Domingo Alberto Rangel es un maestro de revolucionarios, nosotros así lo reconocemos.
Su vida es una cátedra de Revolución: su consecuencia, siempre al lado de los humildes del mundo, es una lección que moraliza. Domingo sigue en combate, sin dar ni pedir cuartel, opinando libre y valiente, como corresponde a un intelectual orgánico.
Su pluma nos sorprende todas las semanas, unas veces discordamos, entonces, siguiendo sus enseñanzas, le respondemos con respeto, pero con fuerza: la irreverencia, así no los señala la vida de Domingo, es una cualidad indispensable para los revolucionarios. La mayoría de las veces coincidimos.
En el Quinto Día del 24 de octubre, Domingo Alberto nos da una de sus invalorables lecciones. Toma como motivo al criminal bloqueo que la mayor potencia que haya existido jamás en el mundo, perpetra contra la heroica Cuba. Comentemos el artículo.
Condena al bloqueo, por supuesto.
El bloqueo a Cuba ha significado en los últimos cincuenta años uno de los hechos más infames en la vida internacional. Esa medida es contraria a todos los principios del Derecho Positivo.
Y en su condena nos da una clase valiosísima del comportamiento del revolucionario frente a la adversidad.
Lo esencial es la resistencia de Cuba ante el bloqueo que hoy la pone al borde de una victoria jamás alcanzada por otro pueblo de nuestra América. Cuba, la revolucionaria e indómita, ha derrotado a Estados Unidos. Además, esta victoria que está en trance de coronar, es obra, ante todo, de su pueblo que en casi medio siglo de bloqueo ha acusado la valentía desplegada en la legendaria gesta de Numancia, ha emulado en perseverancia a los monjes de las cartujas medioevales y ha excedido en su fe inconmovible a quienes desde una trinchera aguardan la salida del sol de la victoria. En América Latina, desde la llegada de los europeos en 1492, no ha habido una gesta superior a la resistencia de Cuba durante cuarenta y más años. Privada casi de lo indispensable, administrando una pobreza que era la objetivación de su orgullo, luciendo una cabellera de pabellón y unos ojos de faro en la noche, la Cuba revolucionaria no sólo se sostuvo, también contribuyó a la insurgencia de otros pueblos de nuestra América.
Domingo Alberto Rangel nos advierte:
Cuba ha vencido a Estados Unidos, David triunfó con su honda hiriendo al gigante. Pero este no ha muerto. No podemos olvidar hoy, olvidarlo conduciría a toda clase de extravíos, que Estados Unidos es más fuerte hoy, como nunca lo fue en el pasado. Un país que llevó a la caída al sistema soviético, que entre sonrisas y venias hizo degenerar al Socialismo chino y convirtió en mercaderes de buhonería a los revolucionarios vietnamitas, no puede ser débil, ni tampoco generoso.
Así, Domingo, siempre maestro, nos reafirma el deber de un revolucionario: Hacer la Revolución , defenderla, resistir, por sobre todo resistir. Desconfiar del imperio, luchar, siempre luchar. Gracias Domingo.
¡Con Chávez construiremos el Socialismo y defenderemos la Esperanza!
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