En las crisis se evidencian las tensiones de las clases sociales, por el contrario, la bonanza las cubre con los vapores del facilismo. Es por eso que las crisis abren posibilidades revolucionarias, en ellas la licencia para la maniobra, el oportunismo, el engaño, se reducen, el enfrentamiento de clases se desnuda.
En Venezuela sabemos de crisis, esta Revolución que vivimos es hija directa de una crisis económica- política.
Hoy el mundo sufre una terrible conmoción que aún los especialistas no acaban de entender y de cuantificar ni su magnitud ni su duración. Por supuesto que esa perturbación llegará a nosotros, eso no está en discusión, la incertidumbre es cómo se comportarán las clases sociales y su expresión política. Intentemos aproximarnos a un entendimiento.
La crisis se manifiesta principalmente por una caída drástica del ingreso petrolero, eso significa que la colocación de la renta definirá el carácter de los proyectos.
Tenemos un gobierno revolucionario que ya declaró que colocará la renta con prioridad en la atención de las necesidades del pueblo desposeído, es decir, garantizará gasto social, salud, educación y alimentación de los menos favorecidos.
Esto es muy importante: el gobierno revolucionario se declara y actúa como el gobierno representante de los siempre excluidos, por eso restringe el gasto que beneficia a las clases oligarcas, la escasez lo exige.
En otras palabras, la crisis requirió definiciones y el Comandante Chávez tomó la opción de los humildes.
Esta definición económica que ya se materializa trae su consecuencia política. Las diferentes clases impulsan sus proyectos políticos para salir de las dificultades.
Los oligarcas hambrientos de los dólares, que ahora disminuyen, molestos por las batallas contra la especulación y el acaparamiento, ahorcados por la falta de dinero fácil, toman la vía cruenta para asaltar al gobierno y conducir la renta hacia sus bolsillos y solventar sus “penurias”.
He allí la explicación del recrudecimiento de la violencia en los últimos días: la oligarquía desesperada se lanza a la violencia, amenazan con magnicidio, saben que mientras Chávez esté en el poder, mientras la Revolución exista, la preocupación, la riqueza, será del pueblo.
La ideología pequeño burguesa, ambigua en lo económico, lo social y lo político, propone un proyecto que sólo ilusiona en época de bonanza y no funciona nunca, ante la crisis no tiene respuesta, la situación exige definiciones, y ella no puede ofrecer sino vacilaciones. Su ejercicio sólo sirve para facilitar la restauración.
El pueblo desposeído tiene su expresión política natural en la Revolución y en el Comandante Chávez, sólo allí será capaz de resolver la crisis a su favor.
La crisis ha evidenciado las fuerzas que se enfrentan, ya no hay lugar para el engaño. Hoy se disputan la conducción de la nación los oligarcas, enemigos de las grandes mayorías, enfrentados al pueblo, que por primera vez es dueño de su destino.
Las opciones para nosotros están claras: o votamos por nosotros mismos, por nuestro gobierno, por Chávez, o elegimos a nuestros verdugos.
¡Con Chávez nos resteamos!
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