El carácter de las elecciones varía. En una sociedad estabilizada, con un sistema donde la lucha de clases tiende a desaparecer porque los intereses sociales prevalecen sobre los intereses de una clase, las elecciones son un evento para escoger a los mejores administradores, son acontecimientos normales, no traumáticos.
Al contrario, en una sociedad con fuerte división de clases, con enfrentamiento cruento entre ellas, con disputa del poder acentuada, es territorio de confrontación entre los diversos proyectos sociales.
En este caso, que es el de Venezuela, las elecciones no resuelven las tensiones sociales, intentan inútilmente saldar cuentas entre los factores de la lucha, amortiguarla, conducirla, y a lo sumo consiguen evidenciarla.
Son ilusiones creer que las elecciones resuelvan el gran drama de la sociedad venezolana. Veamos.
La Revolución sucede como respuesta a la crisis terminal del pacto de punto fijo, incapaz de adaptarse a los nuevos requerimientos de la globalización capitalista, atrapado en un populismo que ya no se podía financiar. Esta crisis produce una turbulencia que es aprovechada por la Revolución Bolivariana con la única propuesta viable: refundar a la República , hacer una constituyente, una nueva constitución.
Desde aquellos días la crisis se ha mantenido en su máxima confrontación, golpes, magnicidios, saboteos están siempre presentes en nuestra historia reciente, basta leer los periódicos o ver la televisión para percibirla.
La Revolución Bolivariana ha cumplido una etapa con éxito, el pueblo humilde se ha encontrado con su gobierno, se ha recuperado la esperanza, se empieza a caminar hacia metas de organización superior, pero, y esto debe remarcarse, la lucha de clases está intacta, la confrontación entre los oligarcas y el pueblo humilde persiste, con miles de variantes, con matices, pero siempre con una posibilidad de violencia extrema.
De allí, que estas elecciones no resolverán la confrontación, sólo son preparación para una batalla que continuará más allá de noviembre.
La Revolución Bolivariana debe ir a una etapa superior: desmantelar la institucionalidad heredada, empezando por el sistema electoral y el aparato del Estado. Es imprescindible una Revolución en la conciencia de la sociedad, se debe sustituir la conciencia egoísta por la conciencia amorosa socialista entrelazada con la Propiedad Social de los medios de producción.
La oligarquía intentará yugular a la Revolución , sus formas variarán según el escenario que surja de noviembre, usarán la violencia en un caso, y en otro propondrán pactos con los sectores débiles. Hagan lo que hagan no podrán resolver la turbulencia social, ellos no tienen proyecto viable, sólo el regreso a la cuarta que ya está superada, agotada en el alma popular y en la historia.
El dilema de esta sociedad sigue siendo Socialismo verdadero o la barbarie fascista. Aquí no hay posibilidades de transiciones hacia atrás, ni de contrabandos inoperantes.
Entonces, las elecciones regionales deben ser vistas como una batalla en la gran marcha de la confrontación, centenaria ya, entre los humildes que hicieron la independencia junto al Libertador, y los oligarcas que secuestraron el sueño.
¡Con Chávez es con lo que Chávez decida!
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