9.8.08

VENCERSE A SÍ MISMO

El individuo es un compendio de la sociedad en que vive, en él se resume el drama social de su época. Es imposible escaparse a esta ley. Siendo así, el individuo es el escenario de la contienda de clases de su tiempo. O, lo que es lo mismo, la parte más importante de la cruenta batalla de la lucha de clases se da en el interior de los individuos.
Es en las praderas del alma individual donde se decide la lucha de clases. Los revolucionarios, para tener éxito en su tarea, deben estudiar este punto fundamental, porque no hay Revolución sin revolucionarios, y no hay revolucionario si antes no se ha vencido a sí mismo.
Las conductas de los revolucionarios, son reflejo de esta lucha de clases que ocurre en la entraña individual. Allí se opone la ideología de las clases dominantes, los valores dominantes, las costumbres, la ética, toda una espiritualidad sembrada en la temprana niñez, con la ideología revolucionaria que se adquiere con la educación y la imaginación. En otras palabras, la lucha revolucionaria es principalmente una lucha entre la niñez, que se enfrenta a la espiritualidad que se van adquiriendo con la comprensión adulta.
Esta batalla, entre lo que fuimos y lo que queremos ser, se desnuda en la toma de decisiones. Veamos.
Cuando la sociedad se reconoce en un individuo y lo hace líder, sean del nivel que sean, la pugna de clases dentro de estos escogidos adquiere características sociales. Las decisiones del conductor afectan a la sociedad, pero están determinadas por la pugna que sucede en el individuo convertido en líder. Expliquemos con un ejemplo.
Bolívar liberó a los esclavos, y esa fue una decisión que afectó profundamente a la sociedad de su época. Pero, esa decisión nace de una lucha en el alma atormentada del Libertador, allí se enfrentaron la enseñanza de su niñez, quinientos años de cultura colonial, de aceptación y justificación de la esclavitud, con los conocimientos y la conciencia que había adquirido Bolívar en su vida de adulto. En el caso de bolívar, triunfó la idea libertaria adquirida durante su vida adulta, sobre la espiritualidad esclavista sembrada en su niñez. Por eso, él es un gran revolucionario. Páez, por el contrario, sucumbe a los valores de la oligarquía, traiciona las ideas adquiridas en su adultez, al lado del Libertador, y se entrega a los valores de las clases hegemónicas que le sembraron en la niñez.
Podemos decir, entonces, que para hacerse revolucionario, para hacer la Revolución , es vital derrotar, todos los días y en cada decisión, a la ideología de la dominación que llevamos aferrada a nosotros con los poderosos hilos del inconsciente infantil. El revolucionario debe vencerse a sí mismo.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
¡Estar con Chávez, es estar con lo que Chávez decida!

