En política las alianzas son importantes, y si la política es revolucionaria las alianzas son fundamentales, y si la Revolución es por vía pacifica, entonces, la política de alianzas es de vida o muerte. Veamos.
Las alianzas deben estudiarse relacionadas con su momento histórico, es decir, dependen de las circunstancias. Estudiemos las circunstancias de una Revolución por vía pacífica como la nuestra.
Las revoluciones pacíficas tienen dos etapas, dos niveles, ineludibles si son verdaderas, y esta Bolivariana lo es. La etapa de convivencia con la legalidad oligarca y la inevitable confrontación fuera de esa legalidad, tal como pasó aquí el 11 de abril, o con Allende.
La etapa de la legalidad transcurre en medio de la tentación oligarca, en territorio infectado por las molicies de la política burguesa, podrida de oportunismo, egoísmo, superficialidad, de clientelismo. En ese ambiente, y por la necesidad de ganar la batalla en el terreno de la institucionalidad y la legalidad heredada, es muy fuerte la tendencia a acumular fuerza con las armas melladas de la vieja política.
Las alianzas, entonces, deben considerar esas circunstancias: habrá alianzas en la legalidad oligarca y habrá alianzas en la etapa de la inevitable confrontación propuesta por la oligarquía.
Si la alianza se mide sólo por la etapa de la legalidad, sacrificando la etapa de la confrontación, estamos trabajando, sin percibirlo, por la derrota estratégica de la Revolución. Pero, si la alianza la pensamos sólo para la etapa de la confrontación, estamos siendo sectarios, reducimos sin necesidad la base de apoyo.
¿Cómo armonizar las dos etapas? ¿Cómo resolver la contradicción entre las dos etapas?
La tarea es difícil, pero posible, aquí está un campo para “inventar o errar”. Nosotros creemos que la clave está en no perder de vista que toda acción revolucionaria debe tener como objetivo la creación de Conciencia del Deber Social, de Conciencia Revolucionaria.
Entonces, las alianzas deben ser explicadas y explicables al pueblo, exhaustivamente, hacerle comprender las necesidades tácticas de la Revolución , la correlación de fuerzas, la necesidad de acumular para la confrontación inevitable.
Las candidaturas deben ser las mejores, y las mejores son las que tensen las fuerzas para la lucha por el Socialismo, dar una imagen de seriedad revolucionaria en la escogencia de los candidatos.
Deben servir para acerar al partido, con una conducta diferente a los partidos de la cuarta, donde abundaba la zancadilla, la viveza, la mezquindad. El partido debe dar muestras de grandeza táctica y estratégica. Se debe ir hacia la creación de un partido que sea vanguardia, y no uno que se consuma en el pantano de una democracia mal entendida, anarcoide, individualista, no formadora de organismos (batallones) de mentalidad colectiva, asambleísta.
La política de alianza en esta etapa debe ser la más amplia posible ¡Sumar! debe ser nuestra divisa. Explicar hasta el cansancio el por qué de las alianzas. No se justifica que nuestra mezquindad conduzca a la Revolución al despeñadero fascista, donde a todos, restauradores y revolucionarios, nos espera un cupo en el Estadio Nacional.
¡Chávez es Esperanza Socialista!
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