10.7.10

¿PODRÁ EL HOMBRE SOBREVIVIR A SÍ MISMO?

Es una realidad aceptada por todos que la humanidad corre peligro de extinción. Los países más desarrollados buscan soluciones a la amenaza que ellos mismos son. El mundo todo se reúne en conferencias, Kioto, Copenhague, México, forman un rosario de incapacidades. Las más elevadas mentes del planeta pregonan en el desierto, advierten el peligro frente a un mundo sordo embriagado de inmediatez.
La pregunta que surge angustiosa, es: ¿Podrá el Hombre sobrevivir a sí mismo?
Algunos científicos ya claudicaron, y concluyen que el Hombre es una plaga que sólo la naturaleza podrá controlar. La Humanidad no tiene la capacidad de cambiar el rumbo de destrucción.
Los humanistas, los que creen en el Hombre, los que están convencidos de que el Hombre no es una pasión inútil, siguen luchando por la sobrevivencia de la especie, porque sea la Humanidad su propia cura. Son pocos y son débiles. Los atrapados en la lógica del capitalismo son aplastante mayoría, y tienen poder.
La lucha de los socialistas es la lucha por la Humanidad. El Socialismo es la única posibilidad que tiene la especie de sobrevivir. Se trata de una confrontación definitiva y difícil del hombre contra el hombre, o más preciso: del hombre del capitalismo contra el hombre del Socialismo.
Es así, ya no hay tiempo para melindres, para gambetas teóricas, para florituras, el Socialismo no puede hacerse con la cadencia de los ritmos de la política burguesa, obteniendo pequeños triunfos, haciendo un buen gobierno ¡No! ¡No hay tiempo! El mundo se desmorona frente a nuestros ojos, es necesario un corrientazo, conmovernos, sacudirnos. No podemos conformarnos con una transición infinita, el mundo, la Humanidad espera de nosotros un ejemplo, que mostremos que somos una sociedad referencia de lo posible, que lo demostremos hoy.
Ese es nuestro reto, la Humanidad lo reclama.
Esta sociedad no puede seguir, por ejemplo, consumiendo gasolina y electricidad como un monstruo voraz que se digiere a sí mismo, o quemando divisas en mantener contenta a una clase media insensata que calma sus neurosis con consumismo. No podemos seguir siendo primeros importadores de licores o de agua fina. Así no somos ejemplo para nadie, estamos cavando nuestra sepultura y la de la Humanidad.
Es necesario tomar medidas heroicas para restituir el sentido de sociedad, para que se controle a sí misma y el Hombre salve al Hombre. Es indispensable superar los caprichos de unas reglas heredadas de la burguesía, distorsionadoras del hombre, fragmentadoras de su condición social, que tuercen su autopercepción con manipulaciones mediáticas.
No podemos seguir danzando alrededor del becerro de oro, ese es el camino a la extinción. Debemos correr el riesgo de convocar al pueblo para la grandeza de crear un ejemplo para el mundo, de señalar el camino hacia una nueva sociedad guiada por profundos sentimientos de amor, hacia el Socialismo.
Los revolucionarios deben ligar las tareas tácticas con la gran tarea estratégica de la creación del ejemplo socialista.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!

