Una Revolución es en esencia un cambio de las relaciones humanas, la superación de las relaciones capitalistas, que han convertido todo en mercancía, por relaciones humanas, amorosas, de cooperación, por relaciones socialistas.
Estas relaciones socialistas, nuevas, dependen en gran medida de un núcleo, de una semilla que irradia su ejemplo sobre el resto de la sociedad, la guía, la educa. Veamos.
En la Revolución Cubana esa semilla se implanta en el Granma y en la Sierra Maestra. La Sierra fue una escuela de relación socialista: allí un colectivo agrupado alrededor de objetivos políticos altruistas vivió entendiendo que la suerte del todo depende de la suerte de cada uno, y que el todo se importa por la suerte de sus componentes. Es decir, vivió la esencia del Socialismo, que es la misma del Cristianismo, sintió en la práctica de su vida el “amaos los unos a los otros”.
No es casual que esta Revolución aún permanezca, a pesar de todas las adversidades, aún continúe siendo el faro que guía las esperanzas de la humanidad. La poderosa semilla que le dio origen sustenta su fuerza para la resistencia, para la comprensión de su papel histórico.
La oligarquía también tiene sus semillas, las plantan cada día sus medios de desinformación, construyen “sueños americanos”, fabrican ejemplos, ilusiones, reparten símbolos de poder. Por encima de todo, difunden el egoísmo.
Cada unidad económica capitalista, por pequeña que sea, es un foco, una semilla que refleja sus valores, sus ficciones. Hace mucho daño a la causa socialista, recordemos lo que dicen los clásicos: el capitalismo crea las mercancías y simultáneamente crea la espiritualidad que lo sustenta.
En la Revolución Bolivariana, que se da en condiciones pacíficas, es necesario detectar estas semillas, estimular las socialistas, y combatir las capitalistas, esos son los fundamentos de la batalla revolucionaria.
Las semillas socialistas son las Zonas Socialistas, éstas deben tener todos sus componentes al servicio de la nueva relación humana, del rescate del humano que ha sido convertido en mercancía. Este concepto es el fundamento del triunfo.
Si caemos en la tentación de sobreponerle otras metas, por ejemplo, la rentabilidad, elevar la producción, la calidad, etc., estamos labrando el fracaso del proyecto socialista, lo estamos atrapando en la lógica capitalista.
La semilla socialista, la Zona Socialista, debe conquistar las metas económicas desde el humanismo. El hombre rescatado tiene que poder elevar la producción, la calidad etc., sacrificar el humanismo en aras de metas materiales es un error, hacerlo así, es quedarnos atrapados en la lógica capitalista.
Todas las actividades de la sociedad deben estar impregnadas del concepto de semilla socialista, desde la economía hasta la política.
Las formas de organización social y políticas deben ser semillas socialistas. Un consejo comunal, una patrulla, deben ser unas “Sierra Maestra del espíritu”, guiados por el desprendimiento del 4 de febrero. Importarse por su entorno a sabiendas que la solución a sus problemas no es local, por tanto, debe luchar por metas políticas nacionales y también internacionales.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
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