13.5.08

EL APRENDIZAJE

Las revoluciones se nutren de la experiencia universal. La teoría revolucionaria que es guía de toda acción revolucionaria, si es despojada de la experiencia se convertiría en parloteo.
Bolívar se alimentó de la Revolución Francesa. Simón Rodríguez mojó sus pies en el río del Socialismo Utópico. Miranda sabía la importancia de su biblioteca, que contenía la experiencia y la teoría de siglos.
La Comuna de Paris ilustró a los clásicos. Lenin enlazó la teoría universal con la práctica, y la enriqueció, y aquella simbiosis de teoría y práctica exitosa iluminó el camino de la revolución mundial. El pensamiento del Che y Fidel son guía indispensable.
La Revolución Bolivariana, una Revolución pacífica, debe estudiar con mucho detenimiento la experiencia del Chile de Allende.
Esta experiencia, en nuestro medio, ha sido desechada, estudiada a la ligera, despachada con dos o tres deformaciones, como esa de que el MIR chileno fue culpable de la caída de Allende. Bajo esos infundíos se oculta una enseñanza importantísima para nuestra Revolución, o mejor, crucial. Veamos.
La Revolución Chilena transcurre en medio de una intensa discusión en su interior. Allende en su informe del 13 de marzo de 1972 al pleno del Partido Socialista, resume el centro de la discusión así: “… si la institucionalidad actual puede o no negarse a sí misma, destruirse a sí misma abriendo paso a un nuevo régimen institucional”.
Esta polémica, donde participan el MIR, sectores del Partido Socialista y otras organizaciones revolucionarias, se da en medio de una ofensiva del fascismo, que asesinaba a Generales como Schneider y Prats, y ponía obstáculos de todo tipo al desempeño del gobierno.
Debemos estudiar a fondo este período y la etapa posterior al derrocamiento de Allende. Aquí nos limitaremos a algunas pinceladas centrales.
Allende postula que la posibilidad de avanzar dentro de la legalidad burguesa heredada, es contar con gran apoyo popular y la comprensión del Congreso, donde participaban los partidarios y los opositores de Allende.
¿Qué pasó?
El Congreso no acompañó los cambios, al contrario, se plegó al plan golpista, al punto de sacar un petitorio a los militares para que actuaran contra el gobierno.
Por otro lado, el pueblo que apoyaba a Allende en los comicios no lo acompañó a la hora del golpe. Y aquí hay dos grandes enseñanzas.
Una, no hay oligarca demócrata: si la legalidad le es adversa, sin ningún rubor la atacan desde posiciones fascistas.
La otra, las revoluciones pacíficas deben moverse en dos escenarios, el de la legalidad oligarca, donde el apoyo popular se mide por los votos, y el escenario inevitable, cuando la oligarquía rompe esa legalidad, arremete contra ella por la fuerza, entonces el apoyo a la revolución debe ser combatiente, organizado, disciplinado, conciente, creador de la legalidad revolucionaria.
Las masas en Revolución pacífica deben estar preparadas para pelear en los dos escenarios, no debemos caer en la trampa de pensar que el apoyo de los votos es suficiente.
¡Prepararse para las elecciones y para el combate creador!
¡Chávez es Socialismo!

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