9.7.10

LA BATALLA ESPIRITUAL

Los depositantes del banco de mezerane se enardecieron contra el Comandante y contra el chavismo, al punto de querer lapidar a un reportero del Canal 8. El hecho es muy importante para un análisis de la situación.
Si aceptamos que el principal escenario de la confrontación es el espiritual, tendremos que admitir que el enemigo oligarca tiene extraordinario éxito con su base social: ha conseguido desquiciarla, inocularle odio, ingrediente esencial del fascismo. Le ha creado la capacidad de asimilar cualquier mentira, de consentir toda crueldad, con tal de disipar a los fantasmas que la perturban.
Ya colonizaron a su base social, la endurecieron, tienen un solo objetivo: salir de Chávez, truncar la Revolución, ese es su mandamiento central, a ese obedecen todas sus acciones.
Ahora intentan confundir a la masa bolivariana, saben que el campo de batalla principal es el espíritu, y hacia allá enfilan sus mejores armas. La Revolución debe enfrentarlos donde se desarrolla la contienda principal.
Lo primero es entender que se trata de una guerra, entonces, las reglas son diferentes a las reglas de la “Santa Paz”. Es así, con esta visión, que debemos evaluar las acciones. El código revolucionario es muy estricto, y debe serlo más en la guerra. El mandato central de ese código es: “El deber de un Revolucionario es hacer la Revolución ”.
De allí que todo lo que favorezca a la Revolución es ético, es válido, y todo lo que atente contra ella es condenable.
Ahora bien, la Revolución Bolivariana, que es un proceso pacífico, inédito, presenta una fuerte etapa de convivencia con el sistema oligarca capitalista, que va desde lo económico hasta lo filosófico. Esta convivencia trae necesariamente confusión: las éticas, los valores de los dos sistemas se mezclan, los objetivos se entrelazan, los discursos se difuminan, pierden sus límites.
Esta confusión produce una paradoja: acciones altamente revolucionarias, que salvan a la Revolución de un peligro inminente y en su momento son heroicas, al ser juzgadas con las reglas, los valores de la oligarquía, resultan condenables, y sus ejecutantes penados por los oligarcas y por los revolucionarios confundidos.
Así la Revolución pierde credibilidad y aceptación: no hemos sabido explicar y explicarnos la situación de guerra en que estamos, y no terminamos de entender que es el espíritu el eje de toda actividad revolucionaria.
La fase que vivimos es compleja, la convivencia capitalismo - Socialismo, trae necesariamente confusión. Y cuando dos sistemas se enfrentan, la confusión favorece al sistema dominante. Esta confusión que vivimos favorece al capitalismo porque impide el desarrollo de la pasión heroica, del espíritu revolucionario.
De allí que debemos defender las acciones Revolucionarias en su visión estratégica, por ejemplo, debemos corregir las deficiencias de Barrio Adentro, pero no podemos dejar que la oligarquía, sus voceros, lo juzgue ¡No tienen moral! A ellos no corresponde evaluar los errores que comete la Revolución, los problemas de la Revolución competen al pueblo humilde, nunca a los oligarcas ¡A la oligarquía ni tantico así! A la Revolución la absuelve la historia.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!

8.7.10

CRISTO Y BOLÍVAR TAMBIÉN FUERON ACUSADOS POR LOS INDIGNOS

La cúpula de la iglesia católica, el Sanedrín de hoy, fiel siempre a los intereses de los mercaderes del templo, arremete contra las posibilidades de redención de los pueblos. Esa es su misión: proteger al sistema que esclaviza, impedir que los cautivos se rebelen, ser válvula de seguridad de los sistemas de explotación.
Son expertos en el cumplimiento de su papel, lo ejercen desde hace milenios. Su mejor arma es la acusación de ¡Anatema! Veamos.
Instalan en el inconciente colectivo un miedo irreflexivo, que activan a su conveniencia, y de esa manera manipulan a las sociedades.
A Cristo lo acusaron de violar las leyes divinas, y se lo entregaron al imperio romano, lo crucificaron.
Bolívar siempre fue imputado de “masón”, insidia que en aquellos tiempos activaba los miedos inconcientes, lo tildaron de “jacobino”, “loco”, “amigo de los negros”. En esa época los púlpitos eran cadenas de esclavitud.
La causa independentista se hizo en feroz batalla contra la jerarquía eclesiástica, que calificaba a la Independencia de “empresa contra Dios”, y sacaban a vírgenes y santos a las batallas contra los próceres. Acusaron a los patriotas del terremoto de 1812. Recordemos que aquí intentaron ligar el deslave de la Guaira con la Revolución.
Miranda también fue acusado por los jerarcas de la iglesia de “masón” y de “jacobino”, “amigo de los negros”. Estos Anatemas contribuyeron al fracaso de su expedición. Es así que la Bandera nuestra, la que trajo Miranda, nace en enfrentamiento con la elite eclesiástica.
Es así, los ejemplos recorren la historia de la humanidad. Se puede afirmar que al aparecer un intento de liberación humana, inmediatamente surge la idea y la acción que intenta yugular la esperanza. Cada vez que el hombre elige ser libre, se topa con la elite de la iglesia. Hasta Don Quijote se topó.
Todos los esfuerzos de liberación de la humanidad se han enfrentado a las cúpulas que llevaron a Cristo a la Cruz , lo entregaron al imperio, y después de su muerte se apoderaron de su Iglesia.
Hoy el Sanedrín se ensaña contra Chávez, contra la Revolución, desenvaina su mejor Anatema, nos acusa de ¡comunistas! Activan el miedo irreflexivo, es un signo inequívoco de que marchamos, nos movemos. Algo bueno debemos tener que la canalla esgrime la misma técnica que usó contra Cristo y contra Bolívar. La acusación nos honra.
Sin embargo debemos estar alertas: cuando la mesa de los obispos toma partido de una manera tan evidente, cuando sale de su ambigüedad, es señal de que algo grande se cocina. Así lo hicieron en abril, en diciembre.
Es necesario que defendamos el proyecto Socialista Bolivariano, profundizándolo en todos los terrenos, en la ideología, la organización, los logros. Explicando sus bondades, difundiendo sus logros materiales, y exaltando su mayor conquista: haber rescatado la autoestima de los humildes, que ahora están en condiciones de buscar y reconocer los caminos de su felicidad.
¡Chávez es Socialismo!
¡Los indignos, tal como en abril y diciembre, serán derrotados!

