16.3.08

BARBARIDADES

Socialismo ¡cuántas barbaridades se dicen en tu nombre!

El hombre es capaz de usar el lenguaje para entender, ordenar, modificar la realidad, pero también lo puede utilizar para ocultarla, disfrazarla.
Lenguaje y realidad se entrelazan, de la misma forma que pensamiento y realidad interactúan.
Siendo así, y sin meternos en honduras, podemos deducir que el lenguaje no está separado de la ideología, al contrario, la relación ideología-lenguaje es estrecha, inseparable.
Cada ideología tiene un lenguaje que le es propio, con él expresa su visión del mundo, y en él a su vez se refleja su mundo, su posición en ese mundo, su conciencia.
Podemos decir que el oligarca, el burgués, tiene un lenguaje que se caracteriza por su incongruencia, por la mentira. Cuando un oligarca, un burgués habla, hay falacia.
Esa incoherencia en el lenguaje es reflejo de su mundo fundamentado en el fraude que necesitan maquillar, transmutar en un mundo natural, dar legitimidad al robo, justificar la transformación del hombre en mercancía.
Por el contrario, los revolucionarios tienen un lenguaje que se caracteriza por la congruencia entre las palabras y su contenido, entre las palabras y su significado, su referente.
Las palabras del revolucionario están cargadas de verdad, en las palabras de un revolucionario hay certeza.
Por eso se dice que Revolución es no mentir jamás. No necesita mentir, al contrario, la Revolución es la restitución del mundo de la verdad, del verdadero estado natural del hombre, del mundo de la libertad.
De aquí que el uso del lenguaje cuidadoso, coherente, responsable, serio, es una cualidad revolucionaria. Y el combatir la mentira, la imprecisión en el lenguaje, es una batalla revolucionaria.
La primera palabra que debemos rescatar y llenar de contenido, de precisión, es la palabra SOCIALISMO, esa es una batalla importantísima. En la medida que esa palabra salga del terreno de la improvisación, que adquiera precisión teórica y contenido en la realidad, referente real, en esa medida estaremos avanzando en nuestra marcha hacia el Socialismo.
Ahora bien, mientras esa palabra signifique cualquier cosa, desde los más absurdos disparates hasta los más locos inventos, mientras la palabra sea víctima de la pirotecnia verbal, sin sentido, propia de la irresponsabilidad marginal, mientras no se someta a la discusión escrita y, por tanto, quede sólo expuesta a las fugaces definiciones de la oralidad intrascendente, será señal de nuestra debilidad teórica, y con esa debilidad no conseguiremos avanzar.
Debemos llenar la palabra Socialismo de contenido revolucionario, llevarla al terreno de la emoción, que signifique algo por lo cual vale la pena luchar, hasta dar la vida si es preciso.
Debemos llenar la palabra Socialismo de contenido. No podemos permitir que el grito Patria, Socialismo o muerte se transforme en un simple lema que se hace automático y por costumbre, un trámite sin sentido. Debemos elevarlo a ser profecía de de la sobrevivencia de la humanidad, presagio de triunfo, de lucha y de entrega.
¡Sin Socialismo la humanidad perece!
¡Irreverencia en la discusión, Lealtad en la acción!
¡Chávez es Socialismo!

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