Las campañas
electorales son buena oportunidad para percibir las profundidades del alma
social, lo que en ellas aflora, los temas que allí se discuten, la manera de
hacerlo son un reflejo de lo oculto en las profundidades de la psiquis
colectiva.
Las elecciones son períodos de alta tensión social,
comparables a una guerra, son momentos en que el ser humano, la sociedad,
muestra lo que en época apacible se oculta tras máscaras y afeites.
Ahora bien, cuando la confrontación implica la
escogencia entre opciones antagónicas, cuando la posibilidad revolucionaria
aparece en escena, entonces, las elecciones alcanzan las cumbres de la pasión
humana. En la pugna, las dos ideologías, la revolucionaria y la
contrarrevolucionaria, esgrimen sus mejores armas espirituales. La
contrarrevolución trivializa los argumentos, y la Revolución debe blandir sus
razones sagradas.
En esta situación nos encontramos, este es el
escenario donde hoy nos movemos. La confrontación de octubre no es una
elección convencional, en el fondo se agitan los sentimientos que por siglos se
han incubado en nuestra historia. Allí bullen los profundos odios y
desprecios que la clase oligarca, los mantuanos, sienten por los humildes.
Pero, también el amor a la humanidad que plena de heroísmo a las luchas
libertarias del pueblo de Bolívar.
En esta batalla de hoy participa el Libertador, y
también Santander, Piar. El negro José Leonardo camina junto a Fabricio. El
cuatro de febrero se confunde en la épica con abril y Santa Inés. Allí también
rebulle la crueldad de los colonizadores que llevó a Bolívar al decreto de
Trujillo que delimitaba radicalmente los campos.
Sobre el evento de octubre orbita el espíritu horrible
que guió las masacres de Cantaura y Yumare. Y también, la epopeya de la Comuna
de París, la hazaña de la permanencia de la Revolución Cubana, el espíritu del
Che.
La Revolución está en el deber de impregnar a la
contienda electoral con su ideología, llenarla de los valores de la nueva
relación humana amorosa, de la urgencia de superar al capitalismo,
explicar que el planeta, la humanidad, la vida, no aguantan más la depredación
del capitalismo, la necesidad urgente de rescatar el amor, sus bondades.
Ir a lo profundo de los problemas. En resumen, correr el riesgo de cuestionar a
la civilización, romper con el pasado. Este aporte es el que garantiza la
victoria ideológica, que es la determinante.
Tiene extraordinaria importancia lo que la Revolución
imponga en la discusión de la disputa electoral. Si caemos en la trampa de la
trivialidad, de la guachafita, del facilismo, de la discusión de tonterías, del
recurso de marketing, en la superchería, en la adivinación, la nigromancia,
estaremos perdiendo la batalla más importante, la ideológica, y al
perderla condenamos a la Revolución a la derrota.
Recordemos que la confrontación entre la Revolución y
la contrarrevolución, entre la vida y la extinción, el egoísmo y el amor, es en
definitiva y en primera instancia una lucha ideológica, es allí donde se decide
el futuro de los cambios.
¡Con Chávez Siempre!
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