

Estás Fábrica-Escuelas contribuirán a irradiar los nuevos valores, invitarán a nuevas Acciones Sociales Voluntarias, al aprendizaje, a la curación en la práctica, rescatarán el valor del trabajo humanizado que, como decía el Che, dejará de ser una compulsión y será un acto de amor.

¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!

¡Sin propiedad social y conciencia social, no hay Socialismo!

¡Sin organización unida de los socialistas, no hay Socialismo!

¡Sin Socialismo no hay esperanzas!

EL REFLEJO

La pugna política es, en última instancia, reflejo de la pugna económica. Lo que se percibe en la esfera política, las peleas, las declaraciones, renuncias, referéndum, todo lo que allí pasa es eco de un movimiento que sucede en las entrañas de la economía.

Siendo así, en la Revolución Bolivariana, proceso que busca puertos de estabilización, lo fundamental serán las nuevas relaciones económicas que se establezcan. Expliquemos.

La Revolución Bolivariana consiguió estremecer el alma popular con la rebelión del 4 de febrero. A partir de esa fecha el Pueblo fue despertando, hasta que en el 98 el sistema de dominación encarnado en el pacto de punto fijo se derrumbó, y la nación entró en la zona de turbulencia caracterizada por una pugna feroz entre Revolución y contrarrevolución.

La corta trayectoria desde el 98 hasta nuestros días, ha estado signada por esta pugna. Todas las acciones que en este período sucedieron son expresiones de ella: miquelena, abril, el sabotaje petrolero, el revocatorio, también las misiones y el ALBA. Todas esas acciones son expresión de la batalla entre Revolución y contrarrevolución, por imponer cada una su proyecto económico.

Sólo podemos entender a cabalidad la pugna política de la Revolución Bolivariana, si la relacionamos con los diferentes proyectos que yacen en el fondo de ella.

En un principio el enfrentamiento económico fue entre el proyecto capitalista globalizador neoliberal, enganchado de manera franca a la economía del norte, opuesto a un proyecto nacionalista, honesto, con alto contenido humanista, afincado en un capitalismo filantrópico. Abril y el sabotaje petrolero fueron las cúspides de este enfrentamiento.

A partir de allí, y ya con el control sobre la renta, se empieza a desarrollar el proyecto económico de una pequeña burguesía fantasiosa y anarcoide: aparecen la cogestión, las cooperativas como paradigma, las empresas recuperadas y otras formas pseudosocialistas. Simultáneamente aflora el desarrollo de un nuevo capitalismo nacional que ocupa un porcentaje elevado del crecimiento económico. Junto a esta situación, la espiritualidad socialista se desarrolla principalmente jalonada por el Comandante con su discurso antiimperialista y anticapitalista, y su labor internacional de solidaridad con la América.

Así llegamos al 3 de diciembre que fue una derrota política del proyecto globalizador neoliberal.

A partir de la reelección la pugna económica es entre el fracasado proyecto pequeño burgués fantasioso y anarcoide, enfrentado al proyecto neocapitalista de aroma nacional desarrollista, que ha acumulado capital durante la Revolución.

Al proyecto neocapitalista no le es difícil desplazar al fracasado proyecto pequeño burgués, y estabilizar en un capitalismo que pretende humano, la turbulencia que comenzó el 4 de febrero.

Ante esta situación los revolucionarios tienen una tarea principal:

Dotar al discurso del Comandante Chávez de su correspondiente base material, construyendo formas económicas realmente socialistas, cimientos de conciencia y política socialista.

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

LA BATALLA DE HOY

Con el último desgajamiento socialdemócrata, apareció en el centro de la discusión el argumento de la propiedad de los medios de producción.

En el fondo, detrás de todo el parloteo de los tres que hoy abandonan el barco socialista, lo que se embosca son las divergencias sobre la propiedad de los medios de producción. Veamos.

Los antisocialistas saben que este punto es vital para la marcha revolucionaria, que en la propiedad se decide el destino del Socialismo y hacia allí dirigen sus misiles mefíticos. Desinforman, mienten, atacan.

¿Por qué es imprescindible la hegemonía de la propiedad social para construir el Socialismo? Precisemos.

La propiedad social de los medios de producción sólo es posible bajo la administración del Estado.

Es imprescindible porque es la única manera de abolir la esclavitud moderna, donde los hombres convertidos en mercancías son obligados a venderse, a vender su tiempo vital para poder subsistir.

Es así, la meta última del Socialismo, es la abolición de la forma moderna que ha tomado la esclavitud, en esencia la misma que Bolívar calificó de la peor de las infamias.

Mientras persista la situación, donde unos hombres puedan comprar el tiempo vital, el trabajo de otros hombres, condición que es el fundamento del capitalismo, de cualquier capitalismo, no habrá libertad, democracia, ni realización individual. En resumen, seremos una sociedad miserable lejos de la felicidad.

