12.1.07

TRES GOTAS DE UN MISMO MANANTIAL

El camino de la Revolución está cementado con lo mejor de lo humano, allí los heroísmos se confunden con los martirios en una misma vocación: la lucha tenaz por la redención del humano.

Los revolucionarios debemos siempre, reflejarnos en el sendero de la historia para nutrirnos de ejemplos, de enseñanzas, y de la energía integradora que viene del principio de nuestra nacionalidad.

Es esencia de la lucha de los Pueblos recomponer a la sociedad, y esto no es posible sin recuperar la memoria, unificar las luchas, reconocer enemigos y abrazar aliados.

Fueron vanos los intentos de la oligarquía por fragmentar nuestra historia, por hacerla inocua.

Fechas llenas de lecciones abundan en la historia Patria y continental. El diario VEA, en sus sección de efemérides, nos ofrece al 10 de Enero como uno de esos días donde brotan cátedras de lucha. Veamos.

El 10 de Enero de 1827 Bolívar entró en Caracas, venía a combatir las intenciones separatistas de la oligarquía valenciana, y los extravíos del General Páez. El 10 de Enero de 1860 asesinaron a Ezequiel Zamora. El 10 de Enero de 1924 fue asesinado, en México, Julio Antonio Mella.

Debemos preguntarnos ¿qué une a estos tres sucesos, aparentemente separados en el tiempo y aislados en la historia?

Son hitos, de la misma lucha por la redención del humano, de la batalla incesante contra las oligarquías que siempre se resisten al avance de los Pueblos.

Bolívar fue víctima de la oligarquía mantuana que supo capturar el alma de próceres ambiciosos, Páez uno de ellos, el Comandante Chávez se encargó de recordarnos la traición del “Taita”.

Zamora, triunfante, al frente de los guerreros que continuaban la obra que el Libertador dejó inconclusa, cae también bajo la infamia oligarca. Una bala pospuso el sueño.

Julio Antonio Mella, un muchacho militante de las ideas que adentraban al continente en los nuevos siglos, un luchador contra las dictaduras, pero sobre todo, un innovador de las teorías de liberación. Padeció la garra larga de las oligarquías del continente y fue asesinado en Méjico. Era cubano, o mejor digamos, era un revolucionario, es decir, pertenecía a esa gran Patria que no acepta más fronteras que las de la posición en el campo de batalla por la redención del humano, y a la que pertenecen todos los capaces de temblar de indignación frente a la injusticia. Él estaba del lado de los humildes, del lado de los Pueblos, era nuestro hermano.

Los tres sucesos son parte de la misma batalla que se desarrolla desde el inicio mismo de la nacionalidad, es la misma batalla que dio Bolívar en todo el continente, porque entendía que la oligarquía traspasa fronteras y se une cuando de defender sus privilegios se trata.

Una batalla que hoy continúa aquí en Venezuela, de la que somos parte y en la que estamos obligados a triunfar.

¡Construyamos el Socialismo, no hay excusas!

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!

PARTIDO UNICO Y ORGANIZACIÓN SOCIAL.

El Comandante ha puesto en el centro de la discusión la formación del Partido Único Socialista. Para analizar el asunto lo primero que debemos hacer es establecer sus relaciones con otras materias fundamentales de la Revolución. Veamos.

El partido tiene relación con la función que le otorguemos. Ya el Comandante ha explicado que el MBR tenía una función clandestina, así lo ameritaba la tarea revolucionaria en ese momento, después el MVR, tuvo una función eminentemente electoral, y la cumplió muy bien, de allí salió invicto.

La pregunta que ahora surge es cuál es el papel del partido único, qué lo hace necesario, qué lo diferencia del MVR, cuales son las nuevas funciones y la nueva morfología que lo adapta a esas funciones. Busquemos respuestas.

La Revolución llegó a un punto donde es necesario romper con el sistema de consulta de la voluntad popular, propio de la oligarquía y con la estructura política que le es consustancial.

Las elecciones de la oligarquía eran (son) una forma de consulta popular precaria que no integran a la sociedad, se limitan a una manifestación de voluntad fugaz que se esfuma en el instante que lleva votar. Después no queda nada.

