Vivimos una
bonanza petrolera, éstas son periódicas y las consecuencias del comportamiento
frente a ellas también lo son. El 27 de febrero es hijo directo del agotamiento
de la bonanza, que encontró a un pueblo desconcertado, no preparado para
"las vacas flacas", para la caída periódica de la renta petrolera.
Nuestra condición de país rentista crea muchos
espejismos, uno de ellos, muy importante, es confundir la renta con la
efectividad de la economía. La bonanza siempre trajo prosperidad artificial
cuya dimensión dependía del carácter del gobierno, de su capacidad de repartir.
Con la llegada del gobierno revolucionario la
situación tiende a cambiar, puede cambiar. Aquello que plantearon los teóricos,
“sembrar el petróleo”, que en algún momento significó el desarrollismo,
construir una burguesía nacional, ahora con la Revolución quiere decir
establecer nuevas relaciones humanas, construir el Socialismo, romper el cerco
de la dominación burguesa en la práctica y en la espiritualidad.
Si no rompemos la tradición rentista, y no nos
proponemos educar a la sociedad en valores espirituales, esto es, romper con la
relación felicidad-bienes materiales obtenidos sin esfuerzo, si no establecemos
que el hombre tiene su riqueza en los bienes espirituales, que sólo podrá
construir felicidad con lo espiritual que guíe el esfuerzo de conseguir lo
material para satisfacer sus necesidades, entonces, inevitablemente cuando
llegue la periódica baja de los precios del petróleo, la sociedad se comportará
como lo ha hecho hasta ahora cuando concluye una bonanza: le da la espalda al
gobierno, hace motín.
Este pueblo tiene madera para entender el
planteamiento socialista. En Abril, sobre cualquier consideración mezquina de
lo material, puso su amor por Chávez, por la esperanza, por la intuición de que
el Comandante representaba un nuevo mundo. En diciembre el pueblo resistió las
carencias materiales, derrotó a lo clientelar, volvió el espíritu que guió a
los llaneros en el Paso de Los Andes.
Es así, el reformismo, el capitalismo, cabalga sobre
espejismos. No puede prepararnos para ser una sociedad viable, reparte la renta
y crea mentalidad de adoradores del Becerro de Oro. No puede conducir a la
sociedad hacia el Socialismo, y el Socialismo no es un capricho de marxistas
trasnochados, de loquitos, es una necesidad vital: la humanidad va al
Socialismo o perece.
La especie se bate contra el capitalismo represor,
fascista, hoy unánime, que sigue su depredación del planeta, de la vida, sumergido
en una crisis estructural que se manifiesta en todos los órdenes y es señal
clara de la amenaza de extinción.
Las opciones para la Revolución Bolivariana son
claras: derrotar al reformismo que la habita, avanzar decididamente,
revolucionariamente al Socialismo, o el capitalismo salvaje la absorberá. De
éste no podrá defenderse, volverán a abusar de la credulidad de un pueblo que
no supimos formar.
Sólo con el Socialismo el cambio profundo en las
relaciones espirituales y materiales se dará, conseguiremos el Buen vivir, el
vivir bien, la mayor suma de felicidad. Sin el Socialismo volveremos a ser
colonia destinada a sostener con su miseria el despilfarro suicida del norte.
¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!
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