La transición
no es un proceso neutro, un tiempo apacible, al contrario, es un período de
alta e importante turbulencia: allí se enfrenta la restauración en sus
variadas formas contra la opción socialista. Los peligros se elevan al máximo.
En esta transición nuestra las opciones son sólo dos:
se avanza al Socialismo, o viene el fascismo necesario para estabilizar las
formas capitalistas.
Se percibe que la transición es un período de combate,
no es una autopista hacia el Socialismo, los errores, los extravíos, en esta
etapa se pagarán caros.
La pregunta que surge es: ¿Cómo hacer para que el
Socialismo triunfe en la batalla de la transición?
Lo primero es proteger la conexión del líder con el
pueblo, y entender que sin Chávez no hay Revolución posible.
Lo segundo es consolidar un núcleo teórico, delinear
los rasgos del Socialismo, sólo así podremos evaluar las acciones que tomemos
en la transición, saber a quién beneficiamos, corregir, ajustar. Veamos.
El Socialismo tiene como objetivo central, como
esencia, rescatar el sentido de sociedad que se ha perdido con el capitalismo
fragmentador. Dicho en otras palabras, elevar la Conciencia del Deber Social.
Esta es la lucha principal, contra ese objetivo
enfilan sus fuerzas capitalistas y reformistas. A nada temen más que a un
pueblo que supera la fragmentación y adquiere conciencia de humanidad, de
sociedad, porque un pueblo así será invencible.
Es por eso que capitalistas y reformistas estimulan el
egoísmo, las salidas individuales, la desintegración.
Ahora bien, la conciencia, en última instancia, se
entrelaza, se consolida en las condiciones materiales. Entonces, no es posible
la conciencia socialista, rescatar el sentido de pertenencia a la sociedad, sin
dar al trabajo su sentido social.
Si se trabaja para una fracción de la sociedad, sea
ésta una compañía grande, o un “emprendedor” que montó un tarantín bajo el
paraguas del Estado, el trabajo será nosocial y estimulará la conciencia
egoísta, será soporte del capitalismo. No hay forma de evitarlo.
Sólo el trabajo cuyo producto sea propiedad de toda la
sociedad será soporte de los cambios materiales y espirituales socialistas.
En la transición el Socialismo está en feroz lucha
contra las formas no socialistas, principalmente las internas del proceso, éstas
son las más peligrosas, han derrumbado revoluciones. Recordemos la experiencia
Soviética, China, y recordemos las palabras de Fidel en la Universidad de La
Habana alertando sobre el peligro interno.
En el caso nuestro, estudiando diversos factores, la
fuerza internacional del ejemplo de Chávez, el odio de la experiencia de abril,
el aprendizaje del pueblo que cada día conoce más su fuerza, podremos concluir
que aplicarán aquí la política de choque que sufrió Chile, Allende. Por tanto,
si el Socialismo se debilita, se debilita también el liderazgo de Chávez, y
seguro vendrá el fascismo como “transición” a la democracia burguesa de una
Bachelet o un Piñera.
¡Chávez siempre!
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