8.6.10

ROMPER EL ASEDIO FORTALECIENDO LA MORAL

La Revolución Bolivariana es víctima de un inteligente asedio imperial. No es convencional, se fundamenta más en nuestras debilidades que en la fortaleza del enemigo oligarca.
Ellos tienen mucho tiempo aprovechando y estimulando nuestros errores: minan nuestras bases espirituales, impiden su consolidación. Veamos.
La fragmentación social es la base cultural del capitalismo, allí se asienta una moral, una ética que lo defiende, impide el avance del Socialismo.
El capitalismo se caracteriza por altos grados de agresividad individual, es lo que los clásicos llaman la “guerra de todos contra todos” o “el hombre lobo del hombre”.
Esta violencia intrasocial está en todas partes, y hace que el signo de los tiempos sea la división, la falta de fraternidad, el egoísmo, el individualismo en todas las manifestaciones de la vida social.
Todas las relaciones humanas, en mayor o menor grado, están signadas por esta violencia. Se manifiesta en el tráfico de las ciudades, en el metro, en los barrios, en la clase obrera, en la vida de los partidos políticos y en la familia.
En resumen, la agresividad, la violencia, la autodestrucción de las instituciones sociales, surgen con asombrosa facilidad. Ante algún problema, una adversidad, una incomodidad, la reacción inmediata, inconciente, es la agresión, destruir la fuente del obstáculo, sea este un humano o una cosa. Este comportamiento es cotidiano.
La cultura hegemónica está al servicio de la desunión: estimula, soporta al egoísmo que ya tiene su base económica en la propiedad nosocial. La desunión es la más importante línea de defensa del capitalismo, se sitúa en los pilares del alma colectiva, actúa de manera espontánea, automática.
Basta recordar que la superación del capitalismo será, tiene que ser, una tarea colectiva de UNIÓN de los humanos, y que la construcción del Socialismo, esencialmente, es la creación de esa fraternidad para darnos cuenta de las barreras formidables que son la ética y la cultura egoísta del capitalismo.
Es labor de la vanguardia, de los dirigentes revolucionarios, educar al pueblo humilde en la nueva Cultura de la Fraternidad Socialista. Sin ella no será posible la UNIÓN , y sin unión no puede haber Revolución.
Si frente a una adversidad, una falla, una equivocación, ejercemos la lógica capitalista, si inmediatamente empuñamos la espada del verdugo e invocamos cortes de cabeza, nos comportamos como el destripador, estaremos inevitablemente estableciendo relaciones de canibalismo entre nosotros, cacerías de brujas, debilitando la fraternidad que es debilitar el hecho revolucionario en sus raíces.
Una de las más importantes características de esta Revolución es su magnanimidad: aquí no se ha perseguido a nadie, no hay guillotinas, ni físicas ni morales, al contrario, quizá se ha perdonado en exceso. Esa es una de las fortalezas de la Revolución: ha cuidado de sus hijos, a todos, hasta los malos hijos.
Así debe ser, firmes con el enemigo, con los saboteos, con la corrupción, pero evitar los linchamientos ligeros, el canibalismo alimentado por la lógica y la moral capitalistas.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!

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