19.9.10

¡MALDITA TEORÍA!

El rechazo a la teoría, al pensamiento, es un fenómeno que se presenta en las Revoluciones. Nace de la postura anarcoide, cuya esencia es la renuncia a la organización, a la dirección. Es un culto al espontaneísmo.
Entre nosotros este rechazo tuvo su florecimiento con el escepticismo que acompañó a la derrota revolucionaria de los años sesenta. Ese trauma incomprendido llevó a muchos a renegar del sueño, de la teoría, del pensamiento, de la voluntad de dirección. Fue algo así como un despecho que se mantiene hasta nuestros días y aún nos impregna.
El capitalismo, siempre sabio en su dominación, profundizó la grieta y consolidó “la teoría de la antiteoría”, a sabiendas que una Revolución sin teoría tarde o temprano perece, saben que un movimiento espontáneo, sin dirección y sin teoría es fácilmente atrapable, no pasará de ser un inmenso motín, sin peligro para el sistema. Ese fue el caso del 27 de febrero.
Los explotadores saben que la teoría revolucionaria es el pilar fundamental de su derrota, por eso la deforman y persiguen a sus elaboradores. No es casualidad que el hombre más odiado y perseguido por la burguesía sea Carlos Marx, el pensador revolucionario más importante de la historia.
Ellos, concientes de que la sociedad la dirige la teoría definida y clara, intentan impedir que la insurgencia la construya, difunden el facilismo de la improvisación.
De allí que la burguesía, sobre el desencanto que la derrota del sesenta produjo en las fuerzas revolucionarias, consolidó el rechazo a la teoría. El término pasó a ser un insulto, un arma para la descalificación. Mucho daño ha causado esta postura. A la primera discrepancia se apela al descalificativo y, con ese artificio argumental, se castra la discusión creadora.
Es necesario recuperar el valor de la teoría, rescatarla del rincón del desprecio. Esforzarnos por entender la teoría que nos dejaron los procesos revolucionarios anteriores, interpretar, a la luz de ese conocimiento, el momento, aportar ideas a la discusión.
Sabemos, por la experiencia histórica, que un movimiento revolucionario sólo es derrotado si antes fue derrotado en la teoría. No hay derrota revolucionaria sin derrota de la teoría, de allí la importancia que tiene la discusión y el estudio.
La teoría no es contemplación, es, parafraseando a Gramsci, la más poderosa de las acciones prácticas. Sigamos las enseñanzas de Marx: “se trata de cambiar al mundo” de usar la teoría como palanca para la transformación. Pero no olvidemos que sin teoría revolucionaria no habrá práctica revolucionaria. Tan perjudicial es la teoría contemplativa, como la práctica sin rumbo.
Esta Revolución nuestra, tan importante para el destino de la Humanidad, debe hacer de la teoría el eje de su actividad práctica. Esa es la única manera de triunfar en la difícil tarea de enfrentarnos al capitalismo mundial para superarlo.
Recordemos siempre que un vacío en la teoría revolucionaria será llenado por la teoría burguesa en sus variadas caretas, y sin percatarnos estaremos caminando por algún atajo hacia la restauración del capitalismo.
¡El 26, Chávez!

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