14.3.08

SIN VANGUARDÍA REVOLUCIONARIA, NO HAY SOCIALISMO

Para entender la necesidad de un partido en la Revolución es necesario estudiar los mecanismos de dominación de la oligarquía, y deducir los mecanismos para romper esa dominación.
La dominación oligarca es un fenómeno que radica en la conciencia, sus soportes más formidables son espirituales.
Cuando el Libertador dijo “Se nos domina más por la ignorancia que por la fuerza”, situaba la dominación oligarca en el espíritu, sabía que siglos de sumisión, de costumbres, de valores, de miedos, conspiraban contra la emancipación americana.
Y no se equivocó, al final de todo, en San Pedro Alejandrino, sentenció: “Pueblo, han abusado de vuestra credulidad”. Reconocía así el Libertador de un continente que había sido derrotado por las nefastas cadenas instaladas por los dominadores en el alma de los pueblos. Pudo expulsar a la dominación política de las tierras americanas, pero había fracasado en desterrarla del alma de sus pueblos.
La dominación oligarca sólo se puede romper por medio de un cambio profundo, que abarque lo material y lo espiritual.
Una Revolución es un cambio profundo en el sistema de relaciones materiales y espirituales que precisa de instrumentos vitales para realizarse: ideología, conciencia, liderazgo, vanguardia, organizaciones sociales, Estado Revolucionario, estos elementos se van erigiendo en el proceso de profundización de la Revolución.
Ese tránsito milagroso desde la dominación capitalista a la liberación Socialista, no es espontáneo, necesita de una vanguardia.
La vanguardia revolucionaria agrupa a los más concientes, les da organicidad, potencia así la labor más importante de los revolucionarios: llevar conciencia revolucionaria al resto de la sociedad. Le da profundidad y sentido al análisis y a la acción política. La crítica, la autocrítica, la vigilancia revolucionaria, modelan su conducta, el ejemplo es su mejor arma.
La conduce el desprendimiento, la fraternidad, el estímulo moral de saberse luchando por construir un mundo donde la vida sea posible.
Esta vanguardia supera la suma de voluntades, de conciencias de los individuos que la constituyen. Su conciencia colectiva es el milagro de ser, en el presente, la conciencia de la sociedad del futuro. Sus militantes militan en el futuro, y llevan la buena nueva al resto de la sociedad.
Sólo esa vanguardia puede dirigir al Pueblo hacia la construcción del Socialismo. Sin vanguardia se pierden las mejores conciencias, que se desgastan en una lucha desorganizada, aislada, que carece de la fuerza necesaria para el salto. Sólo la relación humana dentro de la vanguardia da la fuerza capaz de conducir el cambio.
La oligarquía sabe del peligro de una vanguardia y enfila sus baterías contra esa posibilidad: la satanizan, la desvirtúan, la privan de sus razones más esenciales, la sustituye por las llamadas organizaciones políticas masivas, sin ningún requisito para la militancia. Éstas organizaciones, sin la dirección, la vigilancia, la orientación, el ejemplo de una vanguardia, reproducen al mundo de la oligarquía, no son peligrosas para el sistema.
Sospéchese de quién se opone a la formación de una vanguardia, siempre terminará en la contrarrevolución.
¡Chávez es Socialismo!
¡La organización de vanguardia es socialismo!

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