La supervivencia de la Revolución depende de la calidad de su muralla defensiva, sólo con ese formidable manto podrá hacer frente a las conspiraciones de la violencia y del espíritu.
Es importante estudiar a la muralla, sus componentes, su funcionamiento, al hacerlo estaremos reflexionando también sobre la Revolución. La muralla tiene como eje central lo espiritual, alrededor de este eje se añaden todos los demás componentes. Todas las acciones y las medidas revolucionarias tienen como fin fortalecerlas. Es asunto de vida o muerte, sin ella no hay futuro.
El espíritu Revolucionario implica la Fe , la emoción, que surge del convencimiento, la conciencia de que sólo la Revolución puede garantizar la vida. La Fe en que la obra revolucionaria es la tarea más importante que puede emprender la especie, que es labor y responsabilidad sagrada de los humanos.
Algunos dudarán y caerán en la tentación de plantear como pilar fundamental de la Revolución los logros materiales, entonces, los números prevalecerán sobre el espíritu, se entablará una carrera de promesas y cálculos, una espiral infinita del intento vano de satisfacer las necesidades artificiales propias del capitalismo. Este sería el camino de condenar al pueblo, incapacitarlo para las grandes tareas, consumirlo en las trivialidades de una vida vacía, transformarlo en un inconsciente instrumento de la lógica del capitalismo y así, la muralla defensiva de la Revolución no aguantará una escasez, las manipulaciones de la propaganda, ni la menor dificultad.
La caída asombrosa de la URSS y China, son ejemplos de hacia dónde conducen los coqueteos con la lógica capitalista, de dónde termina la búsqueda desenfrenada de bienes materiales superfluos.
El principal logro de una Revolución es el enriquecimiento espiritual del pueblo, cambiando la idea que asimila la riqueza al “tener males materiales", por la idea de que más rico es quien más "bienes espirituales" construye. Es prestigiar el estudio, la sabiduría, la capacidad de apreciar las artes y las ciencias, la realización en la diaconía y no en la depredación del prójimo, liberar al hombre del egoísmo, construir relaciones materiales y espirituales amorosas de fraternidad. Es rescatar el sentido de pertenencia a la sociedad, humanizar las necesidades, que el consumo sirva para ser más felices, para tener armonía con nuestros semejantes y con la naturaleza, y que no sea excusa para la acumulación capitalista.
Un pueblo así, recordando a Fidel ¡es capaz de resistirlo todo! Constituye una muralla formidable en defensa de la Revolución , de su Revolución, esperanza para la humanidad.
El intento revolucionario enfrenta conspiraciones porque las oligarquías no se resignan a perder sus privilegios, se defienden con las armas de la violencia y de la tradición. Sólo un pueblo protegido por ideas, por murallas espirituales, podrá hacer frente a las embestidas que ya se asoman en el horizonte.
Este pueblo combate con el sentimiento, defiende a Chávez como se defiende a un hijo, a un padre, tiene el amor requerido para transformarse en una sociedad que marque el rumbo a la humanidad ¡que asombre al mundo!
¡Con Chávez!
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