La oligarquía, hábil en su engaño, nos hizo creer que la elección en primer grado es la más democrática, cuando sólo es una manera de escamotear la organización del Poder Popular.

Por supuesto, que a ese tipo de consulta oligarca corresponden partidos que son simplemente maquinarias electorales.

La Revolución necesita otro método de consulta, de participación, y por tanto de organización política, hacia allá nos lleva la proposición del Comandante.

Siendo así, la construcción del partido único, debe ir acompañada de la construcción de un nuevo tejido político y social. Dicho de otra forma, partido y organización social están fuertemente relacionados.

El tejido social se esboza en los Concejos Comunales, nos resta construir los niveles que los complementen: instancias municipal, estadal y nacional, electos desde los concejos comunales de base, escalonadamente hasta la instancia nacional, que será parte de una nueva Asamblea Nacional.

La organización política de la sociedad debe tener estructura similar a los Concejos Comunales, pero diferentes objetivos y diferentes funciones. Serán funciones de formación y conducción política, nunca de administración, no postula candidatos, debe ser referencia moral revolucionaria, sus miembros serán los últimos a la hora de los privilegios, y los primeros a la hora del deber y del sacrificio. Dicho en pocas palabras, la organización política revolucionaria debe ser territorio para la formación del hombre nuevo.

Ahora bien, la sociedad así organizada, política y administrativamente, tiene su raíz económica en la propiedad social de los medios de producción, y su fundamento ético, en la conciencia del deber social. Con esta nueva organización social estaremos dando un paso definitivo para la integración de la sociedad, yendo decididamente rumbo al Socialismo.

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!

AL PRINCIPIO…

Al principio fue la conciencia, y la conciencia se hizo Revolución, la esperanza se convirtió en posibilidad y empreñamos el camino.
No hay dudas, vivimos época de Revolución, que es lo mismo que decir, vivimos época de generación y concreción de ideas revolucionarias.
Tenemos, hemos construido, la oportunidad maravillosa y única de dirigir el destino, de ser dueños de nuestro futuro, y marcar rumbos al continente y al mundo.
No podemos fallar, no nos está permitido.
Entramos en una etapa crucial, donde lo decisivo será la claridad de las ideas: la batalla se pierde o se gana dependiendo de las ideas, ellas serán las armas.
Hay una idea que es básica, que es fundamental para tener éxito en la faena de crear nuevos mundos:
La Revolución es, tiene como fin último, la integración, el rescate de la sociedad fragmentada por el capitalismo.
En otras palabras, es recuperar la relación amorosa de los humanos entre sí, y de estos con la naturaleza. O rescatamos las relaciones amorosas, o el capitalismo con sus relaciones egoístas acaba con la especie humana y con el resto de la vida del planeta. De eso no hay dudas, la afirmación es corroborada por la ciencia y por el pensamiento de los más lúcidos.
Recuperar la relación amorosa es la misión de la Revolución Bolivariana, de la Revolución Socialista. No se puede ser Socialista sin tener como tarea este rescate. Ahora bien, cómo hacerlo, dónde está la viga maestra de la construcción que pretendemos.
La respuesta es categórica: No se puede construir el Socialismo sin sustituir la propiedad nosocial de los medios de producción y sin construir la conciencia del deber social. Expliquemos.
La sociedad está fragmentada porque tiene como fundamento ético y moral al egoísmo, porque su base económica también es el egoísmo, que no es otra cosa que el absurdo de la propiedad nosocial de los medios de producción. En otras palabras, el egoísmo en lo espiritual tiene como fundamento económico a la propiedad nosocial de los medios de producción.
Fácilmente comprendemos que la esencia de la integración social, es la conciencia del deber social, equivale a decir, la conciencia de la pertenencia a la sociedad, la conciencia de que la existencia del individuo está entrelazada con la existencia de la sociedad, que por ella y para ella existimos, que por ella somos uno, y para ella somos todo. Y esa conciencia no es posible mientras persista la hegemonía de la propiedad nosocial de los medios de producción, esto es, mientras el trabajo del hombre sea apropiado por otros hombres y no sea patrimonio de toda la sociedad.
La sociedad será cómo sea la relación entre los hombres, y la relación entre los hombres será como sea la relación de los hombres con el trabajo y con las cosas.
¡La batalla se pierde o se gana dependiendo de las ideas, ellas serán las armas!
¡Propiedad social para construir el Socialismo!
¡Conciencia social es Socialismo!


