Las llamadas expropiaciones de los medios de producción, que podrían nombrarse también nacionalizaciones, patrializaciones, o mejor aún, socializaciones, constituyen un paso importantísimo en la construcción del Socialismo. Veamos.
Cuando la Revolución expropia medios de producción, lo que hace es pasar la propiedad de lo expropiado, que en ese momento pertenecía a una fracción de la sociedad (propietarios capitalistas), a propiedad de toda la sociedad administrada por el único que puede hacerlo en nombre de toda la sociedad: el Estado Nacional.
Este paso significa que el trabajador de una fábrica expropiada, que antes trabajaba para los capitalistas y se enriquecían a costa de su tiempo, sudor y vida, ahora trabaja para toda la sociedad. De esta manera su esfuerzo enriquece a la sociedad toda, que a través del Estado puede repartir con equidad esa riqueza, de acuerdo con las necesidades de todos.
Este trabajador se beneficia de dos maneras: de su salario, en tanto trabajador, y de los beneficios sociales, en tanto miembro de la sociedad.
Además, y muy importante, se beneficia porque su trabajo deja de ser alienante y se transforma en un realizador de las mejores cualidades humanas.
El trabajo en el capitalismo beneficia sólo a un grupo de capitalistas, y convierte al trabajador en un ser extrañado de sí mismo. El trabajo lo transforma en una máquina de producir mercancías, y consume su vida en la producción de algo que no le pertenece, le es ajeno, se vuelve contra él.
El trabajo en el Socialismo, y hoy la fábrica socializada (nombre que abarca el fenómeno), es territorio de trabajo y construcción socialista, reencuentra al hombre con el producto de su trabajo: ahora éste trabaja para la sociedad de la cual forma parte, conoce el objetivo, el fin de su trabajo, el producto no le es extraño, trabaja para sí mismo en tanto miembro de la sociedad.
Además, las socializaciones permiten la planificación socialista, que en palabras del Che es: “la primera posibilidad humana de regir las fuerzas económicas”.
La propiedad social, las socializaciones de los medios de producción, son un paso importantísimo sin el cual no es posible la construcción del Socialismo. Por eso la Revolución debe darles su justo lugar.
Los obreros deben entender que ellos son la vanguardia de los cambios que marcarán el camino de la redención de esta sociedad y de la salvación de la humanidad. Allí en la clase obrera se escenifica la lucha más importante de esta Revolución. No es por azar que la oligarquía intente que los obreros, una vez más, defiendan los intereses burgueses y se transformen en sus propios verdugos.
El pueblo debe acompañar las Socializaciones, los barrios deben visitar esas fábricas, unirse a los obreros, hacer trabajo voluntario junto a ellos, entrelazarse, aprender la disciplina del trabajo en equipo.
Los consejos comunales deben unirse a las fábricas, conocer, por ejemplo, de dónde salen las cabillas, el cemento para sus casas, y que los obreros sientan, palpen, el destino de su trabajo.
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