Sólo con la propiedad social de los medios de producción es posible que el trabajo adquiera su condición de realizador del humano.

Cuando el trabajo del hombre enriquece a toda la sociedad y no a una porción de privilegiados, cuando la riqueza producida socialmente es propiedad de toda la sociedad, es posible la distribución con equidad: a cada uno según su necesidad. Se acaba con la división del trabajo y la explotación, porque el trabajo de cada uno pertenece a toda la sociedad, y el trabajo de toda la sociedad pertenece a cada uno. Así, el poeta hace poesía para todos, el campesino labra la tierra para todos, el pescador, el obrero, el intelectual, todos se benefician, todos comparten el trabajo de todos.

Sólo con propiedad social de los medios de producción, es posible la planificación y así potenciar la economía, superar el azar del mercado que despilfarra energía social por la incertidumbre de las necesidades. La producción pasa a estar determinada por las necesidades humanas y no por las apetencias de lucro de unos pocos propietarios.

La conciencia social que emerge con la Revolución Bolivariana, debe entrelazarse con la propiedad social, para juntas formar el Binomio Socialista, cimiento de la nueva cultura amorosa, rescate de la condición humana.

Allí se da la batalla de hoy, los nosocialistas, en sus variadas formas, desde el partido de rosales, hasta los socialdemócratas que abandonan el navío socialista, presentan batalla en estos dos campos. Siembran valores éticos y morales propios del capitalismo, y en lo económico sabotean la propiedad social.

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

22.3.07

¿CUÁL ES EL FRENTE PRINCIPAL?

Es de vital importancia saber ubicarse con precisión en el frente principal de la gran batalla entre oligarcas y socialistas. El frente principal varía con el desarrollo de la confrontación. Veamos.

En diciembre el frente principal era el electoral, antes en el saboteo petrolero fue el combate popular, lo militar ocupó primer lugar en abril. Si las fuerzas revolucionarias se plantan en un escenario de distracción, corren peligro de fracasos.

¿Cuál es la situación hoy en Venezuela?

La derrota de la oligarquía opositora en diciembre trajo como consecuencia que el capitalismo tradicional quedara sin representación política, la disputa política se trasladó al interior de la Revolución Bolivariana. Los últimos desprendimientos son expresión de esas tensiones internas. Por su parte, la oligarquía opositora se esfuerza por recomponerse en lo político, sin mucha suerte todavía.

El anterior análisis aunque verdadero, es incompleto. Expliquemos.

La confrontación entre Revolución y oligarquía, entre capitalismo y Socialismo no se agota en lo político, la derrota política es parcial y asimilable por el enemigo. La derrota concluyente, sería una derrota en lo económico y en la conciencia, y hacia allá precisamente se movió el frente principal de la batalla.

Si analizamos los últimos sucesos económicos percibiremos los signos de la confrontación: por un lado, el Estado queriendo controlar al capitalismo, pretendiendo que éste se porte bien, tal es el caso de la carne, y por el otro, el sector capitalista usando sus viejas artimañas: escondiendo productos, cuestionando la legalidad de las leyes con las que el Estado pretende controlarlos, quebrando carnicerías, subiendo los precios, evadiendo controles, presionando de mil maneras.

No hay dudas, el capitalismo se resiste en lo económico, y muchas veces con éxito, al avance del Socialismo. Esto se ve con nitidez en el sector alimentación, la empresa privada por un lado ayudada por sus medios de deformación crea imagen de desabastecimiento, de ineficacia, y por el otro se propone para resolver el problema, ya coquetean con Mercal.

Dan la sensación de que la sociedad a través del Estado es incompetente, y que necesita a la empresa privada para resolver los problemas sociales. De aquí se deducirá, entonces, que el Socialismo no es viable, que lo posible es un capitalismo humano. Ya las grandes empresas nacionales, como Polar y Banesco emprenden costosas campañas mediáticas mostrando sus obras sociales, dan la imagen de poder desarrollar labor filantrópica que equiparan a las Misiones.

La manipulación está consumada, el espejismo se ofrece a la opinión pública: la empresa privada capitalista resuelve, el Estado revolucionario, representante de la sociedad es ineficaz. La empresa privada es eficaz, la pública es ineficaz. Conclusión: ¿Para qué Socialismo?

La lucha contra la arremetida económica y ética del capitalismo es el frente de batalla principal, porque allí se debilitan los fundamentos del Socialismo. Entonces, hacia allá debe ir nuestro mayor esfuerzo.

La batalla sólo se gana construyendo Socialismo, en lo material y lo espiritual.

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

21.3.07

SOCIALDEMOCRACIA AL DESNUDO

Desde que el Comandante Chávez inició el debate sobre el Socialismo, afloraron diversas posiciones. Veamos.