11.1.07

LOS LÍMITES DEL FUEGO

Las sociedades tienden a permanecer, conservarse, convivir. Las fuerzas que se oponen al cambio medran en los abismos del alma. Frente a ellas, las fuerzas y las ideas que impulsan a avanzar son meninas tenues en el firmamento de la imaginación, que esperan por Pueblos para transformarse en huracán constructor.

Si la condición de quietud, de miedo, prevalece, entonces, el hombre insiste en la fosa, atrapado por lo cotidiano que le impide soñar y construir.

Es así, la cultura hegemónica inculca la quietud, el viento suave, y desprestigia al huracán transformador. La Revolución es un milagro hecho por hombres del futuro, capaces de vencerse a sí mismos. No es labor de pusilánimes, esclavos inconcientes encadenados en miedos ancestrales.

En estos tiempos de Revolución Bolivariana, de posibilidades ciertas de salto del capitalismo al Socialismo, que es la Revolución más profunda que la humanidad ha emprendido en toda su historia, las anclas se tensan al máximo para impedir el avance, aparecen las mil y una excusas, las más variadas evasivas, toda suerte de disuasiones, todo para permanecer y para justificar ese permanecer.

Una de las principales tesis castradoras del cambio, es la posibilidad de hacer un trato con el capitalismo, y mantenerlo atado dentro de los límites de nuestra voluntad. De esta manera se planifican mundos como si de una receta de cocina se tratara: tanto de capitalismo, dos pizcas de Socialismo, dos cucharadas de empresas mixtas, tres terroncitos de cooperativas, medio kilo de nacionalización, un poquito de trueque, gotas de cogestión al gusto, bátase y llévese al horno. Y a los diez años estaremos en el Socialismo. ¡Que ilusos!

Se olvidan, los que así pretenden armonizar su rechazo al sistema capitalista con sus miedos al cambio, que el sistema capitalista tiene vida, se reproduce, coloniza mentes, tienta voluntades, se expande, acumula, desarrolla tentáculos que penetran las entrañas de la economía y de la mente, reclama nutrientes, en fin, el capitalismo es como el fuego que no reconoce más límites que su extinción.

Los sistemas híbridos, como el de la Unión Soviética, siempre han conducido a la hegemonía del capitalismo.

La lucha revolucionaria es por el avance de las formas socialistas y la extinción de las formas capitalistas, en algún momento pueden coexistir pero la tendencia es a extinguir el fuego capitalista, nunca a estimularlo pretendiendo convivir con él ilusionados con la ficción de poder mantenerlo bajo el control de nuestra voluntad.

No es camino revolucionario estimular formas capitalistas y el propiciar economías híbridas, que al final serán como cuervos que se comerán los avances socialistas, y los ojos de los ilusos.

¡Construyamos el Socialismo, no hay excusas!

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!

