Si imaginamos el mundo dentro de algunos cientos de años, necesariamente tendremos que verlo como un desierto sin vida, en silencio absoluto, quieto, con algunas ruinas aquí y allá, restos de épocas en que el planeta estuvo habitado, nostalgia de una exuberante actividad.
Si nos preguntamos cómo fue posible que se llegara a esa devastación, qué fuerza fue capaz de producir tal cataclismo, la respuesta, sin duda ninguna, será: El Hombre del capitalismo, esa especie acabó con el planeta.
Todavía estamos a tiempo de evitar lo que hoy, con base en la realidad, podemos vaticinar, aún hay tiempo para salvar el planeta.
¿Cómo hacerlo?
Lo primero es reencontrarnos con nuestro entorno natural, dejar de ser predadores, saqueadores universales, esta humanidad necesita superar el sistema capitalista y poner a la vida, al hombre, en el centro de su actividad, de sus sueños, de sus preocupaciones, necesita superar al capitalismo, construir al Socialismo y emprender el camino de su redención.
Ahora bien, siempre que una sociedad está en condiciones de zafarse del capitalismo, el fascismo, guardián del sistema de explotación, ataca a ese pueblo, entonces las crueldades no tienen límite, y todo es aceptado con perverso placer por sus bases sociales.
El despertar de la fiera fascista es sutil, sus señales nefastas no se perciben sino cuando ya es tarde, su crecimiento sólo se atiende cuando ya es fuerte, los hombres de bien nunca se lo imaginan.
Allende no imaginó a Pinochet, a Hitler lo desestimaron siempre, los dictadores del Cono Sur nunca fueron previstos.
Las primeras señales no son políticas, esas son las últimas, aparecen cuando ya es tarde. Las primeras señales que aparecen son la descomposición ética, la moral se relaja, los enemigos de la Revolución aceptan las crueldades, todo se justifica con tal de parar al Socialismo.
Aquí en Venezuela, el monstruo fascista comienza a removerse en su sarcófago, ya se siente su hedor, se prepara para el asalto. Veamos.
El Gobierno Revolucionario ha tomado medidas contra una exposición de cadáveres en el centro comercial Sambil, no queremos referirnos a la medida que por supuesto apoyamos, lo que nos parece importante es la reacción de la sociedad y de los medios de deformación.
Las reacciones contra el cierre son de varios tipos: algunos articulistas se burlan, en la risa esconden su cobardía, otros callan, y un segmento grande, ésta es la señal preocupante, no ven nada malo, apoyan la exposición, la justifican.
El hecho de que se expongan cadáveres, de que alguien se apropie de cadáveres para convertirlos en mercancía, no los conmueve. El hombre convertido en mercancía, en cosa, no los conmueve, no los indigna.
Este hecho, que es la culminación de la evolución del capitalismo, el presagio de lo que hará con el planeta, no los conmueve, al contrario, lo justifican. El espíritu de la sociedad está carcomido de capitalismo, perdemos la capacidad de indignarnos ante la injusticia. La labor de los revolucionarios es urgente.
¡El Socialismo es vida!
¡Chávez es Socialismo!
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