EN LA CAMPAÑA ELECTORAL APARECEN LAS DOS TENDENCIAS IDEOLÓGICAS que se disputan la forma de organizar a la sociedad.
Una, la vía egoísta capitalista, que propone una sociedad fragmentada en egoísmos, aquí se inscriben desde la tarjeta, hasta las propuestas falsificadoras del Socialismo Las propuestas capitalistas tienen un fundamento común: la fragmentación de la sociedad en individualidades egoístas, esta fragmentación, distorsiona la naturaleza social de la especie humana, enferma al hombre al despojarlo de su condición social.
En contraste, aparece la vía socialista, que propone una sociedad integrada, resolver los problemas sociales de manera social, todos juntos trabajando en la solución de los problemas de todos, recuperar la condición social del humano, devolver al hombre su salud.
Son dos vías: la organización egoísta, individual, produce una sociedad que ya conocemos, donde unos pocos (que están completos), se enriquecen, se apropian del tiempo, de la vida, la riqueza que pertenece a todos, condenando al resto a vivir en la miseria material y espiritual. Esta propuesta tiene como base moral el egoísmo, nos hace creer la posibilidad, de que vendiendo trabajo, o por un golpe de suerte podemos “elevarnos” y formar parte de los pillos privilegiados que se apoderan del alma del resto de los ciudadanos. En crear esta fabula gastan mucho dinero, toda su cultura tiene como objetivo construir esta mentira, crear la ilusión de que un día la suerte cambiará.
La otra vía, la Socialista, plantea que la salida es social: todos juntos, poder popular, sociedad integrada, enfrentando los problemas que son de origen social. Esta propuesta tiene como base moral el amor, el convencimiento de que mientras haya excluidos todos seremos excluidos, que todos somos victimas y victimarios de la enfermedad social de la fragmentación, todos sufrimos sus consecuencias. La certeza de que la suerte de todos y la suerte de cada uno están entrelazadas. Es así que, cuando un hermano pasa hambre es la sociedad toda que pasa hambre, todos padecemos la consecuencia del hambre, el desempleo, la falta de salud, y la falta de educación de nuestros hermanos.
Los de la salida egoísta ahora proponen el engaño, muy capitalista por cierto, de una tarjeta que permitiría la solución de los problemas. ¡Doble mentira! Primera mentira, no cumplirán su falsa promesa electoral, y segunda mentira, si la cumplieren sería un fracaso: cuando vayamos a comprar con la tarjeta, nos encontraremos desamparados frente a un feroz y desatado mundo capitalista, donde la comida subirá de acuerdo al egoísmo capitalista, la educación de nuestros hijos subirá de acuerdo la conveniencia de los capitalista, las clínicas privada no aceptaran la tarjeta. La voluntad social fragmentada en millones de tarjeticas inútiles no podrá sostener a Mercal, a Barrio Adentro, a la Misión Sucre, a las cooperativas. Entonces, nos daremos cuenta que cambiamos la esperanza por treinta denarios infecundos, que con esa misma tarjeta el diablo le pagó a Judas.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
Una, la vía egoísta capitalista, que propone una sociedad fragmentada en egoísmos, aquí se inscriben desde la tarjeta, hasta las propuestas falsificadoras del Socialismo Las propuestas capitalistas tienen un fundamento común: la fragmentación de la sociedad en individualidades egoístas, esta fragmentación, distorsiona la naturaleza social de la especie humana, enferma al hombre al despojarlo de su condición social.
En contraste, aparece la vía socialista, que propone una sociedad integrada, resolver los problemas sociales de manera social, todos juntos trabajando en la solución de los problemas de todos, recuperar la condición social del humano, devolver al hombre su salud.
Son dos vías: la organización egoísta, individual, produce una sociedad que ya conocemos, donde unos pocos (que están completos), se enriquecen, se apropian del tiempo, de la vida, la riqueza que pertenece a todos, condenando al resto a vivir en la miseria material y espiritual. Esta propuesta tiene como base moral el egoísmo, nos hace creer la posibilidad, de que vendiendo trabajo, o por un golpe de suerte podemos “elevarnos” y formar parte de los pillos privilegiados que se apoderan del alma del resto de los ciudadanos. En crear esta fabula gastan mucho dinero, toda su cultura tiene como objetivo construir esta mentira, crear la ilusión de que un día la suerte cambiará.
La otra vía, la Socialista, plantea que la salida es social: todos juntos, poder popular, sociedad integrada, enfrentando los problemas que son de origen social. Esta propuesta tiene como base moral el amor, el convencimiento de que mientras haya excluidos todos seremos excluidos, que todos somos victimas y victimarios de la enfermedad social de la fragmentación, todos sufrimos sus consecuencias. La certeza de que la suerte de todos y la suerte de cada uno están entrelazadas. Es así que, cuando un hermano pasa hambre es la sociedad toda que pasa hambre, todos padecemos la consecuencia del hambre, el desempleo, la falta de salud, y la falta de educación de nuestros hermanos.
Los de la salida egoísta ahora proponen el engaño, muy capitalista por cierto, de una tarjeta que permitiría la solución de los problemas. ¡Doble mentira! Primera mentira, no cumplirán su falsa promesa electoral, y segunda mentira, si la cumplieren sería un fracaso: cuando vayamos a comprar con la tarjeta, nos encontraremos desamparados frente a un feroz y desatado mundo capitalista, donde la comida subirá de acuerdo al egoísmo capitalista, la educación de nuestros hijos subirá de acuerdo la conveniencia de los capitalista, las clínicas privada no aceptaran la tarjeta. La voluntad social fragmentada en millones de tarjeticas inútiles no podrá sostener a Mercal, a Barrio Adentro, a la Misión Sucre, a las cooperativas. Entonces, nos daremos cuenta que cambiamos la esperanza por treinta denarios infecundos, que con esa misma tarjeta el diablo le pagó a Judas.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es Chávez!
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