En la Revolución el actor principal es el Pueblo. Esta verdad nadie la discute, pero frecuentemente se olvida, y se tiende, con inusitada fuerza, a sustituir al Pueblo por una fracción social.
Esta fracción convierte la actuación popular en un simple ejercicio menor: el Pueblo participa en soluciones subalternas, mientras permanece ausente de los grandes problemas de la Revolución , desinformado, sin comprenderlos.
Así, poco a poco, la fracción social se hace la ilusión de participación popular, y el Pueblo va perdiendo inexorablemente el espíritu revolucionario, se refugia en la indeferencia.
Es necesario organizar al Pueblo, en un tejido que vaya desde el capilar más pequeño y alejado, hasta la mayor instancia nacional. Sólo de esta manera se garantiza la fusión Pueblo-dirigentes.
Sólo así podrá saber de su mundo, el local y el universal, y podrá ser conciente de las tareas que de ese conocimiento se desprenden.
Sólo así el Pueblo tendrá la indispensable participación, vibrará junto a sus dirigentes, siempre estarán fusionados en un mismo palpitar.
La separación del Pueblo de los dirigentes es uno de los mayores problemas que puede confrontar una Revolución. Un Pueblo sin dirigentes es presa fácil de cualquier ideología perversa, y unos dirigentes sin Pueblo están destinados al fracaso.
En la Revolución Bolivariana debemos cuidar mucho la unión Pueblo-dirigentes, no permitir que ese nexo se fracture.
Nosotros venimos de medio siglo de práctica aislacionista, los gobiernos estaban aislados del Pueblo, sólo lo buscaban para venderle un producto electoral. En aquella época no era necesaria la participación popular, al contrario, era indeseable. Mantenían al Pueblo desinformado, ocupado en trivialidades: en el capítulo siguiente de una telenovela, en el resultado del juego, las peripecias de un personaje construido por las televisoras. La manipulación mediática era feroz.
Con la Revolución esta situación está cambiando y debe seguir cambiando, por eso es necesario ventilar las discusiones que atañen a los grandes temas de la Revolución. La sociedad debe estar llena de estas discusiones.
Nada debe ser resuelto sin el conocimiento y participación del Pueblo revolucionario, o mejor, nada estará resuelto de verdad si el Pueblo no participa.
El Pueblo necesita informarse de lo que va bien y de lo que va mal, dónde acertamos y dónde fallamos, qué hacemos para corregir y qué hacemos para fortalecer lo bueno. Emocionarse con los éxitos, participar en la corrección de los errores, comprenderlos.
El Pueblo necesita informarse de lo que va bien y de lo que va mal, dónde acertamos y dónde fallamos, qué hacemos para corregir y qué hacemos para fortalecer lo bueno. Emocionarse con los éxitos, participar en la corrección de los errores, comprenderlos.
Todos los “por qué” deben tener respuesta.
Los sustos frente a la discusión, los que caen en la tentación de tratar de impedir la batalla de ideas, de ocultar el sol con burocracia, los que se agarran de asperezas de estilo para ignorar el fondo, los que pretenden aplastar el pensamiento, esos abren paso a la peligrosa mediocridad, están impidiendo que la Revolución se proteja, y hacen daño.
Para nosotros es un deber estimular la discusión, propagar los grandes temas que tocan a la Revolución , difundir las ideas. Y, sobre todo, oponernos al silencio y a los silenciadores.
¡Chávez es Socialismo!
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