Está en la discusión las bondades de la elección por las bases. Acabamos de asistir a una elección en primer grado de los candidatos a gobernadores y alcaldes. Es propicia la ocasión para algunas reflexiones.
La relación, la actividad, la expresión política del pueblo, de una clase social, no puede ser de manera directa. Veamos
Los diferentes niveles de conciencia, el alto número, la extensión geográfica, la característica y cantidad de las tareas, hacen inviable la participación directa. Así, son indispensables las organizaciones políticas.
El PSUV debe deslastrarse de dos grandes peligros:
Uno, el peligro de repetir la organización y las prácticas oligarcas. Siempre está latente, recuérdese que tenemos medio siglo de costumbres, de elecciones, de métodos oligarcas que nos deformaron, nos desintegraron como sociedad.
Nos instalaron la idea de que las elecciones en primer grado, que no organizan, que son fácilmente manipulables con técnicas de marketing, eran la perfección de la participación y la democracia, que sólo las elecciones eran vía para expresar la voluntad popular.
El otro peligro es la tendencia anarcoide, la fobia a las estructuras organizativas, a las instancias de dirección: toda instancia de dirección se ve como enemiga, contrapuesta al colectivo. Surge esta tendencia de la idea de que todo Estado es enemigo, ignorando la necesidad de un Estado Revolucionario sin el cual no se puede hacer la Revolución.
Estos dos peligros están presentes siempre en la actividad del Partido, y son reflejo de la lucha de clases que en su interior ocurre.
El anarquismo se entrelaza con la ideología pequeña burguesa, tremendista, en el fondo cándida, que comete el crimen de despojar a las masas de la fuerza de su organización: las priva de la posibilidad revolucionaria, se conforma con motines, nunca pone en peligro al sistema y mucho menos podrá construir una nueva sociedad.
El conservador de la cultura y métodos oligarca se entrelaza con la ideología pequeña burguesa y burguesa conservadora, la que al llegar a la línea de cambio se asusta, no da el salto adelante, reproduce al pasado, pero ahora recubierto con piel y retórica pseudo revolucionaria.
En contraste, el partido revolucionario debe ser una organización, parecer una organización, actuar como una organización, imbuida de la ideología de los trabajadores: disciplinada, coherente, con sentido de jerarquía y de trabajo colectivo.
La dirección debe ser dirección, representante del colectivo de la organización, tomar decisiones sin complejos, usando la confianza que el colectivo le dio. Su voluntad debe ser el condensado de la voluntad del partido, si eso no ocurre el colectivo la sustituirá, pero mientras exista representa al colectivo del partido.
El Batallón es el órgano de base del partido, es la base organizada, por eso cada consulta a la base debe realizarse en el Batallón, debe ser motivo de afirmarlo como instancia organizativa. Sólo de esa manera construiremos la organización revolucionaria que reclama la Revolución.
¡Sin Pueblo organizado no hay Socialismo!
¡Chávez es Esperanza Socialista!
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