Allende llega al poder explorando la vía pacifica hacia el Socialismo, antes el Che había caído en combate boliviano, y esto significó, junto a otros factores, el cierre momentáneo de la vía armada hacia el Socialismo.
Ahora bien, la vía armada era (es) una forma de expresión de la vía revolucionaria. Tanto la vía pacifica de Allende como la vía armada del Che tienen en común que son vías revolucionarias.
Con la caída de Allende la vía pacifica se transforma, no “en la búsqueda de los mismos objetivos por otros medios” como le diría el Che a Allende en la dedicatoria de su libro Guerra de Guerrillas, sino en justificación del reformismo para entregar al Socialismo.
El reformismo para desprestigiar a la Revolución asimila a los herederos ideológicos del Che, es decir, a los revolucionarios que se enfrentaron a los “dogmas y a las oligarquías”, pero también al reformismo. Los asimila como tremendistas, ultraizquierdistas, loquitos, llegando al absurdo de culpabilizarlos de los triunfos de la derecha, de decir la canallada, por ejemplo, de que el MIR chileno fue culpable de la caída de Allende, o que Santucho fue culpable del arreciamiento de las dictaduras en Argentina.
De esa manera, desprestigiando a los “ultras”, enterrando a los tremendistas, enterraban en realidad al guevarismo. Así el campo les quedaba libre. Sólo los reformistas eran revolucionarios, los demás eran loquitos despreciables. Y, por derivación, ¡Guevara ya no tenía nada que decir a los revolucionarios de América!
Y fue así, por obra de esa superposición de imágenes, que la Revolución auténtica, el guevarismo, el fidelismo más puro, quedaron enterrados.
No es de extrañar entonces que la Revolución Bolivariana pasara por el desierto previo a su triunfo, desierto producido por la hegemonía del reformismo y la pérdida de contacto con la tradición guevarista.
Pero no es de extrañar tampoco, que en su evolución, después de desprenderse de la derecha civil y militar heredada de la cuarta, la hegemonía la tomara el reformismo, y por supuesto que atacara con los epítetos de “ultraizquierdistas”, “maximalistas”, “miristas chilenos”, “peligrosos para el proceso”, a las posiciones revolucionarias.
La Revolución Bolivariana en su evolución va desechando las posiciones reformistas y se va acercando a las posiciones realmente revolucionarias, o mejor, la Revolución Bolivariana tiene en ese movimiento su única esperanza de salvación. Si se mantiene en las posiciones reformistas el fracaso será inevitable.
Es por eso que es imprescindible rescatar el pensamiento del Che y de sus seguidores en la América , reivindicar y estudiar con seriedad las posiciones y el pensamiento de Miguel Enríquez, de su MIR chileno, de Roberto Santucho y su PRT argentino.
Es un error despachar a estos luchadores revolucionarios con el calificativo de loquitos o ultraizquierdistas, y endosarles derrotas que pertenecen a otras ideologías.
La caída de Allende tiene mucho que enseñarnos, pero también la etapa después de Allende es fundamental para entender el presente de nuestra Revolución.
¡Chávez es Socialismo!
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