En particular resaltan quienes defienden un Socialismo como el francés o el español. No aceptan ninguna amenaza a la propiedad privada de los medios de producción ni a la democracia representativa oligarca. Afirman que es necesario construir una nueva elite empresarial “patriótica” y “socialista”. Son los más críticos del llamado “Socialismo de Estado”. En pocas palabras, pretenden un Socialismo sin tocar el capitalismo. Socialismo estéril, eunuco, que pretende ser una “hoja de parra” para relanzar un capitalismo remozado bajo un antifaz socialista.

La idea de erigir un Socialismo con las relaciones económicas y valores del capitalismo no es nueva. Es la esencia de la tradición socialdemócrata que se agotó desde hace décadas. ¿Qué gobierno socialdemócrata condujo al Socialismo a lo largo de la historia? ¿CAP, Francois Miterrand o Felipe González?

Intentar conducir la Revolución Bolivariana por el sendero socialdemócrata es un fraude. Es meter el capitalismo de contrabando. Ahondemos.

El “Estado nacional” fue un formidable invento del capitalismo para aupar la propiedad privada, que en su forma más acabada constituyó el capitalismo de Estado. No hay nada más estatista que el capitalismo: “un estado para el capital y el mercado”. ¿Hubo un capitalismo más estatista que el venezolano? Pero los mercaderes socialdemócratas nunca se pronunciaron contra el capitalismo de Estado, más bien siempre fueron sus adalides. Su consigna es: “Todo el Estado al capital”. Estado para el capital, sí, para la propiedad social, no.

Es de la mayor relevancia desnudar el parapeto socialdemócrata. El Socialismo es el reino de lo social sobre lo privado, única forma de realización plena de la individualidad. Cuando la socialdemocracia hace un punto de honor en la defensa de la propiedad privada de los medios de producción, muestra su esencia oligarca y nos traslada a un falso problema. El Socialismo nunca y en ningún lugar fue la eliminación total de la propiedad privada. Socialismo es la hegemonía de la Propiedad Social y la subordinación de lo privado a los intereses de la sociedad, proceso que siempre tendrá que adecuarse a las condiciones específicas de cada momento histórico.

Otro punto de honor de la socialdemocracia Bolivariana, es la defensa de una supuesta democracia, y este tema merece una columna especial. Pero adelantemos, ¿Cuál democracia defiende la socialdemocracia? ¿La democracia revolucionaria o la democracia para el capitalista?

El “Sociocapitalismo” socialdemócrata no necesita Pueblo, ni conciencia, ni movilizaciones. Le interesa una masa inerte e inculta, incapaz de movilizarse concientemente en pos de conquistas socialistas. El socialdemócrata, más allá de la retórica, rechaza el control popular, las elecciones por las bases, la rendición de cuentas frente a la población. Necesita vaciar la Revolución de Pueblo con conciencia, para ahogarla en un marasmo de instituciones ineficientes y burocráticas, sólo útiles a los intereses del capital.

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

¡La socialdemocracia no es Socialismo!

¡Hagamos el Socialismo, no hay excusa!

20.3.07

SOCIALDEMOCRACIA NO ES SOCIALISMO

Cuando el Comandante, en el Aló Presidente del domingo 18 de marzo, habló de la unión de los socialistas y la actitud de algunos partidos remolones a la unidad, introdujo un elemento teórico que eleva el nivel de la discusión. Veamos.

El Comandante fue a las profundidades del problema cuando dijo que esos partidos tenían una conducta socialdemócrata, y añadió con firmeza: “socialdemocracia no es Socialismo”. A partir de esas palabras el problema de la unidad dejó de ser un asunto de conducta personal, y entró en el ámbito de las ideologías que se disputan la hegemonía de la Revolución Bolivariana. Es por lo tanto saludable refrescar las tendencias que se mueven en el campo bolivariano. Revisemos las más importantes:

Primero, tenemos las posiciones que el Comandante calificó de socialdemócratas, gruesos contingentes de esta posición se han desprendido a lo largo del camino, y con los últimos acontecimientos, continúan desprendiéndose.

Segundo, encontramos las posiciones desarrollistas, con sus varias formas de presentación, que plantean estimular un capitalismo nacional, acompañado de un Estado que realice grandes obras de infraestructura que apuntalen ese capitalismo.

Tercero, las posiciones revolucionarias que verdaderamente creen posible ir hacia el Socialismo, sin remilgos, sin excusas, y están fuertemente fundidas con esta posibilidad y por ella luchan. Son los que hacen suya la consigna de “Patria, Socialismo o Muerte”.

Las dos primeras posiciones, la socialdemocrática y la desarrollista, por supuesto no son socialistas, son variantes del capitalismo, enemigas del Socialismo.

