Llega a nuestras manos el audio del discurso del líder del MIR chileno Miguel Enríquez, pronunciado en el teatro Caupolicán de Santiago de Chile el 17 de Julio de 1973, días antes del golpe de pinochet, que asesinó a Allende y frustró el intento revolucionario.
El discurso es muy importante para nosotros hoy. La Revolución Bolivariana tiene muchas semejanzas con La Revolución Chilena , aquel fue también un intento de ir al Socialismo por la vía pacifica, desde la institucionalidad oligarca, respetando sus reglas.
El discurso de Enríquez es un testamento dictado en los últimos dos meses del proceso chileno. En él esboza la situación política chilena, las fuerzas que allí pugnaban y las acciones que tomaban. Traslucen los errores, los aciertos, las angustias de los revolucionarios.
Nos aventuramos, con el respeto y la admiración que merecen los revolucionarios que dieron su vida dentro de Chile enfrentando al fascismo, a escribir algunas ideas que nos evoca el discurso.
Primero. Es una mentira vil, una manipulación infame de los reformistas, imputar la caída de Allende a la actuación del MIR.
Los reformistas actúan como el ladrón que sale gritando “al ladrón, al ladrón”, para cubrir sus fechorías. Si alguien hizo inviable al proceso chileno, fueron los reformistas que planteaban conciliación en pleno desarrollo de la contienda, y con su debilidad facilitaron el camino fascista e impidieron la respuesta del Pueblo junto a Allende.
Por supuesto que el MIR cometió errores, pero en lo sustancial tenían el diagnóstico correcto y la actitud correcta.
El MIR no supo entender que la Revolución se salvaba o se perdía con Allende, y comenzaron a desplegar una táctica correcta de creación de poder popular, pero que al no contar con Allende se debilitaba y debilitaba la posibilidad de resistir. La historia demostró que sin Allende no había triunfo posible.
El líder era fundamental, la consigna correcta, la estrategia correcta era: ¡Con Allende todo, sin Allende nada! Eso estaba por encima de cualquier otra consideración.
Pero esta estrategia, para no ser castrante, debía ser complementada por esta otra: ¡Irreverencia en la discusión, lealtad en la acción!
Había que señalar con irreverencia las desviaciones, pero siempre tener lealtad en la acción. Siempre con Allende. Decir que la conciliación con la derecha, con el capitalismo, los llevaba al abismo, que la única vía era profundizar el Socialismo, aún por encima, o mejor, por encima de la legalidad oligarca, que a la postre la derecha no respetó.
Aquella lucha tiene muchas semejanzas con nuestra querida Revolución Bolivariana, aquí también hay reformistas planteando conciliación, construyendo puentes y persiguiendo a los que plantean que la vía es profundizar el Socialismo.
Aquí también hay una derecha fascista maquillada de demócrata, dirigida por los gringos, los mismos que dirigían a pinochet. Aquí hay peligro de fascismo.
La diferencia es que los revolucionarios conocemos la experiencia chilena.
¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!
¡Irreverencia en la discusión, lealtad en la acción!
¡Viva Miguel Enríquez, Viva Allende, Viva Chile!
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