7.7.10

EL TRIDENTE REVOLUCIONARIO

El éxito revolucionario, necesariamente, es antecedido por un triunfo en la pasión, que se transforma en ideología y luego deviene en victoria organizativa. Pasión, ideología y organización, ese es el tridente revolucionario.
La pasión es el eje de la acción revolucionaria, sin ella la ideología queda como un simple ensayo académico, y la organización un andamiaje inútil. No obstante, ella aislada será solamente una efervescencia sin trascendencia.
El Libertador conocía estos tres pilares, y los usaba a la perfección: su organización militar era exitosa, su ideología aún nos ilumina, pero sobre todo supo insuflar en la sociedad la pasión que sólo las grandes metas pueden encender, ese era el eje de la Independencia, sin esa pasión, que aún hierve, sería impensable la gesta.
“¡Soldados! Vais a completar la obra más grande que el cielo ha encargado a los hombres: la de salvar a un mundo entero de la esclavitud”.
Así inicia el Libertador su arenga antes de la Batalla de Junín. Esas palabras motorizaron el triunfo: una gran tarea, una gran pasión.
Hoy, cuando estamos enfrentando una feroz arremetida enemiga que tiene como objetivo disminuir la pasión revolucionaria del pueblo, nuestra estrategia debe contemplar responder fundamentalmente en ese terreno.
Es en el corazón donde anida la Revolución. Recordemos abril, primero fue la pasión del pueblo civil y militar, aquella fue una batalla del sentimiento, así se pudo derrotar la afrenta oligarca.
Para las elecciones parlamentarias debemos afinar la organización, eso nadie lo discute, pero el triunfo lo dará, será medido, por la pasión que consigamos despertar en el pueblo. Solamente esa pasión se transformará en ideología y organización triunfante, y como decía el Libertador a sus soldados en Junín: “seremos invencibles”.
Es fundamental proteger la pasión popular, dotar a los bolivarianos de razones sagradas por las cuales luchar, explicar las obras que “el cielo nos ha encargado”, sólo así cosecharemos triunfos.
La arremetida enemiga y nuestra respuesta deben ubicarse en un escenario de guerra. Explicar que las razones de esa guerra tienen que ver con la decisión de esta Revolución de emprender la hermosa aventura de fundar otro mundo, de superar al capitalismo, de crear relaciones humanas salvadoras de la especie y de la vida. Ese ejemplo moral, espiritual, es la razón fundamental de la agresión.
Aclarar que esta Revolución, que surge de las entrañas de la sociedad, comete errores, no podía ser de otra manera, los aceptamos, pero lo que no se puede dudar es que en una Revolución que tiene como centro al humano, al pueblo, sus errores surgen en gran medida de la pasión de ser útil a los humildes. Es preferible un error en el camino de la redención del pueblo, que un éxito en el camino de la esclavitud oligarca.
Y, lo más importante, el pueblo debe ir a septiembre con la pasión y la lealtad de los que defienden a la Patria socialista y a su líder.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
¡Sin Socialismo no hay Vida!

