Estamos en la víspera de una prueba crucial para la Revolución y para el Comandante, todas las previsiones y los análisis son pocos en la preparación de esta batalla. Un error puede ser fatal.
En las elecciones regionales de noviembre tenemos que arrasar. Allí nos jugamos el destino del barrio, del continente y de la humanidad, del resultado depende si la esperanza continúa, o si entregamos de nuevo la patria a la oligarquía que nos desprecia.
La Revolución viene de un revés el 2 de diciembre, muchos son los análisis que se hacen de aquel fracaso, y diversas las medidas que se proponen para remediar la pérdida. La idea que prevalece es que solucionando los problemas del entorno: basura, inseguridad, financiamiento, asfaltado, abastecimiento, será suficiente.
Esta posición es equivocada y propia de la vieja política clientelar. Es correcto solucionar estos problemas, pero es fundamental darle razones al Pueblo por las cuales valga la pena luchar y valga la pena apoyar la Revolución, de eso dependerá un triunfo importante y estratégico.
Si conseguimos darle al Pueblo razones sagradas por las que luchar, que lo emocionen y lo movilicen, entonces ganaremos todas las gobernaciones, y saldremos con un Pueblo listo para futuros combates. El problema primero es político y sólo después es electoral. Primero es espiritual y luego material.
Si al contrario, nos quedamos en la vieja política, sólo resolviendo los problemas del entorno, corremos el riesgo de ser rebasados por otros que ofrezcan más. Si la batalla la centramos en los problemas del entorno, entonces, estaremos ofreciendo a los oligarcas campo para que desplieguen sus argumentos, allí ellos tendrán alguna argucia que presentar.
Pero, si la pelea la llevamos al juzgamiento profundo de los problemas, a la relación con el sistema capitalista, a la solución verdadera que el Socialismo significa para esos problemas, de las perspectivas de vida que el Socialismo ofrece a la población, en resumen, si tenemos de verdad fe en que el Pueblo entenderá, verá más allá de su entorno, entonces el triunfo de la Revolución estará asegurado.
Si explicamos que sólo con Chávez podemos seguir avanzando. Si pasamos por encima de las mezquindades y torpezas de loquillos y corruptillos. Si conseguimos explicar que con el voto de noviembre escogemos lo regional, pero también la suerte del Comandante, y por ende de la Revolución toda, entonces el triunfo de la Revolución está garantizado.
Si conseguimos “superar los sistemas tolerantes” y los “ultrademocratismos suicidas”, si tenemos sentido del momento histórico, y hacemos un ejercicio unitario de emergencia, porque en emergencia estamos, y nos plegamos con humildad y sin dobleces al criterio unitario del Comandante, al dedo unitario. Entonces estaremos garantizando la unidad necesaria para blindar el triunfo de noviembre.
Si, en resumen, conseguimos dotar al Pueblo de razones sagradas y elevadas por las cuales valga la pena emocionarse y luchar, entonces la oligarquía volverá a temblar.
¡Con Chávez y con lo que Chávez decida!
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