10.1.07

RADIO CARACAS, TEATRO DE DEFINICIONES

No es casual que el anuncio del Comandante de la no renovación de la concesión a Radio Caracas, haya creado tanto revuelo en la oligarquía nacional e internacional.
La iglesia oligarca brincó cual guardián que huele amenaza a sus intereses. Rosales, presto, ocupó su lugar en la rancia trinchera. Tinterillos menores aullaron con devoción. Hasta insulza, hecho el pendejo, deslizó sus comentarios cáusticos.
Pero, por qué tanto alboroto, por qué la jauría oligarca blandió las espadas como no lo hacía desde la Ley de Tierras.
La reacción es comprensible, la oligarquía sabe que lo de Radio Caracas es un terreno de confrontación definitorio. Allí se mostrará la postura de la Revolución frente a dos asuntos fundamentales: la propiedad y la espiritualidad. Veamos.
Por un lado, hay una definición en el campo de la conciencia, de la espiritualidad. El Estado revolucionario toma cuenta de su deber de defensor de los mejores valores de la sociedad. Al quitarle la concesión, descabeza a uno de los principales focos putrefactos creadores de conciencia del egoísmo, de la base espiritual del capitalismo, propagador de valores envilecedores del humano. La pugna de los oligarcas es por mantener esa casamata de bombardeo espiritual de la Revolución. Quitar la concesión es un triunfo espiritual de la Revolución.
Sin embargo, sigue pendiente otra batalla, la batalla por ampliar la propiedad social. Ahora el debate se traslada al qué hacer con la concesión: si pasa a ser propiedad social, es decir, propiedad de toda la sociedad administrada a través del Estado, o es otorgada a formas de propiedad nosocial, esto es, a una fracción de la sociedad que puede ir desde cooperativa, empresa mixta, o cualquier otra forma similar.
La solución será emblemática, aleccionadora, creadora de conciencia, he allí su importancia, sin duda influirá en el rumbo de la Revolución. Y la oligarquía lo percibe así.
Aquí se entabla una pugna entre dos corrientes con propuestas económicas contrapuestas:
Una, de influencia pequeño burguesa, propone propiedad nosocial de la concesión. Presenta su propuesta bajo una ficción de democratización del capital, o de dar poder a las comunidades, cuando en realidad lo que hacen es acribillar las formas socialistas, trocándolas por formas que son fundamento del sistema capitalista, que construyen formaciones económicas de propiedad parcial, que al generar intereses parciales necesariamente terminan enfrentadas a los intereses de toda la sociedad.
La revolucionaria propone la propiedad social de esa concesión, lo que significaría señalar un claro Rumbo Socialista.
Es propicia la ocasión para que el Estado abra un gran debate sobre el contenido de la programación de los canales. Allí en ese debate cabe la participación de las comunidades, los comités de usuarios, los concejos comunales, etc.
Sólo el Estado puede garantizar ese debate abierto. Sólo el Estado puede garantizar que los canales estén al servicio de toda la sociedad y no de un segmento.
¡Propiedad social para construir el Socialismo!
¡Conciencia social es Socialismo!

SISTEMA DE NECESIDADES Y SOCIALISMO

A un sistema social corresponden unos deseos, unas ansiedades, unas necesidades determinadas. Las necesidades, aunque varían con el tiempo, mantienen su esencia. En la evolución social sólo han cambiado las formas, no ha cambiado la esencia.

En todos los sistemas hasta ahora conocidos en la historia de la humanidad, la esencia fundamental de la necesidad ha sido el tener.

Esta perversión ha encontrado su cima en el capitalismo, donde se cumplió la esquizofrenia de traducir todas las necesidades a dinero y convertirlo en el Dios proveedor de todos los “teneres”.

En el capitalismo el dinero es el equivalente de todas las cosas, las materiales y las espirituales: el amor, el arte, la salud, la alimentación, todo es transformado en mercancía, y por lo tanto susceptible de ser trocado en dinero.

Se creó así, la ilusión de que el dinero puede satisfacer todas las necesidades espirituales y materiales, y se transformó en la última razón de toda actividad humana.

De allí que una Revolución es en esta época una sustitución radical de todo el sistema de creación y satisfacción de necesidades. Es suplantar un sistema donde las necesidades y su satisfacción están al servicio de acumular dinero, por otro sistema donde la creación y la satisfacción de las necesidades realicen al humano, donde no sea necesaria la creación de falsas necesidades, porque éstas surgirán naturalmente.

Siendo así, podríamos caracterizar una sociedad por sus necesidades y la manera como esas necesidades son satisfechas. En otras palabras, cuáles son y cómo satisface las necesidades, en qué invierte su riqueza esa sociedad, pero:

¿Cómo hacer para medir los deseos de una época?

Ya dijimos que en el capitalismo la principal necesidad es el dinero, con el dinero se cubren, aparentemente, todas las demás necesidades, entonces, el gasto del dinero será una aproximación a las necesidades y a la forma como las satisface la sociedad.

Ahora bien, en Venezuela, si analizamos los dólares gastados en importaciones, tendremos una aproximación a las necesidades y a su satisfacción.

