12.3.08

DECLARACIÓN DE AMOR

Se hace necesaria una declaración:
Esta columna es construida por un grupo que todos los días se reúne en el fondo de una cueva.
Esta liga la forman unos diez recalcitrantes, que entre todos acumulan quinientos años de experiencias en Revolución.
Allí se consigue el que conoció de cerca a Betancourt y el que militó con Gustavo, el que peleó en la Alcantarilla de Puerto Cabello y el que combatió en Maguaray.
El que saqueó el veintisiete, el que estuvo el cuatro y el que lloró en abril.
El que fundó frentes guerrilleros y partidos revolucionarios, el que vivió en las catacumbas y todavía anda alerta, el que fue torturado y no habló, el que robó para la Revolución y es un limpio.
El que tragó humo en marchas de protesta, el que conoció a Argimiro, y el que conoció a Américo Silva, el que pernoctó en el San Carlos, La Modelo, Tocuyito, la isla El Burro, el que caminó con Debray.
El que vio el amanecer de la Sierra de Falcón y el anochecer de La Vega, el que conoció a Fabricio y el que habló con el viejo Acha, el que fue apresado en Machurucuto, el que fue a Cantaura y salió vivo, el que estuvo preso con Militares patriotas, y el que fue amenazado por fascistas.
Los necios del frente.
El que disparó y al que dispararon, el que cantó La Internacional, y el que cantó volvió, volvió. El universitario y el campesino, el intelectual y el aprendiz de cura.
El que tiene prontuario y el que tiene currículo.
De todo se encuentra en el fondo de esa cueva.
Toda experiencia revolucionaria de los últimos cincuenta años consigue su representante allí, cualquier victoria, cualquier derrota allí dejó su huella.
Son anónimos, no buscan gloria ni hacienda, sólo la satisfacción de intentar cambiar al mundo, de fundar sueños, esa posibilidad no la substituyen por nada, nada los ha extraviado de ese rumbo.
La experiencia que todos los días se reúne allí compendia la historia de medio siglo de querer hacer Revolución, que es medio siglo de aprender a intentarlo.
Los requisitos para participar son pocos: tener ganas de discutir para buscar la mejor idea, ser revolucionario de los radicales, humanistas, y ser chavista.
Allí en el fondo de la cueva se discute y se critica con fuerza, sin ninguna cortapisa ni jerarquía, pero afuera ¡con Chávez todo, sin Chávez nada!
Las columnas manan de esta tropa, que ama a la humanidad, a la Revolución, al Che, y al Comandante Chávez.
Es una Escuela lo que se reúne en el fondo de esa cueva.
Se llama Antonio Aponte, en honor a Antonio Guiteras y Carlos Aponte. El primero, cubano, el otro, venezolano, hermanados en la lucha antiimperialista y hermanados en el sacrificio de los que dan la vida por sus creencias, ejemplos de internacionalismo y de la fraternidad entre dos pueblos, el cubano y el venezolano, que cada día descubren que son el mismo.
¡Viva Chávez! ¡Carajo!

No hay comentarios.: