En las revoluciones pacificas, como la de Chile o esta Bolivariana, existe una línea sutil que separa la defensa de la Revolución de la candidez de los ilusos. Esta línea sutil es la legalidad burguesa.
El imperio y sus lacayos, siempre hipócritas, usan sus leyes, a su legalidad, como una trinchera en contra de los movimientos revolucionarios pacíficos, le exigen que cumplan lo que el imperio y sus oligarquías nunca han cumplido.
Allende fue derribado y no había violado una sola ley burguesa, las que amarraban y obstaculizaban la marcha revolucionaria. En contraste, la derecha pinochetista cuando necesitó cruzar la raya de la legalidad burguesa, lo hizo. Después, como si no hubiesen roto un plato, restablecieron otra legalidad burguesa a su imagen y semejanza, que aún exigen sea acatada.
Queda claro que la oligarquía construye legalidades para sojuzgar a los pueblos, y cuando esas leyes se convierten en obstáculos para sus planes, entonces las violan.
El imperio es destacado en esta conducta: invade países violentando el derecho internacional, secuestra a luchadores antiterroristas como los Cinco Héroes Cubanos, mientras deja en libertad a un terrorista convicto y confeso como Posada Carriles. Planifica magnicidios y golpes de Estado, bloquea, chantajea gobiernos, condena a países por “violar derechos humanos”, mientras tiene a Guantánamo...
Aquí en Venezuela la situación es similar, la oligarquía sumisa al imperio sigue su patrón de conducta: el 11 de abril dieron un golpe de Estado que puso la vida del Presidente en peligro, disolvieron los poderes públicos, revocaron la Constitución, se pasaron las leyes por donde les dio la gana, y después de derrotados se refugiaron en su legalidad, nos obligaron a respetarla, salieron libres y volvieron a construir otra conspiración.
Ahora, con motivo de la reforma, asistimos a una hipocresía increíble: ¡los mismos que revocaron la Constitución, ahora se tiran al suelo, berrinchan por defenderla!
Estudian con lupa los movimientos de la Asamblea, y si alguien allá saca una uñita fuera de la legalidad burguesa, gritan que se está violando la Constitución. La historia se repite, la conocemos bien, aquí nadie debe ser incauto.
Lo que estamos viviendo no es una defensa de la legalidad por parte de los oligarcas, de lo que se trata es de sabotear la construcción de la legalidad revolucionaria.
Digámoslo claro: existe una legalidad que favorece a la oligarquía y una legalidad que favorece a la Revolución.
Los capitalistas construyen sus leyes para protegerse. La Revolución tiene el derecho y el deber de construir las leyes que le permitan avanzar en la construcción del Socialismo y defenderlo.
La legalidad no es algo que está por encima de la lucha social, no es algo que sirve para hacer la Revolución y también para que gobierne la oligarquía.
Por eso debemos, con entusiasmo, aprobar la reforma que propone el Comandante. No entender esto así es el colmo de la candidez, y la candidez lleva a las revoluciones al fracaso.
¡Construyamos la Legalidad Revolucionaria!
¡Chávez es Socialismo!
!Chávez no es Gorbachov!
!Irreverencia en la discusión, Lealtad en la acción!
!A la Reforma, SÍ!
!Orden del Libertador para los Cinco Héroes Defensores de la Humanidad!
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