A pocas horas de las elecciones, el ataque contra la Revolución recrudece. El imperio usa las mismas artimañas que ya le dieron resultado con la reforma, desempolvan viejos miedos instalados en el inconciente colectivo.
Es asombroso que las manipulaciones de hoy sean las mismas de hace un siglo, o dos, y las mismas para Brasil, Ecuador, o Chile… el inconciente humano fue globalizado.
Es sorprendente que el hombre de hoy obedezca a los mismos hilos de marioneta que lo movieron hace dos siglos atrás, cuando un fantasma, el mismo de hoy, recorría el mundo, y ese miedo hizo posible la manipulación de las masas, la derrota del sueño libertario, y el surgimiento de Hitler, de Franco.
Hoy hablan ¡todavía! de totalitarismo, comunismo, de quitar las casas, lavado de cerebros y de diez mil tonterías más. Todas, manipulaciones descaradas pero que hacen mella en el alma popular, no en vano tienen siglos abonando el terreno que convierte al humano en sumiso rebaño, en su propio verdugo.
Uno de los centros del ataque es Cuba, y por supuesto, Fidel. La ofensiva tiene dos vertientes con blancos bien definidos:
Uno, se dice que Cuba y Fidel ya no son socialistas, que renegaron del sistema que defendieron toda su vida, que las medidas tomadas recientemente indican claudicación. Ataque dirigido a debilitar la moral, la capacidad de combate de las filas revolucionarias, similar a aquel invento del “fin de la historia”. Se pretende la resignación de los revolucionarios.
Dos, a la par, y sin que les importe la contradicción con el planteamiento anterior, dicen que Cuba es comunista, Fidel un monstruo basilisco que maneja a Chávez a su antojo, y que pretenden construir el infierno totalitario, revivir el fantasma que nos despoja de todo. Este planteamiento va dirigido a la clase media y marginal, que siempre es ambigua y temerosa.
Esa misma estrategia anticomunista la vienen aplicando durante siglos. Sin dudas que les ha dado resultado. La estrategia es compleja y difícil de rebatir, intenta poner a las revoluciones a la defensiva debilitante. Veamos.
Si la Revolución sale a desmentir la patraña, entonces se identifica con el enemigo oligarca, desdibuja su proyecto social, lo asimila al de los oligarcas. De esa manera se debilita, deja de ser alternativa profunda, sólo se va a diferenciar en las cantidades.
Si acepta la declaración burguesa, entonces activa los miedos, le hace el juego a la ofensiva enemiga.
La dificultad reside en que el ataque se origina en los miedos que se instalaron en la etapa de preparación de la ofensiva. Es allí donde está lo más importante de la batalla, es allí donde la información, y la formación cultural juegan un papel decisivo. Las dificultades de hoy, son debilidades en la acción pasada.
Nuestra fortaleza es la confianza que el pueblo tiene en Chávez, que lo sabe capaz de dar la vida por el bien del pueblo, incapaz de aceptar una acción que perjudique a los humildes.
¡Chávez es garantía!
¡El 26 Chávez!
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