Las revoluciones tienen una deuda
ideológica que se origina con la caída de la Unión Soviética, a partir de allí
una espesa nube ocultó y deformó a la teoría revolucionaria. La caída del
socialismo soviético se constituyó en falso argumento para oponerlo a cualquier
intento de redención. No hay brote emancipador de los pueblos que no sea
cercado por extravíos teóricos y miedos que tienen como centro una
interpretación sesgada de la historia soviética. "Si haces eso te convertirás
en Stalin", "si te organizas eres totalitario como en la Unión
Soviética ", "no hay líderes sólo dictadores", "no hay
clases sociales, sólo pueblos indefinidos, el proletariado es
un invento, lo que existe es la multitud", “organizarse es coartar la
libertad", “los partidos conducen a campos de concentración",
"las oligarquías deben tener libertad de prensa"...
Todos los anteriores argumentos no tienen asidero en
la realidad, forman parte de una inmensa operación imperial de deformación de
aquel socialismo, igual a la que ocultó la verdadera historia de Bolívar.
Evitan mencionar la transformación de la Unión Soviética , de un pueblo servil
a los zares a un pueblo capaz del heroísmo que enfrentó
al nazismo y la proeza de la batalla de Leningrado, la epopeya que significó la
derrota de la entente que se desató contra la Revolución de Octubre y,
sobre todo, evitan analizar por qué el Socialismo resiste en la Cuba heroica.
La Revolución mundial no se ha recuperado de la caída
de la Unión Soviética y de China, hoy carece de una ideología vigorosa capaz de
dirigir los cambios profundos. Si observamos el paisaje mundial, fácilmente
detectaremos la carencia. Se presenta como teoría revolucionaria a un montón de
vaguedades, de evasivas que avergüenzan.
Se evita la experiencia revolucionaria universal, la
teoría acumulada en años de lucha y de reflexión, Marx es ignorado o deformado,
Lenin satanizado, Cristo confinado a los altares, sus enseñanzas mediatizadas a
conveniencia oligarca.
Sin teoría revolucionaria no es posible la práctica
revolucionaria y nos daremos cuenta que la principal tarea de la Revolución
Mundial es rescatar del olvido a la ideología revolucionaria, encarnarla en los
movimientos libertarios, despojarla de dogmatismos y deformaciones, entender su
importancia.
La Revolución Bolivariana recorre un peligroso camino
inédito, las ocasiones para el extravío son muchas: convivimos con el enemigo,
estamos sometidos a un bombardeo mediático que siembra y refuerza valores
capitalistas, las tensiones hacia la restauración son fuertes, las tentaciones
de conformarnos con lo hecho, de evitar el salto que transforma son fuertes,
los susurros que invitan a no correr los riesgos que supone una Revolución son
abundantes.
En estas condiciones la Revolución
Bolivariana, que no tiene la escuela de la confrontación cruenta, necesita de
un mayor rigor teórico, de una gran vocación por el estudio, la reflexión y la
discusión. Las difíciles batallas que se le avecinan a la Revolución sólo
podrán ser superadas con una vigorosa teoría revolucionaria, que nazca de la
experiencia universal, enriquecida con la historia y las vivencias nuestras.
¡Con Chávez todo sin Chávez nada!
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