8.8.08

EL OTRO COMPONENTE

Estamos sumergidos en unas elecciones regionales, que son las menos regionales de las elecciones, lo que se dilucida en ellas tiene que ver principalmente con la sociedad toda, con el continente y con la humanidad.
Esta realidad la saben los oposicionistas y debemos entenderla los revolucionarios. Ellos se preparan para embestirnos apoyados en el resultado electoral, sus objetivos no son los cargos en disputa, sus objetivos son la Revolución y el Comandante Chávez.
No entender estas elecciones como una batalla que desde lo local se transformó en batalla nacional, quedarnos confinados sólo a lo local, debilitará sensiblemente a la Revolución, la pondrá en grave peligro.
Las elecciones regionales son fragmentadoras, para eso fueron diseñadas, para debilitar la visión nacional, de esta manera el sistema oligarca se protegía.
La dispersión debilita la acción. Lo que menos beneficia a la Revolución es la parcelación de su actividad, la desintegración de su visión.
Los candidatos revolucionarios a Gobernadores y Alcaldes aislados, haciendo su campaña con la mente puesta sólo en lo pequeño de su ámbito electoral, se debilitan, no tienen la potencia de lo nacional.
Mario en Carabobo, William en Guárico, Aristóbulo en Caracas, Jorge en el Libertador, Jesse en Sucre. Etc. Cada uno por su lado, aislados no se potencian mutuamente, no vigorizan, ni son vigorizados por el proyecto nacional, sólo son un número aislado. La sumatoria de ellos no son lo nacional, la sumatoria de los fragmentos no son el todo.
Ver las elecciones como proyectos regionales nos debilita, nos priva de la mentalidad nacional, y por eso nos priva de la fuerza, del vigor del proyecto Socialista, que es ante todo nacional.
Es necesario, entonces, dotar a las elecciones de su grandeza nacional, zafarse de la trampa diseñada por la oligarquía, es necesario dotar a las elecciones de su componente nacional.
Dar a las candidaturas su carácter nacional, por ejemplo, el Candidato del Zulia es del Zulia pero también es nacional, es candidato del Socialismo, de la esperanza nacional.
El voto que se deposite en Anzoátegui estará eligiendo a Tarek, pero también tiene decisiva influencia en el destino de la patria toda, si el electorado entiende esto nuestros resultados serán mejores, y la conciencia del pueblo saldrá fortalecida de las elecciones.
¿Cómo lograr dotar a las elecciones nacionales de su vital componente nacional?
Un gran acto de masas en Caracas con todos los candidatos nuestros, donde se hable de la situación nacional, de la importancia nacional de estas elecciones, del compromiso nacional de los candidatos y de los electores, ese sería un buen comienzo.
Daría una sensación de unidad y de fuerza que potenciaría, emocionaría a las fuerzas Bolivarianas. Y si ese acto se replica en los principales Estados, ese seria un buen refuerzo.
Si de estos actos sale un documento compromiso nacional de acción, eso sería una inmejorable demostración de voluntad nacional. Le daría a cada candidatura una nueva y mayor dimensión.
Por allí podríamos comenzar.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
¡Estar con Chávez, es estar con lo que Chávez decida!

7.8.08

LA EFICACIA

Con la intención de compra del Banco de Venezuela por parte de la sociedad venezolana a través del Estado, la eficacia ha ocupado lugar central en la discusión, la prensa enemiga se llena de alarmas, berrinches y acusaciones sin sentido.
Son los oligarcas defendiendo a la propiedad nosocial y desprestigiando a la propiedad social, que es lo mismo que decir, defendiendo al capitalismo y atacando al Socialismo.
El problema de la propiedad es central en la construcción de un Sistema Socialista. El Socialismo no puede existir sin la hegemonía de la Propiedad Social sobre los medios de producción. Esto lo sabe la oligarquía, y contra esa propiedad derrama todo su odio.
Dos maneras tienen de atacarla:
Una, inventando formas simuladas de propiedad social, tipo cogestión, empresas de producción social, etc., que en el fondo son formas capitalistas. De esta manera evita que la Propiedad Social se haga hegemónica.
Dos, desprestigiando a la Propiedad Social , difundiendo que es ineficaz, que es corrupta, que no sabe administrar, etc. Es importante que los revolucionarios analicemos el infundio.
Es mentira que la Propiedad Social sea ineficaz, para muestra una empresa: PDVSA. Esta empresa inmensa, compleja, sometida al ataque del imperio, cada día está más prospera y más eficaz, expandiéndose, saneándose, siendo modelo de lo que la Propiedad Social , la propiedad socialista, es capaz de hacer.
Ya este ejemplo serviría para disipar la conseja, pero hay más, las empresas de Propiedad Social son muchísimo más eficaces que las capitalistas, porque son empresas que producen para la sociedad, y por lo tanto hacen posible la distribución con equidad. La producción, la riqueza, vuelve a toda la sociedad.
En contraste, el capitalismo puede producir, pero es incapaz de distribuir con equidad la riqueza socialmente producida, que queda en manos de unos pocos propietarios.
De allí que la manera de medir la eficacia sea diferente en los dos sistemas. En el capitalismo la eficacia es sinónimo de ganancia para el mezquino capitalista. En el Socialismo eficacia es igual a beneficio para toda la sociedad.
Una fábrica capitalista produce muchas ganancias para sus dueños, y mucha miseria y desamparo para el resto de la sociedad. La riqueza producida allí trae miseria a la sociedad. El saldo social siempre es negativo.
En contraste, en el sistema Socialista una fábrica Socialista produce ganancia para la sociedad. Así la sociedad toda es beneficiaria de esa riqueza, ya no existirán excluidos, marginados, la sociedad con esa riqueza se ocupa del bienestar de todos.
Pero el Socialismo no es sólo cambios materiales, es principalmente cambios espirituales. El Socialismo es amor, y no hay amor si hay egoísmo. De allí lo importante de la solidaridad con los pueblos necesitados, de esa manera estamos construyéndonos amorosos, y eso revierte en las conductas internas. Una sociedad que funde su prosperidad sobre las penurias de otros pueblos, es una sociedad que necesariamente condena a sus hijos a miserias.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
¡Estar con Chávez, es estar con lo que Chávez decida!

