Es una clase intermedia, una franja de amortiguación entre la clase capitalista y las clases depauperadas.
Es una clase que aspira y teme: aspira al ascenso individual, y tiene terror al empobrecimiento que la amenaza todos los días. De allí surgen sus principales características:
Es una clase individualista, muy egoísta, que aunque físicamente permanece en esa franja intermedia, entre empresario y pobreza, su alma, su corazón, se eleva a la situación que aspira: a la clase alta capitalista. Su realidad es, de aplastada por la losa capitalista, pero su espíritu es de magnate.
El fundamental componente de su ideología es la creencia en la solución de los problemas sociales de manera individual. Envidia el llamado “sueño americano”, y de esa ilusión apaciguadora impregna a toda las capas expropiadas.
Difunden por todos sus medios de deformación la falsa idea de que en el sistema capitalista quien no asciende es porque no se esforzó, que es posible mediante “la magia” del trabajo individual salir de una situación de miseria y llegar a ser hasta gerente exitoso de una transnacional. Prestigian esa vía de ascenso de muy poquísimos individuos, como una solución a los problemas sociales.
Viven la contradicción de no tener para pagar el condominio y la obligación de pagar un carro para aparentar éxito ejecutivo. Entre la creencia en el ascenso social y la realidad de estar encadenado a un puesto, sometidos a los sadismos de un jefe incapaz, tan frustrado como ellos. Todos angustiados, todos simulando un éxito huidizo.
La pequeña burguesía es la principal clase defensora del sistema capitalista:
Desvanece la necesidad Socialista, porque si se puede ascender individualmente, entonces el sistema capitalista no es malo, malo son los individuos que no luchan.
Al propugnar la lucha individual, siembra dispersión y egoísmo en las clases motoras del cambio revolucionario, impidiendo la necesaria unión para el salto revolucionario.
Pero el mayor daño que hace esta clase a la posibilidad revolucionaria lo hace por vía de sus intelectuales. Éstos producen teorías de apariencia revolucionaria, con lenguaje y aroma de cambio, pero que esconden una profunda deformación de la teoría revolucionaria y, por tanto, un inmenso obstáculo a la Revolución.
Las teorías pseudos revolucionarias de la pequeña burguesía son expresión de su realidad contradictoria:
Por un lado, sus teorías plantean la superación del capitalismo, esta faceta emana de la realidad que los oprime.
Pero, por otro lado, sus teorías plantean formas y vías impracticables. Este componente de su teoría emana del profundo terror que sienten a superar el campo capitalista donde mora su corazón.
En resumen, son capitalistas de corazón pretendiendo hacer Revolución.
En lo político, plantean la desorganización anarcoide, por eso no van más allá de una maquinaria electoral, o de un motín.
En lo económico, plantean formas nosociales de propiedad teñidas de populismo, por eso combaten la Propiedad Social administrada por el Estado.
En lo social, una fragmentación de la sociedad en egoístas, en grupos aislados.
Su acción va preñada de deslealtad.
¡Con Chávez, con lo que Chávez decida!
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