6.7.10

UN CHÁVEZ NO SE IMPROVISA

Las revoluciones, siempre, se resumen en un líder. Esta afirmación puede parecer sacrilegio a los teóricos, pero la historia autoriza la sentencia. Veamos.
Los pueblos fijan su esperanza, la concretan en personajes, muchísimas veces los elegidos no corresponden a los sueños de los humildes, al contrario, los engañan, los llevan al patíbulo oligarca. La historia triste de la traición a los humildes abunda.
Pero un día llega alguien que establece esa conexión con el pueblo, las masas irredentas se identifican con él, y juntos comienzan a recorrer la vía de la lealtad, ese día se da el primer paso para una Revolución.
¿Por qué? ¿Cómo se establece esa conexión?
Nadie tiene la respuesta. Muchos la buscan, y no consiguen establecerla: se pierden en la falsía, en el cálculo, en la entrega con red de seguridad. Otros son héroes revolucionarios que elevaron la llama a destiempo. Son tantos los factores que forman la conexión, que sin sonrojo podemos calificarla de milagro.
Hablemos de Chávez: Hugo irrumpe en la vida pública asumiendo, criticando y criticándose, tres cualidades escasas en aquella época de voluntades untuosas, de dejadez de objetivos, de renuncia a ideales hermosos.
El pueblo humilde, los desposeídos, los preteridos, los que siguieron al Libertador en el Paso de Los Andes, los sin identidad, los que identificaron a Zamora como suyo, los que no sabían leer, esos establecieron una nueva conexión, y Chávez dejó de ser Chávez para transformarse en Esperanza. El humilde no se equivocó, esta vez no hubo traición, entonces, la conexión de los próceres, de Zamora, de Fabricio, regresó, el milagro se hizo, y el continente se asombró.
Esa conexión, única en siglos, no tiene réplicas, no hay segundas oportunidades, no se transfiere. El proceso se da con Chávez o no se da. No hay lugar para otras opciones, ni regionales, ni nacionales.
Esa conexión, que es la esencia de la Revolución, no se improvisa, no sale de un laboratorio, va más allá de las elecciones y los tiempos. Por eso hay que cuidarla, debe tener un tiempo diferente a las elecciones que fraccionan los procesos, debe trascender el tiempo político y asirse al tiempo histórico. Es decir, no nace ni termina con las elecciones.
Debemos defenderla identificando los escenarios del enfrentamiento, estableciendo prioridades, y allí actuar. Es así que habrá momentos para el énfasis en lo organizativo, acerar la estructura, pero siempre será momento para expandir la pasión por la Revolución, para dotar al humilde de razones sagradas por las cuales luchar, para combatir las manipulaciones groseras de los enemigos.
Siempre debemos dar la pelea en lo ideológico, las debilidades ideológicas son aprovechadas por los oligarcas para lesionar a la Revolución. Debemos explicar las acciones revolucionarias, combatir las mentiras: ellos hablan de expropiaciones, cuando lo que hay son recuperaciones de lo que pertenece a los humildes, restablecimiento de la justicia, combate al robo oligarca.
Y siempre debemos defender al Comandante: los oligarcas saben que mientras exista la conexión Chávez – Pueblo la Revolución será invencible.
¡Chávez!