6.8.08

EL CANDIDATO ES EL SOCIALISMO

Pronto la discusión de la unidad de los bolivarianos quedará saldada, no sabemos aún los detalles de la extraña “unidad parcial”, pero sean cuales fueren ya pasaremos a otra etapa. Con esos bueyes debemos arar, en esas condiciones debemos dar la batalla. Veamos.
En noviembre vamos a un combate que es decisivo para el proceso revolucionario, los resultados marcarán el rumbo del país en los próximos años. El 23 de noviembre, domingo, podemos dar un salto definitivo hacia el Socialismo, o podemos retroceder a los abismos de la restauración.
Si la Revolución , si la victoria es aplastante, podremos avanzar, profundizar el Socialismo, y la restauración, desmoralizada, se replegará a las murmuraciones de una conspiración sin futuro. Los humildes respirarán aliviados, porque la esperanza no murió en Venezuela.
Ahora, si los resultados son dudosos, si la victoria es cerrada, las oligarquías tendrán holgura para sus maniobras contrarrevolucionarias y habrá peligro de perder la Revolución.
Y si la Revolución se pierde, una nube oscura cubrirá al continente y un hálito de desaliento, de escepticismo, recorrerá al mundo. Vendrá una ofensiva de las oligarquías y del imperio que arrasará las conquistas sociales de la Revolución y abatirá las posibilidades de construir un mundo amoroso.
La sociedad quedará a merced del “dios mercado”, donde sólo el que tiene dinero abundante tiene derecho a la existencia. La vivienda, alimentación, educación, salud, dejarán de ser un derecho para convertirse en una meta inalcanzable para las grandes mayorías.
Es necesario incorporar al pueblo a la Batalla de Noviembre, y eso sólo se logra si el pueblo entiende que no se trata de dilucidar el destino de unos candidatos, ni siquiera de unos partidos, se estará decidiendo el destino de la sociedad venezolana y la suerte del continente, se estará decidiendo el futuro del Comandante y de la Revolución Bolivariana.
Sólo será posible movilizar al pueblo si entiende la grandeza de la Batalla de Noviembre. Si por el contrario, nos quedamos planteando metas mezquinas, los resultados serán también mezquinos.
Los revolucionarios bolivarianos tenemos una gran ventaja sobre los oligarcas, ellos sólo pueden proponer demagogias y metas pequeñas, regresos al pasado del que ya conocemos sus miserias.
La convocatoria para la grandeza, para la construcción de un mundo inédito, donde la felicidad de todos sea la meta, sólo la puede hacer la Revolución. Esa es nuestra ventaja y debemos usarla.
Ahora en esta etapa el candidato es el Socialismo, la posibilidad Socialista. Más allá de los defectos, de los errores de los candidatos, se debe votar por mantener viva la esperanza de construir un mundo mejor, de derrotar el regreso al tenebroso pasado, donde los defectos se multiplicarán, los errores abundarán y no habrá posibilidades de enmienda.
Debemos entender que de noviembre debemos salir con la esperanza Socialista fortalecida, y eso se consigue votando por los candidatos que fortalezcan al Comandante, por los candidatos que Chávez apoye.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
¡Estar con Chávez, es estar con lo que Chávez decida!

