Tuvimos las primeras noticias del Che por Radio
Rebelde. Aquellas voces nos llenaron de Revolución, se ganaron nuestro corazón
y nuestra acción.
Fidel, el Che, nos insuflaron rebeldía, fuego
revolucionario, hambre de acción, sueños. Por ellos supimos que volvía la época
heroica de la independencia, que las batallas no habían concluido. Dulcineas
esperaban sus Quijotes, los cielos de la Patria volvían a ser surcados por aves
libertarias.
Esa fue la primera luz que recibimos de la Revolución
Cubana, la luz que enciende el corazón de los revolucionarios.
En Venezuela la Revolución que derrocó a Pérez Jiménez
fue traicionada. Ser fiel a dogmas y manuales nos costó medio siglo de pacto de
punto fijo. El reformismo tomó las riendas de la Revolución y construyó la
ignominia.
La pasión y el sentimiento empujó al Pueblo
traicionado a las montañas, allá fue su vanguardia, desesperada a buscar el
camino que se perdió el 23 de enero, los jóvenes partieron a no dejar morir el
sueño, con ellos iban Fabricio, Argimiro, y también el Che.
Volvimos la mirada al Che y lo leímos. Su Guerra de
Guerrillas fue libro obligado de todo joven revolucionario, aprendimos que: “La
velocidad de una columna guerrillera está determinada por la velocidad del más
lento”. Máxima guevariana cargada de humanismo, significaba la eliminación
del individualismo. La columna guerrillera era práctica y teoría de la sociedad
socialista: el individuo sólo puede realizarse en sociedad.
Se luchó con desprendimiento, pero no se consiguió
detener el desmoronamiento, la derrota que se desprendía del 23 de enero.
Vino el desencanto, el desasosiego. Fueron años duros,
un desierto que duró muchos años. Oímos a Fidel reconocer que el Che había
caído en combate, y lloramos en silencio, como se llora a los santos. Y supimos
que era cierto, “que en una Revolución se triunfa o se muere si es
verdadera”.
Hoy, sin el pensamiento del Che, no sería posible
construir la Revolución Bolivariana. Todos los días una idea del Che sale al
campo de batalla a enfrentarse al reformismo, al dogmatismo, y a la
contrarrevolución.
Cuando los reformistas dentro de la Revolución
argumentan que hay que hacer un híbrido entre capitalismo y Socialismo: el
Che sale a la palestra y les responde.
Cuando los contrarrevolucionarios dicen que el
Socialismo soviético fracasó por ser muy socialista: en el
Che está el desmentido.
Cuando proclaman que el Pueblo no entiende sino
estímulos materiales: el Che emerge y los refuta.
Cuando es necesario enfrentar la corrupción, la
ineficacia, el despilfarro: el Che con su ejemplo combate esos
vicios.
Cuando los reformistas pontifican que la Revolución no
es posible: en el ímpetu del Che está la respuesta.
Cuando los renegados postulan que el Che no tiene nada
que decir a la América: entonces el Che toma en sus manos la espada de Bolívar
y echa a andar encabezando pueblos hacia su liberación.
¡Chávez y el Che, no se negocian!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario