Llama la atención la
iracundia de uribe al referirse a Venezuela y a su exministro de defensa
santos. La reacción fue calificada por Jorge Rodríguez de cercana a lo
sicótico, otros han pensado en un despecho personal. Analicemos.
uribe no está solo en el
mundo, no está aislado, es un político importante de la América, hasta ayer fue
Presidente de Colombia, y hoy es ficha de los más oscuros sectores de los
gringos. De allí que sus reacciones deben ser procesadas políticamente.
Sabemos que Colombia es un
centro de altas tensiones sociales, allí la oligarquía ha usado la violencia
con extremada crueldad para mantener sus privilegios. Recordemos el asesinato
de Gaitán, las masacres de los paramilitares, la guerra del narcotráfico, los
millones de campesinos desplazados.
Sabemos que Caracas es el
punto neurálgico de la política continental, la suerte del continente en los
próximos cien años dependerá de lo que pase en Venezuela en los meses por
venir. La oligarquía colombiana, a veces con descaro y con la complicidad
de los lacayos criollos, interviene contra la Revolución Bolivariana.
Recordemos a los paramilitares de la finca daktari, sus visitantes lópez y
capriles, y los viajes al exterior de los principales de la mesa de la derecha
mantuana.
En este marco debemos
analizar el reciente atentado en Bogotá. No profundicemos sobre el autor,
creemos que es una acción de la oligarquía paramilitar y, en cualquier caso, a
ella beneficia. Lo importante es resaltar que las contradicciones llegaron a
punto álgido, las acciones militares aparecen en la propia capital. Pero esa
agudización de las tensiones no es un fenómeno aislado de Colombia, es
necesariamente una situación internacional, afecta al continente pero
principalmente a nosotros. Allá se soltaron los perros rabiosos. Lo sicótico,
como dice Jorge, tiende a infestar la política de toda el área.
No descartemos el peligro
que corremos, el instrumento de la agresión está listo allí, al lado. Los
perros están sicóticos y los gringos los pueden usar, los beneficia no poner los difuntos, esa ha sido su
conducta después de Vietnam.
¿Qué hacer?
Lo primero es preservar la
paz de la única manera que es posible: mostrando nuestra disposición a defender
la Patria, desechando la ilusión de que es posible conseguir la paz firmando
pactos o armisticios con la oligarquía continental, eso nos debilita, nos hace
más vulnerables. Las oligarquías no perdonan a los débiles, allí está
Gadafi que creyó tantico así. Pero también Miranda, confiado en la
caballerosidad de Monteverde, terminó en La Carraca.
Es necesario, sin
mezquindades, sin egoísmos, construir la unidad alrededor del Comandante
Chávez, del Socialismo, es impostergable construir una gran muralla
antiimperialista como proponen los obreros del Sindicato Político Socialista.
Lo peor que nos puede pasar, es quedarnos embobados por los números que
muestran éxito, narcotizados por el opio electoral y bajar la guardia en la
defensa de la Patria.
¡Con Chávez todo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario