Motores, fundación de partido, partidos disueltos, otros diluidos, algunos resucitados y vueltos a enterrar, autoexcluidos, permisados, consejos comunales, impulso de proyectos económicos, renacionalizaciones petroleras, fábricas recuperadas, cogestión buena, cogestión mala, cumbres energéticas, el ALBA creciendo, inauguraciones a montón, y paremos de contar.
No hay dudas, la caravana revolucionaria se mueve, se agita, levanta polvo, son días turbulentos, no queda tiempo más que para la acción. Las revoluciones son torbellinos.
Esta característica agitada que es propia de los desarrollos revolucionarios impone la necesidad de la reflexión, del alto en el camino, del balance crítico que permite ajustar el rumbo, corregir entuertos, afirmar éxitos. Podemos decir que una Revolución depende en gran medida de la capacidad de reflexión en la tormenta que ella es.
El Che detenía el huracán revolucionario, y con humildad hacía reuniones bimestrales en el Ministerio de Industrias para analizar el camino, estudiar el rumbo, chequear resultados, producir teoría. Gran parte del vigor teórico del Che proviene de estas reuniones pensantes, muchas dudas surgieron allí, también muchas respuestas tienen allí su origen.
En
¿Qué tipo de conciencia estamos estimulando? ¿Tiene relación con la economía que estamos desarrollando? ¿Qué valores estamos sembrando en la sociedad? ¿Hasta dónde la compensación material, hasta dónde la compensación moral? ¿Las formas capitalistas que hoy amparamos, son las herramientas melladas que mañana generarán conciencia capitalista y se enfrentarán al Socialismo? ¿Estamos utilizando nuestro tiempo de energía fósil para cambiar el modelo social de consumir y producir energía? ¿Estamos cambiando las necesidades artificiales creadas por el capitalismo? ¿Qué tipo de relación con el trabajo estamos imponiendo? ¿Somos anticapitalistas? ¿Cuál debe ser la forma hegemónica de propiedad de los medios de producción? ¿Actuamos en concordancia con el enfrentamiento antiimperialista? ¿Somos un Pueblo preparado para el enfrentamiento antiimperialista? ¿Le hemos dado al Pueblo razones sagradas para luchar hasta las últimas consecuencias? ¿En medio de amenazas reales de magnicidio, se puede dejar al Pueblo al espontaneismo anarcoide, o se debe construir ya un Estado Mayor Político que nos guíe, organice y prepare la reacción popular frente a las eventualidades posibles? ¿La construcción del partido es oportunidad para la formación ideológica, la movilización, la discusión de los asuntos de
Estas son algunas de las preguntas que pueden estimular la indispensable reflexión de los revolucionarios.
¡La actividad no debe impedir el pensarnos!
¡Chávez es Socialismo!