Cadivi nos dice que se otorgaron el año pasado 2.690 millones de dólares para vehículos, 4.750 para tarjetas de crédito, 5.823 en efectivo para viajes. Tenemos entonces una buena fotografía de nuestro sistema de creación y satisfacción de necesidades. Estudiemos, como ejemplo, al transporte.

Resolvemos el transporte de forma individual, egoísta, y lo convertimos en una falsa necesidad de valorización social: “valemos por el carro que tengamos”.

El consumismo demencial, que surge de la satisfacción de falsas necesidades y que es la base de la acumulación de dinero, nos lleva a la depredación del planeta y del humano. Como dijo el Comandante: Es el camino al infierno.

De tal manera que es de vida o muerte que la sociedad sustituya la creación de necesidades y la manera de darles solución. Eso sólo es posible con el Socialismo, o mejor, eso es el Socialismo.

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!
¡Sólo el Socialismo salva a la humanidad!

EL SOCIALISMO QUE MUERDE

Si “la batalla es de ideas”, entonces palabras y conceptos son los instrumentos y los escenarios de la contienda. Luchador que no sepa dónde y con cuáles armas hacer su campaña, está destinado inevitablemente al fracaso. Expliquemos.

Las palabras tienen un contenido, que en unos casos lo da la realidad y en otros la imaginación. De allí que las palabras pueden tener dos grandes utilidades. Una: sirven para expresar la realidad. Así, cuando decimos perro estamos dándole un contenido real que todos entendemos. Otra utilidad: sirven para expresar una ficción. En este caso cuando decimos perro puede que queramos manifestar cualquier otra cosa, desde “perro caliente” hasta una casa editorial a la que le pusimos ese nombre. Entonces, las palabras pueden tener dos contenidos, la realidad y la ficción. El perro de la realidad, el que muerde, y el perro de la ficción, el que no muerde, el que no es real. Los dos se señalan con la palabra perro.

En Revolución, si nos guiamos por palabras cuyo contenido sea ficción, corremos el riesgo de construir un mundo que sólo existe en nuestras mentes. Por decir huracán, no aumentan los vientos.

La batalla de ideas se está dando principalmente vaciando el contenido de las palabras y llenándolas de deformaciones, trivialidades y ficciones. Es así, que la hermosa palabra Socialismo pasó de significar “amaos los unos a los otros”, a significar cualquier cosa que se le ocurra a cualquier persona. Y la palabra Amor se decoloró hasta quedar vacía, para ser sustituida por cualquier absurdo salido de lo más sórdido del reggetón. El estudio de lo que expresan las palabras y los conceptos es asunto de especialistas, nosotros vamos a estudiar el fenómeno desde la política y la importancia que tiene para la marcha de la Revolución. Se puede precisar una época por las palabras que caracterizan el torneo político.

En la Venezuela de hoy el paisaje lo ocupa una palabra: Socialismo. Alrededor de ella se entrelaza todo la pugna política. El Comandante tiene el mérito de haber colocado la batalla en el futuro, en lo grande, en lo trascendente.

La batalla de ideas alrededor de la palabra Socialismo, se da entre el contenido real y el contenido ficcional. Al igual que la palabra perro, la palabra Socialismo puede tener dos significados: el Socialismo que muerde y el Socialismo de la ficción. El Socialismo verdadero, el de la realidad, el que muerde, nos conduce por un camino de redención, y el otro, el de la ficción, nos conduce a un mundo que sólo existe en nuestros espejismos, del que regresaremos cuando la realidad nos de un mazazo.

Para la Revolución Bolivariana es imprescindible, urgente, precisar el contenido del Socialismo de verdad, el de la realidad, el que muerde, y derrotar la ficción de Socialismo que nos pierde.

¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez y Fidel son Socialismo!

LA PROPIEDAD EN LA LUCHA POR EL SOCIALISMO

La esencia del Socialismo es restituir las relaciones amorosas entre los humanos, y de éstos con su entorno. Es integrar la sociedad que ha sido fragmentada.

