En las olimpiadas de China sucedió algo que merece estudio profundo de todos los revolucionarios del planeta.
Fidel, en sus reflexiones, nos habla del incidente. Veamos.
… “el incidente del atleta cubano de taekwondo Ángel Valodia Matos —campeón olímpico hace 8 años en Sydney— cuya madre murió cuando él competía y ganaba la medalla de oro a 20 mil kilómetros de su patria, asombrado por una decisión que le pareció totalmente injusta, protestó y lanzó una patada contra el árbitro. A su propio entrenador lo habían tratado de comprar, estaba predispuesto e indignado. No pudo contenerse.”
“El atleta acostumbraba enfrentar valientemente las lesiones que suelen ser frecuentes en el taekwondo. El árbitro le suspendió el combate cuando estaba ganando tres a dos. No fue el único caso. Es muy grande el poder del árbitro en ese tipo de competencias y ninguno el de los atletas”…
“No estoy obligado a guardar silencio con la mafia. Esta se las ha arreglado para burlar las reglas del Comité Olímpico”…
La situación es clara, Ángel reaccionó indignado frente a una “legalidad” injusta. Esta acción nos lleva a reflexionar sobre las cadenas psíquicas de la dominación. Expliquemos.
La dominación oligarca se ejerce principalmente a través de una legalidad que la legitima, la legaliza. Esta legalidad se instala en el alma del dominado, e impide cualquier acto de insubordinación, lo esclaviza.
Es asombrosa la eficacia de esta dominación: en las olimpiadas la legalidad demostró estar al servicio de los grandes intereses económicos, fue evidente que los jueces favorecieron a esos intereses, los intentos de compras y sobornos a atletas y técnicos se hizo con impunidad.
¡Y no obstante sólo un hombre se rebeló! ¡Sólo uno, entre miles, vibró de indignación!
Las preguntas que surge es ¿Cuál es el mecanismo que hace que unas olimpiadas, cada vez más corrompidas, no produzcan indignación en más atletas, por qué se acepta pasivamente la infamia?
La respuesta es muy importante para la humanidad: el mecanismo que mantiene sumisa a las olimpiadas, es el mismo que mantiene sumisa a sociedades enteras, a dirigencias políticas, es el mismo que impide las revoluciones.
En las Revoluciones Pacíficas como la nuestra el estudio del asunto tiene carácter de vida o muerte. El respeto exagerado de los revolucionarios a la “legalidad” oligarca, la falta de patadas rebeldes, entrega inerme a las revoluciones en manos de los oligarcas. Así sucedió con Allende, quien hasta el último aliento respetó la legalidad de los oligarcas que lo estaban derrocando. Allí hizo falta una Patada Rebelde.
La legalidad oligarca está tallada para la dominación, debe ser sustituida por la legalidad revolucionaria, destinada a defender el camino de redención de los humildes.
Las olimpiadas piden a gritos una Revolución, la Patada Rebelde debe ser el inicio de un cuestionamiento a fondo, que busque caminos para impedir que conviertan cada vez más a las olimpiadas, al deporte, en un mercado de lo perverso.
¡Lo que atente contra el Socialismo es ilegal!
¡Chávez es Esperanza Socialista!