El nombramiento de Nicolás Maduro como Canciller despertó el desprecio del mantuanaje oligarca. En sus ataques al Canciller, no pudieron ocultar su asco por el pueblo humilde. Mostraron claramente el carácter fascista de su enfrentamiento con el Comandante Chávez y con la Revolución Bolivariana.
Se quiere descalificar al Canciller porque fue Chofer de Metrobús y dirigente sindical, en definitiva, porque viene de las capas humildes y por ser militante de la causa de los pobres. Lo descalifican, se burlan, hacen chistes, y llegan al descaro de promover candidatos principescos para el cargo de Canciller. De esta actitud podemos sacar algunas enseñanzas que nos servirán de guía para afinar el pulso en las futuras batallas.
La batalla central de la Revolución es la misma que libró el Libertador, los mismos mantuanos, y los mismos aspirantes a mantuanos que negociaron el sueño libertario de Bolívar, con los mismos desprecios, las mismas náuseas cuando ven cercana la redención de los desamparados. Ayer arremetieron contra Bolívar, aquel hombre que tuvo la pretensión de liberar a los esclavos, dar tierra a los campesinos, enfrentarse al imperio español y también al naciente imperio norteamericano, aquel que sembró a la América de aliento libertario, al amigo de Petión.
Ahora arremeten contra el Canciller, pero en el fondo lo que yace es el rechazo a las intenciones de Chávez de acabar con los privilegios de los mantuanos de hoy y reivindicar a los humildes. Les produce repulsión una sociedad de iguales, donde todos tengamos las mismas oportunidades.
Con los ataques a Maduro, se muestra el verdadero carácter de la lucha. Aquí en este país se libra una feroz batalla entre los que quieren seguir disfrutando de sus privilegios, no importándoles que en su afán condenen a la mayoría a la exclusión, a la miseria, y los que creen que llegó la hora de acabar con las bases materiales y espirituales que sustentan la afrenta.
Se acercan las elecciones, los mantuanos vienen con palabras huecas. Los mismos que desprecian a los humildes saldrán por los barrios con su pañuelo en la nariz y su botellita de alcohol para lavarse las manos cuando rocen a un pobre. Los sifrinos harán promesas de todo tipo, la demagogia flotará en el ambiente.
Pero no podrán engañar al pueblo quienes siempre nos han despreciado, quienes no toleran que el pueblo surja, que haya salido del analfabetismo, que tenga Barrio Adentro, Centros Diagnósticos, que la cultura y la ciencia no sean privilegios de una elite, y que un chofer de autobús pueda llegar a ser Canciller. Esos no podrán engañar al pueblo.
El pueblo estará siempre al lado del Comandante Chávez y de los dirigentes que le han demostrado amor, los que en la hora del sacrificio se han decidido por la causa de los humildes. El pueblo de Venezuela ha aprendido a reconocer sus verdaderos lideres, así lo demostró en abril y diciembre. De la credulidad de este pueblo ya nadie más abusará.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez y Fidel son Socialismo!
Se quiere descalificar al Canciller porque fue Chofer de Metrobús y dirigente sindical, en definitiva, porque viene de las capas humildes y por ser militante de la causa de los pobres. Lo descalifican, se burlan, hacen chistes, y llegan al descaro de promover candidatos principescos para el cargo de Canciller. De esta actitud podemos sacar algunas enseñanzas que nos servirán de guía para afinar el pulso en las futuras batallas.
La batalla central de la Revolución es la misma que libró el Libertador, los mismos mantuanos, y los mismos aspirantes a mantuanos que negociaron el sueño libertario de Bolívar, con los mismos desprecios, las mismas náuseas cuando ven cercana la redención de los desamparados. Ayer arremetieron contra Bolívar, aquel hombre que tuvo la pretensión de liberar a los esclavos, dar tierra a los campesinos, enfrentarse al imperio español y también al naciente imperio norteamericano, aquel que sembró a la América de aliento libertario, al amigo de Petión.
Ahora arremeten contra el Canciller, pero en el fondo lo que yace es el rechazo a las intenciones de Chávez de acabar con los privilegios de los mantuanos de hoy y reivindicar a los humildes. Les produce repulsión una sociedad de iguales, donde todos tengamos las mismas oportunidades.
Con los ataques a Maduro, se muestra el verdadero carácter de la lucha. Aquí en este país se libra una feroz batalla entre los que quieren seguir disfrutando de sus privilegios, no importándoles que en su afán condenen a la mayoría a la exclusión, a la miseria, y los que creen que llegó la hora de acabar con las bases materiales y espirituales que sustentan la afrenta.
Se acercan las elecciones, los mantuanos vienen con palabras huecas. Los mismos que desprecian a los humildes saldrán por los barrios con su pañuelo en la nariz y su botellita de alcohol para lavarse las manos cuando rocen a un pobre. Los sifrinos harán promesas de todo tipo, la demagogia flotará en el ambiente.
Pero no podrán engañar al pueblo quienes siempre nos han despreciado, quienes no toleran que el pueblo surja, que haya salido del analfabetismo, que tenga Barrio Adentro, Centros Diagnósticos, que la cultura y la ciencia no sean privilegios de una elite, y que un chofer de autobús pueda llegar a ser Canciller. Esos no podrán engañar al pueblo.
El pueblo estará siempre al lado del Comandante Chávez y de los dirigentes que le han demostrado amor, los que en la hora del sacrificio se han decidido por la causa de los humildes. El pueblo de Venezuela ha aprendido a reconocer sus verdaderos lideres, así lo demostró en abril y diciembre. De la credulidad de este pueblo ya nadie más abusará.
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez y Fidel son Socialismo!
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