La descomposición de la sociedad se debe a siglos de sistemas que permiten la apropiación del trabajo, que es de todos, que es de la sociedad, por parte de una fracción de la misma. Este robo social se realiza usando como fundamento, como “pistola económica”, la propiedad nosocial de los medios de producción, y una espiritualidad, una conciencia, egoísta, fragmentadora, que justifica el atraco y lo perpetúa.

Entonces:

La lucha por el Socialismo es en esencia la lucha por restituir la hegemonía de la propiedad social de los medios de producción, junto a la hegemonía de la conciencia del deber social. Es decir, los medios de producción deben volver a ser propiedad de toda la sociedad, y los individuos deben adquirir conciencia de que su suerte esta ligada, se realiza, a través de la suerte de la sociedad.

Podemos afirmar, rotundamente, que no es posible construir el Socialismo sin la hegemonía de la propiedad social de los medios de producción.

Se comprende que los oligarcas centren aquí sus ataques contra el Socialismo.

La lucha contra la formación de la conciencia del deber social, la desarrollan a través del estímulo a valores individuales, egoístas. Los siembran desde la infancia, y se valen de los más variados medios, desde la escuela hasta la televisión. Todo el día estamos sometidos a una lluvia de valores morales que apuntalan la fragmentación social y justifican la guerra de todos contra todos.

La lucha contra la hegemonía de la propiedad social de los medios de producción, la hacen de manera más solapada. Ellos saben que es allí, en la economía, donde en última instancia se decide el rumbo del proceso, y es allí donde ponen en juego todas sus artimañas y habilidades.

La necesidad de la hegemonía de la propiedad social de los medios de producción, no es un capricho de ultraizquierdistas, se trata de que el Socialismo no es posible sin esa forma de propiedad.

Se deduce, que el debate que se avecina tenga como fundamento la definición de la forma de propiedad hegemónica. La tarea no es fácil, existen muchos atajos para extraviarse.

Procesos revolucionarios han sucumbido a la tentación de buscar formas que falsifican a la propiedad social, para terminar en un eterno ritornello al capitalismo.

Después que el Comandante anunció la profundización del camino al Socialismo se revolvieron todos los argumentos, afeites y disfraces, para tratar de atrapar la economía dentro de la camisa de fuerza de la propiedad nosocial, capitalista, de los medios de producción. Es así que abundan las declaraciones proponiéndonos mil y un extravíos, menos avanzar hacia la propiedad social.

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!
¡No es posible el Socialismo sin hegemonía de la Propiedad Social!

¡No es posible el Socialismo sin hegemonía de la Conciencia Social!

FRATERNIDAD Y LUCHA DE CLASES

CON INSISTENCIA SE ACUSA A LA REVOLUCIÓN y al Comandante de ser propiciadores de odio entre hermanos, de disgregación de la sociedad, de sembradores de la discordia, de propiciadores de la lucha de clases ¿Qué hay de cierto en esto? Veamos.
La sociedad tal como la conocemos está dividida en clases, y esta división no es capricho, ni voluntad de los humanos, es producto de las relaciones económicas, sucede más allá de los deseos. Ahora bien, la sociedad dividida, vive en una constante lucha de clases. Las clases marginadas, excluidas, explotadas, expresan su desacuerdo, su incomodidad, su rebeldía, de formas diversas, desde la delincuencia, la pugna por los salarios, las manifestaciones populares, las canciones, hasta el arte, la filosofía, etc.
Cuando esa lucha de clases se eleva a una pugna por tomar el poder, y desde allí desarrollar los distintos proyectos de sociedad, de nación, entonces, la lucha de clases se hace política. Y, si producto de esa pugna política, se produce un desplazamiento de las clases gobernantes que se apropiaban de la riqueza social, entonces se abre un período donde hay posibilidades de desarrollar un proyecto de país distinto, se habla, en este caso, de un período revolucionario.
En Venezuela, con la llegada al poder del Comandante Chávez se abrió un período revolucionario. Se comprende que la lucha de clases siempre ha existido, sólo que ahora se expresa políticamente, con la posibilidad de imponer un proyecto de sociedad distinto al proyecto expoliador capitalista. Analicemos los proyectos en pugna.
Por un lado, está el proyecto capitalista globalizador impulsado por el imperio, que tiene su mejor ejemplo en el tratado comercial con México, creador de tales niveles de miseria, que hace necesario la construcción de una moderna muralla china que aísle a los Estados Unidos de los miserables que su sistema ha creado.
Por otro lado, está el proyecto del Socialismo Bolivariano y Cristiano que propugna el Comandante Chávez. Un proyecto que busca integrar a la sociedad, reconstruir las relaciones sociales en base al amor, construir una sociedad donde nadie se apropie de la riqueza que pertenece a todos, que nadie viva en la opulencia a costa de apropiarse de la riqueza social, que nadie quede excluido, en resumen, que el hombre deje de ser lobo del hombre.
Queda claro que el proyecto revolucionario, es un proyecto de verdadera paz, la paz con justicia. Un proyecto de inclusión, que no discrimina a nadie, donde tienen cabida todos los que quieran colaborar en la construcción de un mundo donde el individuo deje de ser un huérfano en un desierto de egoísmos.

