Las revoluciones suceden fundamentalmente en el alma, en la cultura… aunque también en la economía, en la organización social y política. Todo puede cambiar, se pueden socializar industrias, se pueden formar comunas, se pueden construir partidos, bienvenidos esos cambios, pero si no cambia el alma, la conciencia, la cultura, no se puede hablar de Revolución.
Es así, las medidas revolucionarias, los cambios de cualquier tipo deben tener como objetivo el cambio profundo de las relaciones entre humanos, transformar en luz fraterna lo que el capitalismo talló egoísmo que esclaviza.
De allí que sean muy importantes las modificaciones que la Revolución hace, pero más importante aún es la manera como esos cambios son sentidos por la masa. Este es el centro de la batalla contra la restauración oligarca. La correcta comprensión que el pueblo tenga de los cambios tonificará sus fibras revolucionarias, pero una mala presentación de las medidas será transformada en miedo por la oligarquía.
Si vamos a socializar una fábrica, por ejemplo, este hecho tan importante para la construcción del socialismo debe ser bien explicado al pueblo, inscribirlo dentro de un plan general, exponer la importancia que tiene para la sociedad controlar esa producción, publicitar las condiciones de trabajo del obrero en el capitalismo, y el daño que hace a la sociedad la propiedad nosocial de los medios de producción.
Debemos explicar que la propiedad social es la única posibilidad de que la humanidad, por primera vez en la historia, controle su destino, su economía, pueda planificarla y liberar las extraordinarias fuerzas espirituales y materiales de la producción en común para el consumo común.
Explicar la imposibilidad de cambiar la vida sin cambiar la propiedad mezquina que se nutre del trabajo ajeno, y explicar de qué manera la propiedad de toda la sociedad cubre con su manto maternal a todos los individuos.
Las acciones revolucionarias deben ser comprendidas y acompañadas por la masa. Una socialización debe impactar el espíritu de toda la sociedad, transformarse en cátedra de Socialismo, siempre debe ser entendida como un avance programado de la Revolución.
Avanzamos en las socializaciones, es lo que hay que hacer, son parte del camino al Socialismo. Ahora bien, al socializar algo, inmediatamente se abre un campo de batalla que va más allá de lo económico, se escenifica en el espíritu social, en la conciencia colectiva, y ya sabemos que ese es el principal campo de la confrontación con la restauración capitalista.
Cada socialización debería ir acompañada de una fuerte campaña explicativa, de concientización. Exponer nuestras fortalezas, nuestras debilidades y la necesidad de dar el paso. Que el pueblo entienda que lo damos con la seriedad del que sabe adonde se dirige.
El enemigo oligarca aprovecha cualquier acción nuestra para, sobre ella, cabalgar una campaña de desprestigio y manipulación. Ellos presentan batalla allí donde saben que pueden sembrar miedo y crear confusión. Entonces, es allí que debemos combatir con fuerza para impedir que el gran paso de las socializaciones se nos revierta y nos perjudique.
¡Chávez es Socialismo!
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