Cuando hay batalla, el equilibrio es hipocresía. Una guerra no es un deporte, en la guerra las convenciones las impone la fuerza. Lo que hoy sucede en Venezuela, no es una partida de ping pong, es un enfrentamiento brutal y definitivo entre un bando fascista, cruel, dispuesto a todo para recuperar sus privilegios, tal como lo demostró en abril y con el sabotaje petrolero, y un pueblo humilde, que ha encontrado el camino de su redención y lo está transitando.
Hoy la confrontación ha tomado apariencia electoral. Decimos apariencia, porque en realidad para los mantuanos oligarcas se trata de una preparación para un desenlace brutal, el enemigo fascista lo divulga con descaro: están creando las condiciones para lanzarse en un asalto tipo Ucrania. Sus declaraciones tiene dos mensajes en común: habrá fraude, y cobrarán, lo que significa que desde ahora se preparan para un conflicto, las elecciones simplemente les sirven de excusa. Es el mandato de la embajada americana que todos los lacayos, desde rosales hasta el último candidato opositor, repiten con obediencia canina. Sólo a los cándidos se les puede ocurrir, que quien va a las elecciones sin reconocer la idoneidad del árbitro, lo hace con buenas y transparentes intenciones.
En estas circunstancias, con un enemigo declarando la guerra, no puede haber equilibrio. Ellos tienen abundantes televisoras y radios bombardeando todos los días, todos los instantes, nuestras posiciones. Con misiles de falsedades, preparan su embestida. Y nosotros, cual tontos, buscando un equilibrio del mensaje electoral insensato, bobo, midiendo las veces que mencionamos a los mantuanos y las veces que decimos diez millones o nombramos al Comandante Chávez.
Ellos preparando una embestida anunciada, como anunciaron la de abril, y nosotros cuidando un equilibrio ridículo. Hagamos lo que hagamos ellos nunca dejarán de manipular con sus televisoras y radios, y no renunciaran a sus planes fascistas. Firmar acuerdos con Globovisión, es como firmar acuerdos con Hitler, recordemos el pacto Molotov-Ribentropp, o la firma de la capitulación de Miranda frente a Monteverde, una ingenuidad que pasará a la historia, y unos ingenuos que sufrirán las consecuencias de buscar equilibrios quiméricos.
El deber de los revolucionarios es prepararse para la confrontación que los mantuanos anuncian, y la preparación pasa por la batalla de ideas. Es necesario, entonces, librarse de la búsqueda de equilibrios insensatos, hay que difundir las ideas revolucionarias, combatir cada una de sus mentiras, sus valores morales deben ser rebatidos, sus ofertas engañosas refutadas, sus cizañas disolventes superadas. Estamos frente al desarrollo de una agresión, y frente a ella no hay otro camino que profundizar la Revolución y ganar la batalla de ideas.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Son diez millones!
¡Chávez, Fidel, y el ALBA, son Socialismo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario