30.8.12

SER SIN SABERLO (Jueves 30-08-2012)


Una clase social puede tener potencialidades para serlo y, simultáneamente, no saberlo. Los clásicos explicaron muy bien esta rara situación: una clase social es "en sí", eso se refiere a su existencia, a su ubicación en la sociedad, y esa misma clase es "para sí" cuando toma conciencia de su situación y del papel que la historia le reserva. De aquí se desprende que una clase puede ser una por su existencia y puede ser otra por su conciencia, colonizada por la ideología dominante. Lo anterior se aplica a la clase obrera venezolana.
La clase obrera se hace verdaderamente obrera cuando construye un proyecto de sociedad y lucha por aplicarlo, cuando interviene en Política, entendida ésta como los asuntos del poder, de la dirección de la sociedad. Cuando la clase obrera confina sus luchas sólo a lo reivindicativo, al economicismo, entonces en política está necesariamente al servicio de los proyectos explotadores de otras clases. Es una clase "en sí", pero su conciencia pertenece al sistema dominante, está al servicio de sus verdugos. En Venezuela la clase obrera vive esta situación. Veamos.
Con la llegada al poder del Comandante Chávez se abrió un período de posibilidades revolucionarias. Ni los revolucionarios ni la clase obrera hemos estado a la altura de esta realidad.
Unos se quedaron esperando que Lenin apareciera en escena, otros que Fidel bajara de la Sierra Maestra , no entendieron las peculiaridades de cada Revolución, no tuvieron la inteligencia y la grandeza de aceptar a Chávez como el líder de la Revolución Venezolana. Lo correcto era participar en la gran batalla interna, en la disputa que se abría por la conducción del proceso. Otros tomaron la vía del oportunismo y acompañaron al proceso con la vista puesta en engordar su cartera. Algunos fueron con su aureola de viejos combatientes, pero cansados en las ideas, impotentes no supieron, no pudieron aportar al rumbo revolucionario. Algunos, refugiados en utopías inoperantes, plantearon atajos que conducen al extravío.  
En estas circunstancias la batalla principal en la Revolución se escenificó entre la intuición, la calidad amorosa, el sentido patriótico del Comandante, núcleo de la Revolución , contra la derecha interna y externa. La primera, intentando morigerar, mimetizada de revolución, con retórica fuerte y práctica de gelatina, conciliadora. La externa, brutal en sus acciones, saboteadora, golpista, fascista y, simultáneamente, refugiada en una legalidad que no respeta.
Entre tanto, la clase obrera, con toda su potencialidad, mostró su fuerza en abril y diciembre, defendió la oportunidad revolucionaria, pero sin la profundidad estratégica que le daría entender su papel histórico. Después de esas batallas victoriosas ha regresado inmediatamente a las trincheras del economicismo o al invento desfasado. Sus dirigentes, incapaces de superar el reivindicativismo, o de plantearse la meta de liberar al trabajo, se ha enclaustrado en su pequeño horizonte, protegen su prestigio de gestores y dejan la lucha grande, la de la conducción de la sociedad en manos de las clases dominantes, de la improvisación, de esta manera debilitan la Revolución.
¡Con Chávez y la Clase Obrera consciente!

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