5.7.10

EL CONCEPTO PUEBLO-REVOLUCIÓN EN EL LIBERTADOR

Si estudiamos el concepto Pueblo-Revolución en el Libertador, encontraremos como rasgo principal que no es estático. Él creía, y eso subyace en su obra, que el pueblo se educa, aprende, a medida que la lucha por crear un nuevo mundo se desarrolla, y de ese aprendizaje debe depender la relación Pueblo-Revolución.
En el Manifiesto de Cartagena en 1812, expone El Libertador:
“¿Qué país del mundo, por morigerado y republicano que sea, podrá, en medio de las facciones intestinas y de una guerra exterior, regirse por un gobierno tan complicado y débil como el federal?.... Es preciso que el Gobierno se identifique, por decirlo así, al carácter de las circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo rodean. Si éstos son prósperos y serenos, él debe ser dulce y protector; pero si son calamitosos y turbulentos, él debe mostrarse terrible y armarse de una firmeza igual a los peligros, sin atender a leyes, ni constituciones, ínterin no se restablece la felicidad y la paz”.
Temprano desarrollaba su concepto de la relación Pueblo-Revolución adaptada a las circunstancias. En otras palabras, un profundo “sentido del momento histórico”.
En el Congreso de Angostura, 1819, precisa su concepto:
“Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiado, son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia… La libertad, dice Rousseau, es un alimento suculento pero de difícil digestión. Nuestros débiles conciudadanos tendrán que enrobustecer su espíritu mucho antes que logren digerir el saludable nutritivo de la libertad”…
Después de Junín y Ayacucho, cuando ya la América era libre, entonces, Simón Bolívar nos alecciona... Y el 10 de febrero de 1825, en Lima, devuelve al Congreso del Perú los poderes dictatoriales que éste le había conferido el año anterior, cuando la existencia de la República estaba en juego.
En Santa Marta, 1830, se lamenta de un pueblo que, víctima de la ambición, la intriga y la inmadurez, lo derrotó, asesinó la esperanza.
La enseñanza es clara: la tarea de la Revolución es conducir al pueblo, sacarlo de las tinieblas, de la ignorancia, de la esclavitud. Si comete el error de “no identificarse, al carácter de las circunstancias, de los tiempos y de los hombres que lo rodean”, padecerá en medio de un pueblo abusado en su credulidad.
¡San Pedro Alejandrino no se repetirá!

4.7.10

LA IDEOLOGÍA EN EL PODER SE HACE DOMINANTE

La Revolución Pacífica, inédita en el mundo, debe construir su camino y simultáneamente adaptar a sus circunstancias la experiencia y la teoría universal revolucionaria. En esta situación los peligros son grandísimos, abundan los extravíos, los engaños, los camuflajes. Es como avanzar en un terreno minado, donde las minas hablan y actúan.
La Revolución no podrá tener éxito en este camino sin consolidar el más importante asunto de la Revolución Pacífica, el de la ideología. Veamos.
Una Revolución necesita tomar el poder político, porque desde allí es posible desbancar a la ideología burguesa dominante, y convertir a la ideología revolucionaria proletaria en hegemónica, en dominante. Es decir, esa nueva ideología desde allí puede impregnar a la sociedad, conducirla.
Siendo así, la ideología revolucionaria, que se refleja desde el poder político, es fundamental en la consolidación de la Revolución incipiente: debe ser Revolucionaria al exceso, ejemplo claro que muestre el camino.
Esto es muy importante y muy peligroso en una Revolución Pacífica que cohabita con el enemigo oligarca y transita un largo trecho con la institucionalidad heredada del viejo sistema capitalista que se quiere sustituir.
En una Revolución Pacifica la lucha de las dos ideologías que se confrontan por la dirección de la sociedad, crea una atmósfera de confusión en el poder, y de allí perfunde al resto de la sociedad. Al no concientizar que la Revolución Pacífica necesariamente debe cruzar esta bruma ideológica, se corre el riesgo de la pérdida del rumbo.
Lo primero que se debe precisar es que la convivencia estratégica entre las dos ideologías no es posible, se trata de una guerra a muerte, sólo una de ellas puede guiar a la sociedad, sólo una saldrá victoriosa. Los intentos de convivencia, así lo dice la historia, terminan por facilitar la derrota de la Revolución.
La convivencia es un trayecto amargo que la Revolución Pacífica debe recorrer, nunca una meta para anidarse allí. La existencia marcada de las dos ideologías es un indicativo de la lucha que se libra en el interior de la Revolución.
Esta situación de pugna por la hegemonía trae consecuencias prácticas, que sólo se pueden entender ubicándolas en el momento que vive el proceso. A veces en algún sector de la sociedad el proceso se encarna en personajes francamente oligarcas, se conocen casos. A veces las medidas favorecen al campo contrario, otras veces se propagan doctrinas fragmentadoras de la sociedad, es decir, contrarrevolucionarias. En muchas ocasiones sentimos el empuje vigoroso del avance revolucionario. Todo es reflejo de la cruenta lucha ideológica que ocurre en la Revolución.
En esta etapa de bruma forzosa, los revolucionarios deben afinar la teoría, combatir con fuerza las desviaciones, las proposiciones que desarman. Y, sobre todo, deben estudiar, prepararse para los combates teóricos: cada uno debe ser un miliciano del pensamiento. No olvidemos que una Revolución triunfa o perece, antes que todo, en la ideología.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
¡Socialismo es Estudio!