¡La Patria es el Socialismo!
¡Con Chávez construimos la Sociedad del Amor!
¡¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!!

¡PUEBLOS!

Después de establecida La Gran Colombia, El Libertador enfrenta una decisión, ir al sur para expulsar definitivamente a los españoles del continente, o permanecer en territorio grancolombiano consolidando la nueva nación.

Sabía Bolívar, que la libertad de la naciente patria dependía de la construcción de un polo de naciones que participara en el equilibrio geopolítico mundial, que no era posible la existencia de naciones aisladas sin que fueran subyugadas por los imperios existentes. Pero dudaba. Sabía también que la patria nueva reclamaba sus esfuerzos, había tareas inconclusas, los espectros infames rondaban su criatura.

Tomo una decisión, se fue al sur. Bomboná, Quito, Junín, el Perú, sintieron el huracán guerrero y libertador, Lima conoció de sus amores, Bolivia, su Bolivia, presenció la grandeza del estadista y visionario… Pero no todo era gloria, del norte, de su Gran Colombia, bajaba el viento pestilente de la mezquindad. Ayacucho cubrió de gloria a Sucre, y también mostró en toda su vileza a la nueva oligarquía que retoñaba en el suelo de Caracas y Bogotá. El Congreso había ordenado a Bolívar, al Libertador de medio continente, al constructor de la nación donde ellos vivían, o deberíamos decir reptaban, ese Congreso, había ordenado, tuvo la osadía de ordenarle, que dejara la jefatura del ejército. Comenzaba la felonía que terminó en San Pedro Alejandrino y en la disolución de la Gran Colombia. El sueño fue postergado. Bolívar, sucumbió, no frente a las poderosísimas fuerzas del imperio, sino frente a la ruindad que retoñaba a sus espaldas. ¿Qué falló? ¿Por qué los triunfos se transformaron en tragedia?

Una revolución es una contradicción entre la grandeza que demanda el compromiso, y la pequeñez arrastrada del pasado. Es una contradicción entre el águila y la mosca. Siempre será así, el vuelo alto, los sueños elevados, los saltos al futuro, son acechados por la infamia que se quiere superar. El pasado nos envía heraldos sombríos para contaminar la obra de los grandes.

Derrotar el pasado para construir el futuro, no es posible sin la sociedad. Los individuos liberan, conducen la liberación, pero su consolidación sólo se logra si los pueblos superan la conducta egoísta del pasado y construyen, entre todos, la nueva moral y la nueva ética, la vigilancia revolucionaria, la defensa revolucionaria de los logros. Entonces, la falla estuvo, diría Simón Rodríguez, en que El Libertador dejó tras de sí a hombres, no dejó a pueblos. La revolución es obra de sociedades concientes, de la vigilancia que sólo puede ejercer el colectivo.

El soporte vital de una geopolítica revolucionaria es la construcción, en las zonas arrancadas a la influencia del imperio, de conciencia revolucionaria; es la construcción de pueblos de los que no se pueda “abusar de su credulidad”.

¡Solo el Socialismo salva al pueblo!

¡Chávez es socialismo!