¿Qué tendrá que
pasar para que Venezuela modifique su visión de la vida, su manera de
relacionarse con la renta? Hoy el petróleo está bajando y de nuevo nos
sorprendemos que así sea. Es decir, el ciclo de los precios se cumple con
precisión de relojería suiza, y nosotros nos volvimos a atorar con los precios
altos, pensamos, como siempre, que más nunca iban a caer.
Algunos dirigentes persisten en la locura y declaran
que la caída de los precios no nos perjudicará. Los más
“sensatos” dicen que impactará a la economía, pero se mantendrán las
inversiones sociales, es decir, la filantropía. ¿Cómo lo haremos? Es el
misterio del siglo. Confundimos una vez más deseos con realidad. No hay dudas,
los vapores petroleros nos embriagan, nublan la capacidad de entendimiento.
El momento es propicio para un remezón, una
autocrítica del país para empezar la construcción de una nueva visión del
mundo, para zafarnos de la locura petrolera. Veamos.
Lo primero es aceptar la necesidad de invertir la
renta petrolera en la creación de una economía que no sea su enmascarada
transferencia, una economía que camine sin la palanca petrolera. La propuesta
no es nueva, muchos pensadores la formularon en el pasado, la llamaron sembrar
el petróleo, desde Adriani, Uslar, Salvador De La Plaza , hasta Pérez Alfonso.
Lo sorprendente es ¿por qué no se ha concretado en 100 y más años de petróleo?
Intentemos respuesta.
Sin duda, los obstáculos son ideológicos: los
gobiernos vendidos al norte no podían hacerlo, debían mantener nuestra
condición de país dependiente. Los pocos gobiernos soberanos, tal como dice
Chávez, al intentar independencia, fueron depuestos.
Desprenderse de la locura petrolera no es trabajo
fácil, al empeño se opone con fuerza la ideología que el petróleo ha cultivado.
Todos, dirigentes y masa, tenemos una mentalidad rentista, vivimos de la renta,
perdimos la relación esfuerzo-logro, apostamos a altos precios para mantener el
Estado de bienestar, después buscamos un culpable de las vacas flacas, en la
rabia sin sentido hacemos un motín, una rabieta política, o recurrimos al
esperpento político que llaman voto castigo.
La Revolución Bolivariana tiene la oportunidad de
superar la fase filantrópica, reformista, y tomar el camino de las
transformaciones sociales profundas. La discusión del Plan de la Nación y la
crisis de los precios del petróleo crean las condiciones para la reflexión y el
cambio de rumbo.
La etapa que vivimos es propicia para el Socialismo,
sólo así podremos superar la crisis cultural que padecemos hace cien años. Es
oportunidad para crear una economía socialista, dónde cada uno reciba según su
necesidad y cada uno dé según su capacidad. Esto sólo es posible con Propiedad
Social administrada por el Estado, la única que soporta la Conciencia del
Deber Social, esencia del Socialismo y barrera formidable contra las crisis
capitalistas. Es necesario desechar “los inventos” que, amparados en la renta,
no pasan de ser fuegos fatuos que se extinguen con los precios bajos.
¡Con Chávez!
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