7.6.10

¿SON NECESARIOS LOS RICOS?

Cuando una Revolución llega a etapas de definición, de lo profundo de la sociedad afloran las cadenas psíquicas más fuertes. En época de ruptura se desvelan los mecanismos más sutiles de la dominación.
Los mecanismos de dominación más importantes son los espirituales, los psíquicos. Estos se expresan en prejuicios, convicciones, creencias, refranes, frases hechas, dichos de la abuela, tradiciones, chistes, rumores, símbolos de poder. Todos desencadenan conductas sumisas.
Es así como se ancla en el alma de una sociedad la diferencia entre los estamentos sociales, la necesidad de ella, lo natural de su existencia. Se instala así en el alma de la sociedad la convicción de la necesidad de la clase dominante, de que sin ella no es posible que funcione la sociedad y, simultáneamente, se inocula en el espíritu social la incapacidad de los dominados para dirigir. Este dogma es el pilar maestro de la dominación.
Una de las tareas principalísimas de una Revolución es sustituir los mecanismos espirituales de dominación por los mecanismos liberadores, en otras palabras, una Revolución Cultural, un cambio de fe.
Una tarea fundamental consiste en instalar en el espíritu social, la idea de la capacidad de los desposeídos dominados para aprender a dirigir el Estado, la tolerancia con los errores que ese aprendizaje supone, y la valorización en este empeño de la capacidad de estudio, de la disciplina.
Todo el aparato del Estado Revolucionario debe estar al servicio de esta meta, las masas deben estar informadas de los pasos que se dan, involucrarse en ellos. Y deben entender que siempre serán mejores las soluciones socialistas, que las soluciones capitalistas, aunque en lo inmediato parezca lo contrario. Más valen los errores de los desposeídos en el camino a su redención, que los aciertos capitalistas en el empeño de esclavizarlos.
Hoy la Revolución Bolivariana está sometida a una ofensiva de la oligarquía: desabastecimiento, especulación, encarecimiento artificial del dólar. Son las manifestaciones materiales del ataque. Pero lo más importante de la batalla es la utilización de esta situación para reactivar la idea de que la Revolución, el pueblo humilde, son incapaces de dirigir, que es necesario llamar a los ricos, oligarcas, y llamarlos rápido, antes de que se acabe el país.
De allí que a la par de las respuestas económicas del gobierno, es necesario respuestas dirigidas al espíritu social. Demostrar que obtenemos triunfos que sólo una Revolución puede conseguir, porque sólo una Revolución rescata el amor del pueblo, su autoestima.
Que este Estado nuestro es mejor que cualquier otro Estado que hayamos conocido, porque es el único que está guiado por sentimientos de amor hacia el pueblo que es su origen, y no protege a los oligarcas en su intención de explotación y saqueo de la nación.
¡Los ricos no son necesarios! Ellos tienen capacidades y conocimientos para explotar, saquear, nunca para construir a favor de los humildes. La tarea del Socialismo es tarea de los humildes encontrados con el conocimiento universal y la teoría revolucionaria.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!

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