7.10.08

LA SALVACIÓN ES EL SOCIALISMO

El sistema capitalista da muestras de conducirnos a la extinción. Las señales son claras, emergen por todos lados, ninguna zona del planeta, ninguna actividad está a salvo del aprieto que ensombrece a todo y a todos. Veamos.
Hambre en aumento, presión social en las fronteras de los países desarrollados, deshielo polar, contaminación de mares, desertización de bosques, recalentamiento, y las periódicas crisis económicas agravadas por el carácter especulativo.
Los imperios no se engañan, conocen la gravedad de la situación, pero están atrapados en la dinámica demencial que les impone el sistema: no pueden parar de expandirse de forma patológica. Las soluciones que proponen tienen como objetivo salvar al capitalismo, no salvar a la vida, por lo tanto, lo que hacen es acelerar el camino hacia el infierno.
La humanidad sigue dando zancadas hacia la destrucción.
¿Cómo resolver el drama humano?
El conflicto entre el humano capitalista y la naturaleza requiere de cambios profundos en la relación. La depredación capitalista tiene que ceder el paso a una conducta de armonía, de convivencia, de adaptación al entorno.
Este cambio indispensable tiene como requisito previo el cambio en la relación entre los hombres: es necesario restituir la relación de fraternidad, de cooperación, sustituir la relación egoísta, que ha convertido a la sociedad en un territorio de guerra de todos contra todos.
El dilema no plantea una escogencia entre muchas, una posibilidad que se toma a voluntad, no es un capricho de ultraizquierdistas. Hoy la situación es crítica: o la humanidad construye esta nueva relación, o la humanidad, irremediablemente, encontrará su destino de extinción.
La única solución, la oportunidad de vida, es el Socialismo, éste es el único sistema capaz de restituir la armonía perdida, de salvar a la humanidad, Expliquemos.
La desarmonía tiene su origen en la economía capitalista, ésta se basa en la apropiación, por parte de una fracción de la sociedad, del trabajo y la riqueza social. Esta condición sustenta una espiritualidad que justifica el fraude.
Surge así la aprobación de las diferencias sociales como algo natural, el hombre depredador como el hombre exitoso, y la aceptación de la depredación de humanos y naturaleza como una virtud.
En contraste, el Socialismo consagra que el trabajo social y los medios de producción pertenecen a la sociedad toda, asienta así las bases materiales para una relación armoniosa entre los hombres: la suerte de uno es la suerte de todos, y todos se importan por los individuos. El Socialismo se rige por el principio de: si perjudica a la sociedad y a la naturaleza, no es aceptado.
Se construye de esta manera un sistema donde la competencia cede lugar a la fraternidad entre los hombres, y de estos con la naturaleza. Se establecen, entonces, las condiciones para restituir la armonía con la naturaleza, para detener la carrera suicida, para salvar a la humanidad.
La humanidad sólo se podrá salvar con Socialismo, urgente y en exceso.
¡Chávez es Esperanza Socialista!

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