Con los modernos medios de difusión, prensa y televisión, la oligarquía ha construido un engañoso mundo artificial que apuntala su dominación. Este mundo de ficción se separa del mundo real.
En la creación de esta ilusión son expertos, tienen siglos estudiando los mecanismos del fraude, lo han llevado a niveles de perfección.
El universo artificial tiene influencia en las personas, por momentos las atrapa y las confunde, las manipula, en ellas induce conductas.
Lo anterior es, sin duda, un fenómeno que cada día se extiende lesionando la integridad social. Pero, cuando los atrapados en el universo de papel son los dirigentes políticos revolucionarios, el problema adquiere magnitudes astronómicas, gravísimas.
Los dirigentes revolucionarios que confunden los dos mundos, que caen en la trampa de decidir el combate político en los medios de creación de ficciones, que es territorio de la oligarquía, irremediablemente se toparán con el muro de la realidad que les decretará fracaso rotundo.
El éxito de los revolucionarios sucede, en última instancia, en el mundo real. La Revolución crea un mundo real que no necesita manipulaciones para ser aceptado.
Los medios oligarcas son muy poderosos, tienen alta penetración, pero no pueden suplantar la realidad por mucho tiempo, ni profundamente. Pueden manipular a un pueblo inconciente, desintegrado, egoísta, parcelado, pero contra un pueblo organizado, informado, conciente, no tienen efecto sus dardos manipuladores.
La información que fluye por el tejido social y político revolucionario, es infinitamente superior en calidad y velocidad que la mejor de las manipulaciones mediáticas. Nada puede suplantar la verdad de un pueblo organizado.
De allí que la batalla contra la ficción manipuladora tiene un componente mediático, de eso nadie duda, pero el componente fundamental es el componente real, el que prepara el pueblo para resistir la infamia. El revolucionario no se debe confundir: Su territorio de combate es la realidad, la organización política, social y económica del pueblo.
Hoy en Venezuela se está librando un duro combate entre la oligarquía capitalista y el Socialismo. La oligarquía intenta que el teatro de operaciones sean los medios, que la batalla se desarrolle en el mundo de papel, allí ellos tienen ventajas, ese es su territorio natural.
En contraste, lo fundamental para la Revolución, lo más importante de esta batalla, es la creación de una fuerte economía de Propiedad Social de los Medios de Producción, generadora de Conciencia del Deber Social, la creación de la red de Consejos Comunales, Consejos de Obreros, Consejos de Estudiantes, el fortalecimiento del Partido, las jornadas de trabajo voluntario. Sólo esto nos dará fuerza para difundir la realidad y las ideas revolucionarias, y sólo así podremos derrotar a la manipulación mediática.
Ahora bien, la organización social y política del pueblo revolucionario debe expresarse en la calle, ese es su escenario natural. Ellos en las pantallas, nosotros en la calle. Cada acción de gobierno acompañada de pueblo organizado, conciente, combativo en la calle. Movilización masiva y rotunda, esa es la respuesta a la manipulación mediática.
¡El Socialismo es realidad!
¡Chávez es Socialismo!
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