5.8.08

DOS MUJERES

Haydée Santamaría y Melba Hernández, en la madrugada del Moncada dos mujeres y un sentimiento.
“...y hay ese otro momento en que ni la tortura, ni la humillación, ni la amenaza pueden contra esa pasión que nos trajo al Moncada. El hombre se nos acercó. Sentimos una nueva ráfaga de ametralladora. Corrí a la ventana. Melba corrió tras de mí. Sentí las manos de Melba sobre mis hombros. Vi al hombre que se me acercaba y oí una voz que decía: ‘han matado a tu hermano’. Sentí las manos de Melba. Sentí de nuevo el ruido del plomo acribillando mi memoria. Sentí que decía sin reconocer mi propia voz: ‘¿Ha sido Abel?’ El hombre no respondió. Melba se me acercó. Toda Melba eran aquellas manos que me acompañaban. ‘¿Qué hora es?’ Melba respondió ‘son las nueve’.
“Estos son los hechos que están fijos en mi memoria. No recuerdo ninguna otra cosa con exactitud, pero desde aquel momento ya no pensé en nadie más, entonces pensaba en Fidel. En Fidel que no podía morir. En Fidel que tenía que estar vivo para hacer la Revolución. En la vida de Fidel que era la vida de todos nosotros. Si Fidel estaba vivo, Abel, Boris, y Renato y los demás no habían muerto estarían vivos en Fidel que iba a hacer la Revolución Cubana y que iba a devolverle al pueblo de Cuba su destino.
Lo demás era una nebulosa de sangre y humo, lo demás estaba ganado por la muerte. Fidel ganaría la última batalla, ganaría la Revolución ".
En la batalla, frente a la muerte de su hermano Abel, de sus compañeros, Haydée Santamaría pensaba en Fidel. ¡Fidel debía vivir! El líder debía vivir, un líder es aquel que debe vivir.
Una Revolución no es posible sin un líder, las revoluciones deben contar con la teoría revolucionaria, la organización revolucionaria, pero sobre todo deben contar con un líder, con aquel que debe vivir.
El liderazgo es un milagro, es un fenómeno que sólo se comprende desde el corazón. Es un hecho muy raro en la vida de los pueblos, cuando aparece, quizá una vez cada cien años, los revolucionarios están en el deber de preservarlo. Más allá de las palabras:
¡Con Chávez todo sin Chávez nada!
¡Con Chávez es con lo que Chávez decida!
¡Irreverencia en la discusión, Lealtad en la acción!

4.8.08

IDEOLOGÍA, RAZONES Y ORGANIZACIÓN

En última instancia la lucha de clases se decide por la ideología que la guía, las razones que la impulsan y por la organización que la soporta. Veamos.
La relación de una clase con su ideología no es una relación mecánica, rígida, al contrario, la ideología propia de una clase se mueve por la sociedad.
La ideología dominante, propia de la clase dominante, se hace hegemónica porque anida en el alma de las demás clases. De esa manera es posible la permanencia y perpetuación del modelo capitalista. Es así que el capitalismo se constituye en la existencia que determina la conciencia de toda la sociedad.
Pero hegemonía no significa unanimidad, con la ideología dominante cohabitan en dura pelea otras ideologías.
La ideología revolucionaria, la que postula superar el modelo capitalista, sustituir la hegemonía capitalista por la hegemonía socialista, es propia del proletariado, de la clase que vende su trabajo en las fábricas. Expliquemos.
Al trabajar en cooperación, donde el producto del trabajo depende de la acción conjunta de cada uno, y el proceso tiene la velocidad del más lento, ese trabajo peculiar y diferente al trabajo de cualquier otra clase, desarrolla las condiciones materiales de existencia propicias para derrotar al egoísmo, para entender y encarnar el sentido de cooperación, de suerte compartida, en definitiva, de sociedad.
Es allí, de esa relación con el trabajo, que surge la ideología revolucionaria altruista, que se opone a la ideología egoísta capitalista, propia de las clases cuyos miembros no cooperan entre si, al contrario, son adversarios, compiten, el éxito de uno depende de la desgracia de otro.
La ideología revolucionaria, al igual que la ideología capitalista, también se mueve por la sociedad, encarna en otras clases sociales, las impregna, las conduce, es de esta manera que se hace posible la Revolución en países con poco desarrollo del proletariado.
Podríamos decir, corriendo el riesgo de que a algunos le suene a herejía, que para la Revolución es decisivo, más que la clase social revolucionaria, la ideología revolucionaria.
Estas dos ideologías, la revolucionaria y la capitalista, o si se quiere la Socialista y la capitalista, se enfrentan en la política, que es la disputa del poder, la lucha por la conducción de la sociedad.
Ese enfrentamiento se hace sólo mediante organizaciones políticas que dirigen a las clases en pugna. La clase toma conciencia de sí misma cuando construye una organización política que representa su ideología, que disputa el poder, que toma acciones que la representan, que la defienda y luche por sus objetivos.
De allí que la clase revolucionaria, sin esta organización política, no ha llegado al nivel de clase capaz de disputar el poder, es subordinada a otras clases, es hegemonizada.
Entonces, la Revolución precisa de la ideología revolucionaria encarnada en la clase revolucionaria, de la organización revolucionaria, y de razones sagradas por las cuales luchar.
El Socialismo es la más excelsa razón por la cuál luchar, significa la salvación de la humanidad. Por eso los que lo reducen a un simple asunto de producción, lo están asesinando.
Criticar es Amar
José Martí

