Las elecciones tienen dos componentes: uno, la matemática electoral, y el otro, el espíritu electoral. Es en éste último, a despecho de lo que un distraído podría pensar, donde reside la posibilidad de hacer de las elecciones un instrumento de adormecimiento de los pueblos. De esta comprensión surge la consigna revolucionaria ¡Diez millones de votos, Diez millones de conciencias! Expliquemos.
El espíritu electoral oligarca, es en esencia hacer creer al pueblo la mentira de que son las elecciones el terreno donde se resuelve el gran conflicto social, cuando en realidad son evidencia de que los conflictos existen, y que las elecciones sólo son una batalla más en el desarrollo de esos conflictos. En definitiva, el gran conflicto social se resuelve en la calle, como se resolvió en Abril y Diciembre de 2002.
Si el pueblo se impregna del espíritu de que las elecciones resuelven el gran conflicto social, estará condenado a sólo pelear en el terreno donde no hay victorias reales, sólo ficciones. Las victorias que el pueblo consigue en las elecciones, siempre se originan en otras luchas y se certifican en luchas posteriores, por eso los pueblos que sólo se preparan para las elecciones, son pueblos condenados a vivir adormecidos, no están preparados para pelear en terrenos de definición.
En Venezuela, la Revolución Bolivariana tiene la experiencia de que los conflictos se resuelven fuera de las elecciones, por eso ha lanzado la consigna ¡Diez millones de votos!, que es la consigna de la matemática electoral, la de los números para ganar, pero también ha lanzado la consigna ¡Diez millones de conciencias!, que es la consigna que nos prepara para pelear en terrenos definitorios, los de la calle.
Entonces, estas elecciones tienen dos frentes de batalla: uno, la matemática electoral, conseguir los diez millones de votos por el buche, el otro, elevar la conciencia revolucionaria del pueblo, conseguir los diez millones de conciencias.
Es necesario, para fortalecer la Revolución, que las elecciones se transformen en una gran campaña para la elevación de la conciencia revolucionaria. Independientemente de los aspectos que tienen que ver con la matemática, con la participación de los lacayos del imperio, de la división del campo enemigo, de las astucias que nos presente Súmate, nosotros debemos tener como meta en la elecciones elevar la conciencia revolucionaria, de esta manera conseguimos votos y conseguimos revolucionarios listos para las batallas que se avecinan.
Podemos resumir la conciencia revolucionaria, como el convencimiento de que sólo en sociedad podemos resolver los problemas esenciales del individuo, de que no hay solución individual a los grandes problemas de la existencia. El convencimiento de que, como lo dice el Comandante Chávez, dentro del Capitalismo sólo espera a la humanidad el infierno, sólo el Socialismo salva a la humanidad. La comprensión de que el enemigo de la redención de los pueblos es el imperio capitalista. La certeza de que “al imperio y a sus lacayos no hay que creerle ni tantico así… nada”.
¡Sólo el Socialismo salva al Pueblo!
¡Chávez es Socialismo!
El espíritu electoral oligarca, es en esencia hacer creer al pueblo la mentira de que son las elecciones el terreno donde se resuelve el gran conflicto social, cuando en realidad son evidencia de que los conflictos existen, y que las elecciones sólo son una batalla más en el desarrollo de esos conflictos. En definitiva, el gran conflicto social se resuelve en la calle, como se resolvió en Abril y Diciembre de 2002.
Si el pueblo se impregna del espíritu de que las elecciones resuelven el gran conflicto social, estará condenado a sólo pelear en el terreno donde no hay victorias reales, sólo ficciones. Las victorias que el pueblo consigue en las elecciones, siempre se originan en otras luchas y se certifican en luchas posteriores, por eso los pueblos que sólo se preparan para las elecciones, son pueblos condenados a vivir adormecidos, no están preparados para pelear en terrenos de definición.
En Venezuela, la Revolución Bolivariana tiene la experiencia de que los conflictos se resuelven fuera de las elecciones, por eso ha lanzado la consigna ¡Diez millones de votos!, que es la consigna de la matemática electoral, la de los números para ganar, pero también ha lanzado la consigna ¡Diez millones de conciencias!, que es la consigna que nos prepara para pelear en terrenos definitorios, los de la calle.
Entonces, estas elecciones tienen dos frentes de batalla: uno, la matemática electoral, conseguir los diez millones de votos por el buche, el otro, elevar la conciencia revolucionaria del pueblo, conseguir los diez millones de conciencias.
Es necesario, para fortalecer la Revolución, que las elecciones se transformen en una gran campaña para la elevación de la conciencia revolucionaria. Independientemente de los aspectos que tienen que ver con la matemática, con la participación de los lacayos del imperio, de la división del campo enemigo, de las astucias que nos presente Súmate, nosotros debemos tener como meta en la elecciones elevar la conciencia revolucionaria, de esta manera conseguimos votos y conseguimos revolucionarios listos para las batallas que se avecinan.
Podemos resumir la conciencia revolucionaria, como el convencimiento de que sólo en sociedad podemos resolver los problemas esenciales del individuo, de que no hay solución individual a los grandes problemas de la existencia. El convencimiento de que, como lo dice el Comandante Chávez, dentro del Capitalismo sólo espera a la humanidad el infierno, sólo el Socialismo salva a la humanidad. La comprensión de que el enemigo de la redención de los pueblos es el imperio capitalista. La certeza de que “al imperio y a sus lacayos no hay que creerle ni tantico así… nada”.
¡Sólo el Socialismo salva al Pueblo!
¡Chávez es Socialismo!
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