Las dos son espectros del pasado, entrampadas en un mundo globalizado en el que no son posibles las economías capitalistas nacionales independientes, en un mundo que reclama urgente un polo socialista, capaz de librarse del designio del norte.

Estas posiciones antisocialistas tienen cada una su expresión política, se enfrentan entre sí, luchan por la hegemonía, suman fuerzas, se alían con otros sectores, se nutren del erario.

Hoy con la negativa de esa fracción de la socialdemocracia de ir a la organización única, los revolucionarios debemos hacer esfuerzos teóricos y prácticos para que esta situación no sea una victoria de la corriente socialdemócrata-desarrollista, sino una oportunidad de avance del Socialismo.

Debemos profundizar esta Revolución Socialista, entender que la Revolución es un cambio profundo en la cultura, y que todas las acciones deben ir dirigidas a establecer este cambio cultural. Debemos profundizar.

Necesario es agruparnos, jugar cuadro cerrado alrededor de las siguientes ideas:

Primero, fortalecer la organización única de los socialistas.

Segundo, reactivar la consigna de “con Chávez todo sin Chávez nada”.

Tercero, discutir con irreverencia dentro de la Revolución, manteniendo la fidelidad en la acción.

Cuarto, construir la hegemonía de la propiedad social de los medios de producción.

Quinto, estimular la conciencia del deber social.

Sexto, movilizar al Pueblo. El Pueblo debe participar en todas las tareas que el Socialismo requiera, esta es la única manera de ganar la gran batalla cultural que es la Revolución.

¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

¡Combatamos los extravíos del camino socialista!

19.3.07

LA FACTURA DEL DIABLO

Parece, muchos signos así lo indican, que la marcha hacia el Socialismo se interrumpe, se extravía en un tremedal de discusiones y distracciones banales. Los dirigentes dan muestras de no entender la gravedad del momento y se consumen en la miopía que naufraga los procesos redentores.

Se comportan como si este proceso tuviera opción diferente al Socialismo. Usan variadas formas para evitar avanzar, falsifican al Socialismo, o, con descaro, lo remiten a épocas futuras que se pierden en la bruma de los tiempos.

Ante esta situación cabe una pregunta: ¿Cuál sería nuestro futuro sin el Socialismo? Veamos.

Venezuela tiene grandes problemas sociales: los niños de la calle, la marginalidad, poca producción, egoísmo, inseguridad, vivienda, etc. La Revolución Bolivariana ha hecho grandes esfuerzos por resolver estos problemas, se han dado importantes pasos hacia la dignificación de los humildes. Con la Revolución los desposeídos tienen voz, se saben queridos por el Estado, ya el desprecio acompañado de represión es cosa del pasado, ahora el humilde se reconoce con derechos y los ejerce. En resumen, la Revolución despertó al Pueblo, le creó expectativas, y tiene el deber de conducirlo a terrenos de verdaderas soluciones.

La solución no está en el capitalismo, insistir en el camino capitalista es suicida para la Revolución. La única vía es el Socialismo, porque lo que ha fracasado es la cultura capitalista. La solución a los problemas sociales no es posible sin una sustitución cultural, y eso sólo es posible construyendo el Socialismo que es, en esencia, una nueva cultura.

Insistir en la vía capitalista es hacer un pacto con el diablo, y el diablo capitalista tarde o temprano nos pasará la factura. El cobro de la factura sería inevitable, lo que queda por ver es qué forma adoptaría.

Puede ser en forma de jacquerie, de motín: la energía popular frustrada estalla en millones de iras individuales, que sumadas constituyen una gran ola que produce sólo destrucción y deja constancia del fracaso de la dirigencia, tal como el 27 de febrero.

O puede presentarse como fascismo, similar al Chile de pinochet.

Habrá otras posibilidades, no obstante, lo único seguro es que el pacto con el diablo capitalista, tarde o temprano pasa la cuenta.

La hora es de grandes posibilidades revolucionarias y también de gran peligro: vivimos encrucijada fundacional. Es deber de los revolucionarios desechar mezquindades, agruparse alrededor del Comandante y de las ideas del Socialismo, y junto al Pueblo avanzar.

Es necesario ir al Socialismo con fuerza, con exceso, si nos equivocamos que sea por exageración. Que el país, el continente y el mundo sientan que este Pueblo se empinó y con decisión se lanzó por el camino del Socialismo. Que el mundo oiga y sienta nuestra marcha triunfal.

¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!

¡Sin propiedad social y conciencia social, no hay Socialismo!

¡Sin organización única de los socialistas, no hay Socialismo!

¡Sólo el Socialismo es Revolución!

¡El Comandante es Socialismo!

¡Sin Socialismo no hay esperanzas!