3.8.08

LEALTAD

Nos aproximamos a una gran batalla, Noviembre será el escenario de esa confrontación, las elecciones regionales son cruciales, de lo que allí pase depende el destino de la patria, del continente y de la humanidad.
A esa batalla debemos ir guiados por el ejemplo del Libertador, tenaz frente a las dificultades, moralizados por el recuerdo de Fabricio, alegre en el combate, imbuidos del espíritu del Paso de Los Andes.
Es necesario, más allá de las peculiaridades regionales, estudiar el paisaje nacional e internacional en que se escenifica la batalla de Noviembre y de ese conocimiento derivar conductas válidas para toda la jornada. Veamos.
El enemigo nos ataca de forma sutil, nos desgasta preparándonos para el zarpazo final. Su agresión, en esta etapa, la focaliza en dos puntos principales:
Uno, minar los valores socialistas, deformarlos, desvirtuarlos. Difunde los valores del egoísmo, en contra de los valores de la solidaridad y del amor. Es así que atacan la política internacional solidaria y pregonan con descaro el egoísmo, intentan crear un pueblo insensible, desintegrado, incapaz de respuestas. Recordemos que sólo el amor integra a una sociedad.
El otro flanco de ataque es la conexión entre el Comandante y su Pueblo, aquí el ataque es más sutil, más difícil de percibir, se trata de mermar la autoridad del Comandante. Esta actitud se ve cuando caricaturizan las acciones internacionales, los acercamientos con países hostiles que tienen como objetivo aliviar las tensiones, neutralizar aliados del imperio.
Y a ese ataque a la conexión Comandante-Pueblo contribuye también el tratamiento que los partidos bolivarianos dan al problema de la unidad. Allí la mezquindad y la soberbia nos debilitan, nos presentamos ante el pueblo como más de lo mismo. Nos sienten como igual a los oligarcas: sentados a la mesa con la calculadora en la mano: “aquí no tengo posibilidades, entonces te apoyo” “allá tengo algo de fuerza, entonces voy sólo”.
El criterio histórico, la suprema razón de defender la Revolución , defender la conexión entre el Comandante y el pueblo se lanza al basurero, se cambia por la mezquina posibilidad de secuestrar una gobernación o una alcaldía.
No vale la pena seguir hablando de eso: la soberbia de un lado y la mezquindad del otro construyen el espectáculo grotesco. Esta es la situación.
¿Qué deben hacer los revolucionarios, qué debemos proponer al pueblo?
Lo primero es hablarle de la realidad: la Revolución , la esperanza, está asediada por enemigos externos e internos, se confabulan, manipulan, avanzan en su afán de yugular a la Revolución y al Comandante. Atravesamos una crisis.
No es la primera que atraviesa la Revolución , en medio de las crisis hemos avanzado, y la condición para superar las crisis y avanzar ha sido siempre jugar cuadro cerrado con el Comandante, todos unidos alrededor de Chávez que es estar con lo que el Comandante decida.
Frente a la crisis se impone la consigna: ¡Con Chávez es con lo que Chávez decida! Por eso los candidatos, son los candidatos de Chávez. ¡Lealtad!
Criticar es Amar
José Martí